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Juan Morote

La dejación de funciones

Se ha abierto por parte de casi todas las autoridades públicas una puerta que rompe claramente el equilibrio entre los distintos titulares de derechos. A saber, la permisividad.

La democracia es un sistema delicado, de equilibrio inestable. Si bien es cierto que la esencia de la democracia se halla en el cambio pacífico de un Gobierno, sin necesidad de recurrir a la violencia, no es menos cierto que es el único sistema político donde los derechos naturales y libertades fundamentales de los ciudadanos pueden verse reconocidos y amparados. Dentro de lo que supone el ejercicio de derechos, estos se hallan también en una armonía frágil. Así, en ocasiones, para que puedan ejercerse algunos derechos otros deben cesar en su posibilidad de uso o disfrute. De modo que cuando hay una manifestación, se priva al resto de ciudadanos del ejercicio de su derecho a la libertad deambulatoria. Por eso es tan importante que la ley regule el ejercicio de determinados derechos para garantizar su compatibilidad con el resto de derechos de los demás. Y por idéntica razón, es fundamental que los derechos que pueden entrar en colisión con el ejercicio de otros ajenos se disfruten con estricto sometimiento a lo establecido en la legislación vigente.

En España, que desgraciadamente sigue siendo diferente en tantas cosas, se ha abierto por parte de casi todas las autoridades públicas una puerta que rompe claramente el equilibrio entre los distintos titulares de derechos. A saber, la permisividad, la complicidad con el delito que de modo continuado están cometiendo los autodenominados indignados, necesariamente va a abrir las puertas a otro tipo de desórdenes. La complacencia de los gobernantes con los del 15-M merma la autoridad de las fuerzas de seguridad, cuyo papel ha quedado reducido al de custodiar a los radicales en lugar de proteger al resto de ciudadanos frente a ellos. No es de extrañar, y muchas veces nos tendremos que acordar de Hayek y su profética dedicatoria: a los socialistas de todos los partidos. Debemos recordar que los socialistas piensan que la ley está para cumplirla, única y exclusivamente si les favorece en sus objetivos políticos, en caso contrario lo procedente es ignorarla.

Hoy hemos asistido con estupor a una escena que se veía venir: sale el cadáver andante del otrora risueño Rodríguez Zapatero y dice muy campanudo que no va a permitir la intimidación. Entonces, ¿qué es lo que han estado haciendo estos roñosos en el último mes y medio? Acaso no han impedido al resto de españoles utilizar los espacios públicos de los que se han enseñoreado. ¿No es verdad que han llegado a amedrentar a parlamentarios y concejales? La dejación de funciones practicada desembocó el domingo en la primera manifestación de la historia de la democracia contra la oposición, lo que barrunto es que el interpelado no se dio por aludido.

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