Menú
Michelle Malkin

Piense antes de refunfuñar

Perder a un hijo es ya bastante devastador. ¿Perder tres? ¿Mientras uno se está recuperando de unas traumáticas lesiones de guerra? ¿Y enterrar a tres angelitos apenas unas semanas antes de Acción de Gracias?

Antes de perder los nervios debido a las molestias que hay que soportar en los aeropuertos en las fiestas, las largas colas en las tiendas, todas las horas que se pasará cocinando y limpiando, los gorrones que se cuelan en la fiesta futbolera de su marido y la interminable lista de compras de Navidad, deténgase un momento.

Deténganse y piense en la familia Johnson. El soldado John Austin Johnson, de El Paso, Texas, se está recuperando de numerosas heridas en la cabeza producidas por un atentado con un explosivo casero. Johnson es miembro de la unidad de caballería 4 -1 de Fort Bliss. Había sobrevivido a cinco ataques anteriores del mismo tipo. Pero eso no es todo.

A primeros de noviembre, Johnson y su esposa Mona Lisa enterraron a su hijo de nueve años, Tyler Anthony Johnson. El pequeño había pasado varias semanas conectado a un respirador tras sufrir heridas de gravedad en un horrible accidente de tráfico. Viajaba con su familia para ver a su padre, que se recuperaba en el Brooke Army Medical Center en San Antonio. Nunca llegó. El coche de la familia dio varias vueltas de campana tras ser azotado por una fuerte ráfaga de viento. Tyler fue enterrado en el Pinecrest Memorial Park de Benton, Ark. Pero eso no es todo.

Los Johnson tenían dos hijos más. Ashley Mishelle tenía cinco años. Logan Wesley tenía dos. Murieron en el acto en el mismo accidente de tráfico que se cobró la vida de su hermano mayor. Durante el funeral, según informó el Benton Courier, sonó la canción preferida de Ashley Mishelle (Pieces of me, de Ashley Simpson) y la sobrecogedora In the arms of an Angel, de Sarah McLachlan. Un oficial retirado donó las palomas blancas.

Perder a un hijo es ya bastante devastador. ¿Perder tres? ¿Mientras uno se está recuperando de unas traumáticas lesiones de guerra? ¿Y enterrar a tres angelitos apenas unas semanas antes de Acción de Gracias? No hay padre que tras saber del sufrimiento de los Jonson, pueda darse el gusto de caer en los lamentos ridículos y egoístas de los quejicas navideños y los rabiosos del volante. Los lloricas que aparecen en los telediarios regodeándose en la autocompasión por un atasco de unas horas en la carretera o en su vuelo deberían tranquilizarse y ver las cosas con más perspectiva.

Fue C. S. Lewis quien escribió estas célebres palabras: "Dios nos susurra en nuestros placeres, nos habla en nuestra conciencia, pero nos grita en nuestro dolor: es Su megáfono para despertar a un mundo sordo". Afortunadamente, innumerables ciudadanos se conmovieron ante la situación de los Johnson y demostraron que el espíritu generoso de los norteamericanos está presente los 365 días del año.

Más de 200 moteros de la Patriot Guard, el colectivo de entusiastas de la moto que proporcionan voluntariamente protección durante los funerales militares, portaron el féretro de Tyler. Viajaron desde Arkansas, Tennessee y Luisiana. Donantes anónimos pagaron las tumbas y lápidas de los niños. Pero eso no es todo.

Soldier's Angels pagó estancias de hotel para la numerosa familia de los Johnson en Dallas, según contó al American Forces Press Service un funcionario del Brooke Army Medical Center. La organización también les dio dinero para comida y otras necesidades básicas. La organización de servicios para veteranos de Dallas y los Veteranos de Guerras Extranjeras pagaron la gasolina de los coches de alquiler, que fueron ofrecidos por Hertz y National. Pero eso no es todo.

El programa Hero Miles de la Fundación Fisher House pagó los viajes de Johnson para que pudiera ver a su esposa en el hospital. American Airlinesse hizo cargo de las facturas del viaje de los Johnson para acudir a los funerales de sus hijos. La asociación de golfistas profesionales recaudó 95.000 dólares para un coche nuevo y otros gastos. Operation Homefront utilizará parte de los fondos recaudados para construir en Fort Bliss un patio de recreo conmemorativo en honor a los niños.

Antes de que las fiestas saquen lo peor de usted, piensa antes de refunfuñar. Dé gracias por una casa ruidosa, unos niños sanos y la compañía desbordante. Dé gracias por las mesas repletas de comida, los inquietos vecinos y amigos, la vida y la salud. Y dé gracias por aquellos que se dan a sí mismos –como servicio a nuestra nación, como deber cívico y en respuesta a Su llamada– todo el año. Eso es todo.

En Sociedad

    0
    comentarios