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José María Marco

Lecciones de oposición

Los lobbies de liberados, y ahora también el PSOE, están escenificando lo que le espera a un posible Gobierno nacional del PP: habrá manifestaciones como las organizadas en Madrid y en Valencia, pero ahora contra el Ejecutivo central.

Disturbios sistemáticos en los hospitales, huelgas en Telemadrid, desórdenes en la Asamblea y actos de vandalismo contra el edificio marcan, por ahora, la campaña de los sindicatos (sería mejor decir lobbies de liberados) contra Esperanza Aguirre y su Gobierno. Ni el PSOE ni los lobbies de liberados toleran que en Madrid gobierne el PP. Si además quien gobierna lo hace con tan escasos complejos como Esperanza Aguirre, la trifulca está servida.

Hay más. Los lobbies de liberados, y ahora también el PSOE, están escenificando lo que le espera a un posible Gobierno nacional del PP. Si esta circunstancia se produce algún día, habrá manifestaciones como las organizadas en Madrid y en Valencia, pero ahora contra el Ejecutivo central. Si además, el PP se atreve a hacer algo en el terreno económico, habrá paros y huelgas, sin descartar una más que posible huelga general. Los llamados ciudadanos tendrán que aguantarse mientras los liberados y los que aspiran a serlo se desfogan. Todo culminará con una nueva exhibición, como la ocurrida en la segunda legislatura de Aznar, cuando la izquierda liberada y la política se lanzaron a una estrategia antisistema que culminó con el 11-M y la manipulación de las horas posteriores.

Desde los primeros años de Felipe González, nadie en España se ha atrevido a enfrentarse a ellos. Y desde la huelga general de 1988, es objetivo prioritario de todo gobernante español cuidarlos, o al menos no molestarlos. Después de dos legislaturas de socialismo zapaterista, es decir después de dos años de pleitesía a los liberados de toda laya, los sindicatos están crecidos como nunca. Pocas organizaciones hay más poderosas que ellos. Implícitamente están enviando a los electores un mensaje bien claro: el PP, causante de la crisis que nunca existió y firme enemigo de los derechos sociales, la protección social y la solidaridad social, será también el que traiga la crispación, el desorden y la inestabilidad. En un electorado tan ultraconservador como el español, la eficacia está asegurada. Ya sabe el PP qué enemigo tiene enfrente y cuáles son las tácticas de oposición que va a utilizar cuando llegue el momento.

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