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Jorge Vilches

¿Oposición? ¿Qué oposición?

No es suficiente alentar el voto a la contra; esto es, un voto al PP para echar a Zapatero. Hay que presentar al país una solución a la crisis. Y esto sin dejar la crítica de las miserias gubernamentales, la denuncia de las mentiras y contradicciones.

La dirección del PP ha decidido esperar sentada a ver el cadáver de su adversario político pasar. No se trata ya sólo de que la consigna sea presentar un perfil bajo, moderado, tibio, "centrista", sino que la estrategia, la gran estrategia, es esperar, simplemente esperar. Es un tipo de oposición.

No obstante, los tipos de oposición deben responder a las circunstancias; es decir, que el modo de opositar depende de la estabilidad política, social y económica. Por tanto, es el momento histórico el que marca a los opositores, sus acciones, discursos y hasta la personalidad de sus dirigentes.

Un caso ejemplar es el de la oposición socialista al último Gobierno Aznar. Entonces fue preciso poner en marcha una carga importante de demagogia, con sus componentes ecologistas y pacifistas, en boca de un equipo nuevo. La fórmula fue Zapatero. De ahí el "talante", que no fue ni es nada tangible o gubernativamente aprovechable, pero que funcionó. Zapatero vendía un "buenismo" que encandiló a la izquierda harta de Aznar y añorante de González, con un decálogo de respuestas demagógicas y populistas, sí, pero eficaces para la movilización y el voto. La derecha denunció el "truco", el "pensamiento Alicia", cuando ya era tarde.

La dirección del PP ha optado por otro camino porque creen que se dirigen a un electorado diferente. Piensan que su clave para la victoria está en desmovilizar al votante socialista, en la seguridad de que el propio no lo van a perder. Para lo primero están convencidos de que lo mejor es edulcorar las propuestas y las críticas, mostrando una imagen amable que le muestre a la izquierda que no constituyen un "peligro" –sea dicho esto en referencia a los tópicos lamentables que todavía hoy, y tras ocho años de gobierno popular, vinculan al PP con un retroceso en las libertades. Y para lo segundo, no perder el voto propio, han concluido que es suficiente con criticar lo que hace el Gobierno. Esto está bien para tiempos de estabilidad, pero no para los momentos más duros de una crisis económica completa.

Una situación como la actual, con la destrucción de empleo más alta de la Unión Europea, en recesión, y pendientes de unas perspectivas más negras que los países de nuestro entorno, el tipo de oposición debe ser otro. ¿Por qué? Por responsabilidad. ¿Qué oposición? De ese tipo que está más preocupada por las soluciones que por la imagen, que piensa más las respuestas que las preguntas, de ese tipo de oposición que sirve para tener una esperanza de gobierno frente a un Ejecutivo agotado e improvisador. De esas oposiciones reconocibles, que presentan un equipo, unshadow cabinetque el electorado pueda contraponer a los ministros actuales, con un programa de recuperación, responsable, concreto, trabajado, capaz de ilusionar. No es suficiente alentar el voto a la contra; esto es, un voto al PP para echar a Zapatero. Hay que presentar al país una solución a la crisis. Y esto sin dejar la crítica de las miserias gubernamentales, la denuncia de las mentiras y contradicciones, de la demagogia insulsa y dañina. Porque nada es seguro en esta vida, y menos el voto de los ciudadanos. Se puede esperar, claro que sí, porque así funcionan las democracias, pero hoy no es suficiente.

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