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Luis Hernández Arroyo

El debate que no tuvo lugar

Sin el euro, los tipos de interés habrían sido sensiblemente más altos que los que han propiciado los desequilibrios actuales. Por ello tiene razón Recarte: los precios de los pisos no habrían aumentado tanto.

Recomiendo que vean el programa de Libertad Digital TV sobre el Informe Recarte III, pues al final del mismo se habla del "famoso" debate que nunca hubo en este país: el de la entrada de España en el euro, atados de pies y manos para siempre.

De un lado se vieron los manidos argumentos que se esgrimieron ya entonces para hacernos comulgar con ruedas de molino. Del otro, un poco de sentido común. Lo que me escandaliza es que los seudo-liberales que convencieron al Gobierno para que emprendiera esta aventura, al analizar el escenario alternativo de qué hubiera pasado con la peseta, nunca tengan en cuenta a los mercados como vigilantes mucho más eficaces que los Estados y el BCE. Como dice Recarte en ese debate, el fondo argumental de los partidarios de euro es que España es ingobernable, y sin él, la indisciplina monetaria hubiera sido apoteósica. Pues no.

En un país, como lo era ya España, con mercados liberalizados frente al exterior, la disciplina monetaria hubiera sido, de hecho, mayor. Y es que la gestión del Banco de España tendría que haber sido ejemplar para que los mercados no nos cargaran primas de riesgo especiales en nuestros préstamos exteriores. Luego los tipos de interés del Banco de España habrían sido más altos que los del BCE. No es una conjetura: mírese a Reino Unido, que se quedó fuera del euro y ha mantenido una disciplina monetaria muy severa, con tipos de interés de hasta el 5,5%.

España habría tenido que pagar dos primas adicionales sobre el tipo de interés de la zona del euro para poder endeudarse fuera: una, por mayor riesgo de crédito y otra, por riesgo cambiario (dado que estaría abierta la posibilidad de depreciación de la peseta frente al euro). En suma, tipos de interés sensiblemente más altos que los que han propiciado los desequilibrios actuales. Por ello tiene razón Recarte: los precios de los pisos no habrían aumentado tanto. Y a ello añado: el déficit exterior habría sido mucho más pequeño, al haber entrado menos financiación. Y añado de nuevo: la inflación también habría sido menor. Sólo por la disciplina de mercado en la que no creen sus propagandistas. Son déspotas benevolentes.

En otras palabras, el crecimiento habría sido menor pero más armónico, más selectivo en las decisiones de inversión. La burbuja inmobiliaria no habría alcanzado esas magnitudes absurdas, pues sencillamente no habría habido tanto crédito disponible ni tan barato.

El debate sobre el euro fue en su momento un debate político. Sin embargo, no puede considerarse un debate acabado, pues lo que nos está pasando es resultado precisamente de la ausencia de voces críticas en aquel momento crucial. En aquel momento se les consideraba antipatriotas, tal y como se hace ahora con los que hablan de la gravedad de la crisis. Entonces tuve mis dudas: ahora estoy convencido de que no habría pasado nada raro si la peseta se hubiera quedado fuera del euro. Visto lo que realmente ha sucedido, con el resultado de una pesadilla horrorosa que todavía no sabemos cómo vamos a digerir, no creo que exagere. Y, a igualdad de condiciones, seguro que con la soberanía monetaria saldríamos mejor de esta pesadilla.

En fin, me parece que es una defensa de la soberanía monetaria bastante sensata, basada en que si los mercados funcionan y asignan bien el riesgo, el coste de financiación iguala marginalmente la rentabilidad de la inversión. Por ello, la entrada de financiación, el déficit y la inflación de viviendas habría sido menor o inexistente.

El euro supuso cegar esas vías de control del riesgo por parte de unos mercados que asumieron una estabilidad monetaria garantizada (y más para España) que mostraba una disciplina fiscal que no tenían los países dominantes. Hubo una conjugación de factores que adormecieron las señales de alerta, a lo que se añade que la política monetaria fue mucho más laxa que lo habría sido con la peseta.

¿Se cree que este debate ha terminado? No tuvo lugar cuando debió tenerlo y sigue sofocado por los que se sometieron al poder político con argumentos falaces, pero el tema continuará de actualidad, pues hay leyes económicas que no se pueden transgredir sin pagar un precio. Esas leyes no las establece la lógica, sino la historia: con el euro se instauró un banco emisor para Gobiernos soberanos distintos por primera vez en la historia y eso debió de despertar las alarmas y preguntarnos por qué siempre que se había intentado lo mismo había fracasado. Una afrenta, un pecado de constructivismo, que seguirá flotando sobre Europa muchos años.

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