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El ejemplo de Senegal

En Senegal no preocupa tanto el factor islamista pues es una sociedad bien estructurada a través de un Islam tolerante canalizado por diversas cofradías de gran implantación

Que un Jefe de Estado africano que, en principio, pretendía optar a un tercer mandato haciendo una interpretación forzada de reformas introducidas por él mismo en la Constitución vigente, haya sido capaz de renunciar a éste al permitir que la democracia se imponga es todo un ejemplo para el continente, y un soplo de aire fresco para todos. Si además se trata de un país de mayoría musulmana, donde la convivencia entre musulmanes y cristianos lleva muchos años asegurada, los elogios aumentan. Este país es Senegal, vecino inmediato de Malí, que acaba de ver su legalidad institucional alterada por un golpe de Estado, y vecino también en cierta medida de España, en relación con las Canarias. Inmigración irregular y redes terroristas yihadistas activas en el Magreb y en el Sahel lo atestiguan.

El proceso senegalés destaca porque tras las dudas que emergieron durante la primera vuelta celebrada el 26 de febrero – incluyendo la muerte violenta de entre seis y nueve personas -, la sensatez se han impuesto en los preparativos y la celebración de la segunda. Esta, celebrada el 25 de marzo, daba según lo previsto la mayoría de los votos a Macky Sall (el 65,80%), quien se presentaba como la alternativa al longevo presidente Abdulaye Wade que ha obtenido el 34,20%, y ello con un respetable 55% de participación. En la primera vuelta Wade obtuvo un modesto 34,8% y Sall el 26,6% votando el 60% de quienes podían hacerlo. En la segunda vuelta el resto de la oposición se ha unido en torno a Sall y el nivel de participación se ha mantenido alto. Wade ha asumido al final que su poder se había agotado, y no ha querido interferir en el deseo de sus compatriotas de optar por un cambio pacífico en la presidencia que no implicará en principio grandes variaciones de planteamiento ideológico – Sall fue primer ministro con Wade y ambos son liberales - aunque sí, se espera, de modo de gestión.

El culto a la personalidad alimentado por Wade en los últimos años, unido al intento de perpetuar a su familia en el poder cuan monarquía – impulsando a su hijo Karim en la línea de lo que hicieron líderes árabes como Mubarak o Gadaffi dentro del orbe musulmán que les es común – explica su debilitamiento político. En Senegal, y a diferencia de algunos países árabes que vienen siendo escenarios de revueltas, no preocupa tanto el factor islamista pues la senegalesa es una sociedad bien estructurada a través de un Islam tolerante canalizado por diversas cofradías de gran implantación. Por otro lado, también posee una importante minoría cristiana y fue durante décadas un país de mayoría musulmana presidido por un cristiano que fue, aparte de líder político, gran intelectual: Leopold Sedar Senghor.

Finalmente, la consolidación o no de este proceso democratizador podrá ser comprobada cuando el país celebre elecciones parlamentarias en junio y se vea si las promesas hechas por Sall empiezan a materializarse.

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