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Ignacio Villa

Yo estuve en Las Azores

Lo siento, pero reconozco que nunca dedico un mínuto a leer las columnas de Miguel Ángel Aguilar en ninguno de los medios en los que colabora. Pero resulta que este martes ha caído en mis manos la columna de El País en la que Aguilar arremete contra los periodistas que estuvimos en las Azores el pasado domingo. En ese dechado de perjuicios mezclado con bilis, nos califica de figurantes, de personajes de cartón piedra y de no sé cuantas cosas más.

Pues bien, me gustaría aclarar a Miguel Ángel Aguilar que yo estuve el pasado domingo en la Base de Lajes, en las Azores, en la Cumbre Trasatlántica, como enviado especial de la Cadena COPE. Y tengo que decir que no me avergüenzo de ello. Yo viajé a esa cumbre en el avión oficial del presidente Aznar. Y tengo que decir que tampoco me avergüenzo. Yo asistí a la conferencia de prensa conjunta final de la cumbre con los que él llama "mosqueteros" –Bush, Blair, Aznar y Durao Barroso– del domingo por la noche.

Es más, volví desde las Azores a Madrid en el mismo avión oficial. Y sigo sin avergonzarme. Y no sólo eso, sino que tampoco me siento culpable por haber participado en el corrillo que se formó en el viaje de vuelta con el presidente Aznar. En fin, yo estuve en las Azores y fíjese por dónde, señor Aguilar, no experimento ni un ápice de vergüenza. Y creo que ninguno de los treinta periodistas que allí estuvimos nos avergonzamos por trabajar y por estar donde se produce la noticia. No por nada en especial, sino sencillamente por no hablar de oídas. Aquella vieja lección de periodismo.

Quizá es que llevo varios años cubriendo la información política del Gobierno, sin vergüenzas, pero también sin militancias. Pregunto cuando quiero, critico cuando me parece conveniente y alabo los aciertos cuando creo que estos se han producido. Simplemente, intento hacer periodismo, informando y analizando. Sin insultar, pero con claridad. Ni deseo que vuelvan los tiempos pasados, ni pretendo que se perpetúen los actuales. Sólo milito en la información. Es más, en no pocas ocasiones me he mostrado crítico con la gestión del actual Gobierno y nunca he "sufrido" ninguna represalia, por no "repetir" lo que quiere el Gobierno.

Eso sí, procuro no "hacer la pelota" a los políticos en los pasillos del Congreso, tampoco acepto preguntas de encargo para que el presidente se luzca como le gustaba hacer a Rosa Conde con sus "amigos" periodistas"; pero especialmente tampoco organizo almuerzos con políticos en los que cobro 30 euros a los periodistas que asisten sin que nadie pueda preguntar. Y, por supuesto, no asisto a largos seminarios –¿periodísticos?–, "gratis total", en hoteles de cinco estrellas con billete "business" como transporte obligatorio. En fin, procuro hacer periodismo en la calle informando lo mejor que puedo, con aciertos y con errores, pero, por encima de todo, evito juzgar a los demás compañeros.

No me siento figurante, y me siento libre, aunque en la cumbre de las Azores tuviera que informar arrumbado en un hangar con cuatro teléfonos, unos bocadillos y solamente agua mineral. ¡Que vulgaridad!

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