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El peligro real de Hamas

Hay quien dice que el pueblo palestino se ha equivocado al votar. No nos equivoquemos ahora nosotros porque agravaríamos el problema a largo plazo. Ni un euro para Hamas.

Se está diciendo desde círculos europeos y desde la diplomacia española encabezada por Moratinos que Hamas puede convertirse muy bien en un gobierno moderado. Se afirma que toda práctica de responsabilidad política tienden a volver pragmático a los ejecutores y se reafirma recordando que, al fin y al cabo, Hamas se ha instalado en una tregua sin que haya cometido atentados contra Israel en los últimos meses. Es querer cegarse a la evidencia: Hamas no es una fuerza nacionalista y la causa palestina la apoyará en la medida en que le sea favorable para sus objetivos últimos que no acaban con la eliminación de Israel, sino que van a impulsar una república islámica fundamentalista en toda la zona.

El fundamentalismo o islamismo radical y militante ha tenido tres formas de expresión en el Oriente Medio. Allí donde se contaba con el poder, como en Arabia Saudí, era el estado el garante de una educación teocrática. El wahabbismo es inexplicable e indisociable de la casa Saud; en segundo lugar, el jomeinismo o fundamentalismo chií, también desde el poder, quería afianzarse haciendo de Irán una potencia mundial (de ahí su sed de armas nucleares); por último, donde el fundamentalismo luchaba contra el poder, como en Egipto o Siria, se convertía en una fuerza religiosa y política cuyo énfasis se ponía en los servicios sociales que podía prestar, no en llegar al gobierno. El ejemplo de los Hermanos Musulmanes es el mejor ejemplo de esta visión de abajo-arriba.

Pues bien, Hamas, como extensión en suelo palestino de los Hermanos Musulmanes, siempre ha sido una fuerza por debajo del poder y orientada a servir de red social de sus acólitos. Su participación en las elecciones y su victoria electoral es un giro radical y estratégico en su concepción organizativa. Su misión era la islamización desde abajo, ahora creen que les ha llegado la hora de también imponerla desde arriba. El velo es ya común entre las mujeres de Gaza y en las escuelas se usan libros que, entre otras cosas, llaman a la recuperación de Sevilla y Al Andalus para la tierra del Islam.

Por eso hay que pensarse muy bien si la financiación con la que la UE contribuye a la Autoridad Palestina va a tener una repercusión que se escape a su objetivo de ayuda humanitaria. Hamas no es Al Fatah y aunque se muestre moderada en sus expresiones y relaciones con Israel hay que vigilar el comportamiento interno hacia sus propios ciudadanos, porque lo que les prometen es menos libertad y más intolerancia, algo que nunca debiera estar pagado y alimentado por nosotros. Es más, la UE tiene que pensarse muy bien si apoyando el gobierno de Hamas –aunque renuncie retóricamente a la violencia– no se estará minando la estabilidad de los regímenes de la zona que cuentan con hermanos musulmanes en su suelo, como es el caso de Jordania y Siria.

Hay quien dice que el pueblo palestino se ha equivocado al votar. No nos equivoquemos ahora nosotros porque agravaríamos el problema a largo plazo. Ni un euro para Hamas.

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