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Manuel Ayau

Promesas de empleo

Dedico esta columna a los políticos que además de querer ganar elecciones quieran también cumplir sus promesas de aumentar el empleo. Su lectura será provechosa también para los ciudadanos que no quieren seguir siendo engañados con falsas promesas.

Primero. ¿Cuánto cuesta crear cada puesto de trabajo? El costo es la inversión de capital requerida para que físicamente exista lugar adonde ir a trabajar; es decir, una fábrica, una obra de construcción, una industria, las máquinas y herramientas para ser eficiente y competitivo. Para que surja una oportunidad de trabajo se necesita previamente una inversión que requiera personal. Ese detalle a menudo se pasa por alto.

Por ejemplo, si una empresa costó un millón y empleó a diez personas el costo es de cien mil por cada empleo. Hay industrias donde cada empleo cuesta varios millones de quetzales. Lo interesante es que para que aumenten los salarios en todas partes basta que se hagan inversiones en otro lado, así como las inversiones en maquiladoras aumentaron los salarios de las cocineras. Basta que aumente la demanda de mano de obra para que suban todos los salarios. Y cada nueva inversión puja su poquito.

¿Por qué invierte la gente? Obviamente que para obtener ganancias. Entonces, si quieren crear plazas de trabajo que requieren inversión, ¿le pondría usted un impuesto a las ganancias? ¿A la creación de plazas de trabajo? Saltarán con que de qué va a vivir el gobierno y contesto que desalentando las inversiones tendrá pocos ingresos fiscales porque los impuestos sólo son una tajada de la producción y si esta es pequeña, el ingreso fiscal será bajo.

De todas maneras, el solo hecho de cobrar el impuesto a las ganancias es empobrecedor porque implica un enorme gasto en proporción a lo cobrado. En Estados Unidos se calcula que cobrar cada dólar cuesta al país 65 centavos. En pocas palabras, es absurdo que un país pobre tenga un impuesto sobre la renta y existe en Guatemala porque se nos impuso, según me dijo Manuel Ydigoras –presidente de Guatemala desde 1958 a 1963–, bajo amenaza de que nos retiraran la ayuda económica. El efecto de ese impuesto a las ganancias es reducir las plazas de trabajo.

Para tener una idea clara de la magnitud de la inversión requerida, calcule cuánto se necesitaría para dar empleo decente a un millón de personas. Multiplique Q500.000 x 1.000.000 y el resultado es quinientos mil millones de quetzales. Tan gigantesca inversión no se logrará hasta que seamos rentables y eficientes, lo cual lo impedirá el Tratado de Libre Comercio, que no es libre sino proteccionista.

Olvídese de lograr ser eficiente mientras tengamos aduanas, intereses arriba del 7% e impuesto sobre la renta. Y ¿el gobierno? que viva sólo del IVA que es un impuesto que no distorsiona la economía ni grava la fuente de capitalización (las ganancias) y que, como no impide el crecimiento de la economía, permite que aumenten los ingresos fiscales. Se trata de algo tan lógico que hasta los diputados y el vicepresidente lo deberían poder entender.

Incierto, dirán quienes confunden ahorro con inversión, pues equivocadamente creen que las tasas bajas de interés desalientan el ahorro y no aprecian que altos intereses desalientan la inversión porque restan eficiencia económica (competitividad), igual que la restaría la energía cara o cualquier otro insumo costoso. Y si eso no basta, disminuye el rendimiento y el objeto mismo de la inversión.

Y por último, sólo con el estorbo, costo y molestias que significa tener aduanas, olvídese de que seremos competitivos, ya que además de aumentar los costos, distorsionan y corrompen la economía, empobrecen a los consumidores y, consecuentemente, nuestros mercados internos y nuestras empresas dejan de crecer.

Aquí están las recetas concretas para el candidato que quiera entender qué es lo que tiene que hacer para cumplir sus vagas promesas electorales.

Manuel Ayau es ingeniero y empresario guatemalteco, fundador de la Universidad Francisco Marroquín y ex presidente de la Sociedad Mont Pelerin.

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