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EE UU apunta a México y Centroamérica

Honduras, Guatemala, Nicaragua y El Salvador aparecen en los informes como inminentes Estados fallidos debido a la acción de las 'maras' y los narcos

El terrorismo islamista y las revueltas en los países árabes y musulmanes, aunque capitales, no distraen al Gobierno de Obama de la guerra contra las drogas. En los últimos días de febrero y primeros de marzo, la secretaria de Seguridad Interior, Janet Napolitano, primero, y el vicepresidente, Joseph Biden, después, recorrieron México y Centroamérica para instar a sus presidentes a mantener la narcoguerra.

Quienes esperaban que Obama trajese flores y bondad a donde Bush había llevado armas y maldad, se han llevado un chasco, por mucho que los medios de comunicación progres de América y Europa oculten la realidad: la prisión de Guantánamo sigue abierta y Obama firma órdenes para que la CIA pueda asesinar a islamistas. El caso de la narcoguerra es otro donde se mantienen las directrices ya sentadas, no por George W. Bush, sino por Ronald Reagan en los 80: combate donde la droga se produce.

Biden y Napolitano se han reunido con los presidentes de México y de los seis países centroamericanos para reforzar la cooperación. Honduras, Guatemala, Nicaragua y El Salvador aparecen en los informes de varios think tanks e instituciones norteamericanos como inminentes Estados fallidos debido a la acción de las bandas de delincuentes conocidas como maras y de los narcos. Washington pretende ayudar a sus gobernantes para que no se derrumben. En Costa Rica y Panamá se quiere evitar el contagio. Ante la cercana muerte de Hugo Chávez, que puede convertir a Venezuela en lo que fue Colombia en los 80, Estados Unidos trata de apuntalar las columnas tambaleantes. Algunos presidentes, como el salvadoreño Mauricio Funes y el guatemalteco Otto Pérez Molina, desesperados por su impotencia, han pedido que se discuta la despenalización del consumo y tráfico de drogas.

La mayor batalla de esta guerra se está librando en México. Éste es año electoral en Estados Unidos y, también, en México. Dada la diferente duración de los mandatos de sus presidentes (cuatro y seis años respectivamente), las elecciones coinciden cada doce años. Biden se reunió no sólo con el presidente Felipe Calderón, sino, también, con los tres candidatos presidenciales con mayores expectativas.

Calderón y los candidatos declararon a Biden que mantendrán la estrategia de enfrentamiento militar y depuración de los cuerpos policiales y de los tribunales, pero han reclamado a Washington que aumente sus medidas contra el tráfico de armas con origen en su territorio que acaban en poder de los narcos y contra el lavado de dinero. Los hispanoamericanos se quejan, y con razón, de que parte del establishment en Estados Unidos no acepta que el narcotráfico tiene su origen en la demanda que existe al norte de río Grande, la cual, en vez de reducirse, aumenta.

Estados Unidos se retirará de Irak y de Afganistán, incluso de Asia Central, pero jamás lo hará del Caribe. Los primeros escenarios pueden ser prescindibles en su política interna, pero no lo es el último, ya que éste es el puente que cruza su frontera más débil.

 

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