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Ignacio Cosidó

Unidos contra la crisis

El enfrentamiento provocado por Zapatero entre empresarios y trabajadores en un momento en el que la crisis económica puede pasar una elevada factura social es una irresponsabilidad manifiesta y puede generar desastrosos resultados no sólo para nuestra ec

España necesita un Gobierno fuerte capaz de unir al país para salir de la crisis. Pero lo que tenemos con Zapatero es un Gobierno débil incapaz de afrontar las reformas necesarias y que divide al país en luchas estériles e innecesarias. El resultado es que España es el país europeo que más está sufriendo la crisis, especialmente en términos de paro, y que más tarde saldrá de ella por culpa de un Gobierno extremadamente incompetente que tiene como única estrategia política para sobrevivir la división de la sociedad.

La gravedad de la situación, con más de cuatro millones de parados, exigiría del Gobierno un esfuerzo por buscar el consenso político necesario para superar la crisis. Lejos de buscar ese acuerdo, Zapatero se dedica a hostigar al principal partido de la oposición y practicar una política radical que imposibilita cualquier acuerdo con el Partido Popular. Zapatero no sólo desprecia cualquier idea que venga de su adversario político, sino que en la medida de sus posibilidades manipula esas propuestas para descalificar a la oposición.  En estas circunstancias cualquier escenario de concertación política resulta imposible.

En segundo término, el Gobierno decide ahora dinamitar el dialogo social alienándose con los sindicatos y realizando un ataque sin precedentes a la patronal. El enfrentamiento provocado por Zapatero entre empresarios y trabajadores en un momento en el que la crisis económica puede pasar una elevada factura social es una irresponsabilidad manifiesta y puede generar desastrosos resultados no sólo para nuestra economía, sino también para nuestra convivencia. A la estrategia de crispación política el Gobierno parece querer sumar ahora una creciente conflictividad social.

En tercer lugar, el Gobierno está utilizando el enfrentamiento entre territorios como arma política. Lo hizo en la cuestión del agua donde ha provocado una guerra abierta entre las comunidades excedentarias y las deficitarias. Lo ha vuelto a hacer ahora con un modelo de financiación autonómica que privilegia claramente a uno en detrimento de los demás por un interés puramente partidista.  

Por si fuera poco, Zapatero busca además cuestiones morales, como la liberalización del aborto que generan un mayor enfrentamiento político y mayor crispación social. No está claro si estas reformas forman parte de una maniobra de distracción para retirar la atención de la opinión pública de la gravedad de la crisis económica que padecemos o forman parte de un proyecto más amplio de subversión de los valores morales que han conformado durante siglos nuestra Nación, pero lo que resulta evidente es que este tipo de debates generan un fuerte enfrentamiento entre distintas partes de la sociedad. La incapacidad del Consejo General del Poder Judicial para emitir un informe sobre el proyecto del Gobierno es un buen ejemplo de ello.

Esta combinación de una política económica que lleva a la ruina al país y una estrategia basada en la división política y el enfrentamiento social conduce a España a una crisis sin precedentes. El reto del Partido Popular en esta situación no consiste sólo en realizar una oposición contundente y generar una alternativa ilusionante, sino ser capaz al mismo tiempo de unir al país en una ambición común. Es evidente que de esta crisis los españoles saldremos juntos o no saldremos.

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