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José Carlos Rodríguez

La agencia tributaria del candidato Obama

El IRS ha estado sometiendo a medio millar de organizaciones conservadoras de toda laya a un escrutinio discriminatorio, a un hostigamiento fiscal.

El IRS ha estado sometiendo a medio millar de organizaciones conservadoras de toda laya a un escrutinio discriminatorio, a un hostigamiento fiscal.

Hace un mes Barack Obama fue a la cena de corresponsales en la Casa Blanca, a darse un baño de simpáticas bromas con sus admiradores de la prensa. Una de ellas la protagonizó Conan O'Brian, el agudo presentador de talk show de cara angulosa y lengua afilada. Subido a un atril, y después de reírse a base de bien del demócrata, dijo: "He hecho algunas bromas al presidente esta noche. Así que espero que me llegue mi auditoría fiscal". Risas. "Es lo común. Yo sé, señor, que es lo común". Más risas.

En abril pero del año pasado, otro periodista, Larry Conners, comenzó a sufrir un hostigamiento por parte del IRS, la Agencia Tributaria federal de los Estados Unidos. "El IRS comenzó a machacarme", ha dicho recientemente. Días antes había entrevistado a Barack Obama, que había lanzado ya su campaña para la reelección. Al principio pensó que era mera casualidad. "Pero ahora", dice Conners, “estoy preocupado (…) después de las informaciones sobre el acoso del IRS a varias organizaciones, y a sus miembros”. Y esto ya no es una broma.

El IRS ha estado sometiendo a al menos medio millar de organizaciones conservadoras de toda laya a un escrutinio discriminatorio, a un hostigamiento fiscal, y les ha solicitado información sobre sus donantes, sus ingresos y sus gastos. Algo que, como asociaciones sin ánimo de lucro, no están obligadas a hacer.

ProPublica, la asociación de periodismo de investigación, lleva más de un año investigando a asociaciones sin ánimo de lucro que defienden causas que se puedan considerar políticas. A diferencia de las plataformas de lanzamiento de un candidato, las denominadas PAC, estas organizaciones no tienen la obligación de desvelar quiénes son sus donantes. Según sus conclusiones,

en 2012, las asociaciones sin ánimo de lucro que no tenían la obligación de declarar quiénes son sus donantes destinaron la cantidad sin precedentes de 322 millones de dólares a la campaña. Gran parte de ese dinero, el 84 por ciento, provenía de grupos conservadores.

¿Adivinan con quién ha compartido el IRS parte de la información que ha recabado de las organizaciones conservadoras? Con la propia ProPublica. El objetivo es que esta organización independiente hiciese una denuncia prefabricada por la Administración Obama. Los donantes de derechas utilizan las plataformas conservadoras a pie de calle para favorecer sus objetivos políticos sin pasar el escrutinio que tienen que suportar las PAC. De modo que el IRS realiza un acoso fiscal a las organizaciones contrarias al Gobierno federal y utiliza la información obtenida para lanzar un segundo ataque contra las mismas, esta vez con la colaboración de una organización independiente, aunque encantada de colaborar con el hostigamiento a la derecha, como ProPublica.

Como ha recordado el gran James Bovard, que conoce toda la historia de la intromisión de los Gobiernos estadounidenses en la libertad de los ciudadanos, la Agencia Tributaria de aquel país tiene una larga historia de uso discriminatorio con objetivos políticos. Ya Franklin Roosevelt la utilizó para hostigar a los periódicos críticos. ¿Qué decir de Nixon? El segundo artículo de la petición de recusación del presidente republicano mencionaba precisamente el recurso a la cachiporra fiscal para perseguir a la oposición.

Lo sorprendente es que alguien se sorprenda. Este año se cumplen cien de la creación del impuesto sobre la renta. Es un impuesto ideológico y que se explica no sólo por la voracidad sin límites que tiene el Estado, sino por una insaciable voluntad de control y de poder sobre nuestras vidas. Porque es eso lo que le damos al Estado junto con nuestro dinero: la información de para quién trabajamos o a quién alquilamos un piso o un local. En qué nos gastamos el dinero, si le ofrecemos las pruebas que nos permitirán desgravarnos. Cómo organizamos nuestros negocios, a qué colegio llevamos a los hijos… todo. Se lo decimos todo. Se lo damos todo, incluso lo que debiera formar parte de nuestra intimidad.

Ya dije en una ocasión que los biógrafos no necesitarán los diarios de sus biografiados, les bastará acudir a la Agencia Tributaria. Casos como el del IRS son una consecuencia inescapable de nuestra rendida entrega al gran Leviatán fiscal.

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