Menú
Isaac Katz

Proteccionismo comercial y migratorio

Es un grave peligro argumentar que hay que revisar el NAFTA, particularmente para México, que es un país mucho más pobre que Estados Unidos y Canadá. El NAFTA no es perfecto, pero reabrirlo para su discusión significaría su muerte.

A medida que se acercan las elecciones primarias en Estados Unidos para elegir a los candidatos presidenciales de los partidos Demócrata y Republicano, los diferentes aspirantes buscan atraer a los votantes prometiendo el cielo y las estrellas, adecuando su discurso a la audiencia del lugar y del momento. Hay, sin embargo, dos puntos que resaltan en estas campañas electorales y que reflejan una visión aislacionista de muchos estadounidenses. El primero es el creciente rechazo de la población y de los políticos, particularmente de los demócratas, al libre comercio internacional, que en parte se debe al déficit comercial de Estados Unidos con China. El segundo, y éste se manifiesta mucho más del lado republicano, la xenofobia en materia de migración.

En la región industrial del centro y del noreste de Estados Unidos aumenta la presión para revisar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), propuesta que la senadora Clinton apoya, sin tener en cuenta que su principal beneficiario ha sido Estados Unidos. El diagnóstico de los políticos demócratas de la situación comercial internacional es erróneo. El déficit no se deriva del libre comercio sino que refleja dos fenómenos: uno es el déficit fiscal y el otro el éxito de la economía estadounidense en atraer altos flujos de capital extranjero. El problema es que cerrar la economía no soluciona el déficit, sino que genera una pérdida de bienestar para los consumidores.

Es un grave peligro argumentar que hay que revisar el NAFTA, particularmente para México, que es un país mucho más pobre que Estados Unidos y Canadá. El NAFTA no es perfecto, pero reabrirlo para su discusión significaría su muerte.

Respecto a la migración, ha sido comprobado por innumerables estudios que tanto los inmigrantes legales como los ilegales contribuyen significativamente al crecimiento de la economía estadounidense y, por lo tanto, el rechazo de una parte de la población y de los políticos a la concreción de acuerdos sobre la inmigración se basa en xenofobia y no en argumentos racionales. Podría apostar a que ninguno de los estadounidenses que rechazan la inmigración son descendientes de los pueblos indígenas que habitaban ese territorio antes del descubrimiento de América. Prácticamente todos los estadounidenses son descendientes de inmigrantes.

En cuanto al discurso proteccionista, éste forma parte del proceso político para elegir al presidente y puede que desparezca después de las elecciones, aunque quizás no suceda así si resulta ganadora la senadora Hillary Clinton.

En Libre Mercado

    0
    comentarios