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Juan Morote

¡Qué tranquilidad, doña Celia!

Cuando dice "nosotros vamos a decidir lo que queremos" entiendo que en modo alguno se refiere a su marido y a usted, como sin duda habrán interpretado algunos malpensados. ¡Fíjese qué mala es la gente!

No sabe usted lo tranquilo que me ha dejado al declarar que no consentiría que un medio de comunicación impusiera ningún líder al Partido Popular. Di un sonoro suspiro, ¡qué alivio! Pues desconocía que Rajoy fuera conducido al congreso en el anda del diario El País, seguido en laica procesión por la caterva mediática que practica un seguidismo del mismo, casi rayano en el delito contra la propiedad intelectual.

Menos mal, de verdad, doña Celia. Ya me veía otra vez con las instrucciones de los causahabientes de Polanco I, posicionándose como en el año 1996. Usted se acordará, claro mujer, si su marido vive de esto... Aquel año Aznar cometió el inefable pecado de derrotar en las urnas a Felipe González, al PSOE, a PRISA y a sus secuaces. Días después, el grupo de mamporreros mediáticos a los que usted sin duda se refiere trataron de llevar al sustituto de Verstrynge, es decir, a Alberto Ruiz-Gallardón, a la Moncloa, en lugar de a José María Aznar. Sin embargo, no se percataron de que al delfín de Fraga, delfín de segunda mesa, no lo querían en el partido ni sus parientes.

Cuando dice "nosotros vamos a decidir lo que queremos" entiendo que en modo alguno se refiere a su marido y a usted, como sin duda habrán interpretado algunos malpensados. ¡Fíjese qué mala es la gente! Igualmente, cuando recuerda que la mayoría del partido ya ha decidido que Rajoy merece su apoyo, no quiere decir que como los militantes no se han enterado del tema de los avales ya está todo el pescado vendido, sino que pretende exponer que toda la pasión que ha despertado el cambio del PP, consistente en un mero matiz del sólido posicionamiento ideológico del señor Rajoy, va a provocar una adhesión en el congreso de Valencia como nunca antes la soñaron Ceaucescu o Chervenkov.

¡Qué desazón tenía antes de leer sus declaraciones! Obsérvese la coherencia de sus aseveraciones: como todos los miembros de Comité Ejecutivo del Partido Popular dijeron que apoyarían a Rajoy, pues, evidentemente, tienen que apoyarle, ¡faltaría más! Qué desagradables son esos maledicientes, que van por ahí diciendo que, como Rajoy ha variado sus posicionamientos fundamentales, los que en su día le apoyaron hoy deben reconsiderar su voto. ¡Hasta ahí podíamos llegar! No advierten que, en realidad, no pasa nada: casi todos siguen con su cargo y todo el mundo sigue cobrando. Eso sí, unos mucho más que otros.

Así que lo dicho, doña Celia. Aunque sigo sin saber quién es el tamborilero inaccesible al desaliento al que usted se refiere. Lamentablemente, como sólo oigo la COPE, leo Libertad Digital, El Mundo, el ABC, y no veo televisión, pues no lo he podido encontrar.

Doña Celia, qué tranquilidad tendremos el día que dejemos de oír a los voceros del que manda en el partido aplaudiendo sus desastres, sin saber si lo hacen por ignorancia, por miedo, por malicia o por mantener una suculenta nómina conyugal. Por cierto, ¿cuál es su caso?

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