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Percival Manglano

¿Son ultras sólo los de derechas?

Es indudable el éxito de la propaganda de izquierdas para asociar en el imaginario colectivo español lo 'ultra' y lo 'extremo' con la derecha.

Es indudable el éxito de la propaganda de izquierdas para asociar en el imaginario colectivo español lo 'ultra' y lo 'extremo' con la derecha.

Ayer hice el siguiente experimento: introduje la expresión "partido ultraderecha" en Google y me salieron 2,4 millones de resultados; tecleé "partido ultraizquierda" y me salieron 135.000 (casi veinte veces menos). A continuación introduje "partido de extrema derecha" y aparecieron 6,2 millones de resultados, frente a los 576.000 resultados de "partido de extrema izquierda" (once veces menos). Por último, introduje "partido ultra" y me salió una noticia sobre Izquierda Unida. Pero la noticia no se refería al extremismo de IU sino al hecho de que este partido acaba de exigir al Gobierno la ilegalización de los partidos de extrema derecha.

Más ejemplos. Las elecciones austriacas del pasado fin de semana resultaron en un "auge ultraderechista en Austria" según El Mundo y las noruegas de hace tres semanas supusieron para El País que "la ultraderecha tiene la llave del futuro Gobierno de Noruega". En ambos casos, el partido aludido había quedado tercero en las elecciones. Cuando IU quedó tercera en las pasadas elecciones andaluzas, a ningún medio se le ocurrió titular la noticia: "El PSOE, dispuesto a pactar con la ultraizquierda para gobernar en Andalucía".

Otro partido de extrema izquierda que quedó tercero en unas recientes elecciones fue Die Linke (La Izquierda), el partido heredero de los comunistas alemanes. Tampoco hubo ningún titular al respecto. Y ello pese a que la Oficina Federal para la Protección de la Constitución (la agencia de seguridad interior alemana) ha tenido bajo vigilancia a un tercio de sus diputados en la anterior legislatura a cuenta de sus tendencias extremistas; o a que en 2011, durante el 50 aniversario de la construcción del Muro de Berlín, una diputada regional del partido se negó a guardar un minuto de silencio y aseguró que hubo que cerrar la frontera por culpa de la "Alemania fascista"; o a que las juventudes de Die Linke titularon su periódico en esas mismas fechas con un enorme "Gracias" por los 28 años del Muro.

La izquierda alemana, sin embargo, sí que ha querido mantener las distancias con este partido ultra. El candidato del SPD a canciller, Peer Steinbrück, avisó durante la campaña de que no pactaría con él para llegar al Gobierno. En virtud de ello, el partido alemán más votado –la CDU de Merkel– podrá gobernar. No deberá irse a la oposición por culpa de una alianza de todos los demás partidos en su contra, como ocurrió en Andalucía o en tantas otras regiones y municipios españoles. Esta misma forma de entender la política llevó a Steinbrück a dimitir pese a que el SPD había subido en 1,2 millones de votos; aquí, la pérdida de 4 millones de votos en las elecciones de 2011 fue el preámbulo del ascenso de Rubalcaba al liderazgo del PSOE.

Mientras que una izquierda moderna como la alemana (o la británica) se diferencia de la extrema izquierda, la izquierda española intenta confundirse con ella. Así lo ha denunciado Cayo Lara, quien acusó al PSOE de copiar el discurso de IU para intentar "derrocar" al Gobierno. Dijo Lara: "Ahora quien escuche al PSOE no sabe si escucha al PSOE o a IU. Se puede confundir perfectamente".

Dicho esto, alguien podría argumentar que ningún miembro de Die Linke o de IU promueve o comete asesinatos como sí lo hacen los de Amanecer Dorado, el partido filonazi griego. Aun así, hay partidos de ultraizquierda españoles que sí lo han hecho y no por ello son calificados habitualmente de "ultras", ni pide IU su ilegalización; más bien al contrario. Sortu, el partido filoetarra legalizado en 2012, defiende una "Euskal Herría libre, socialista, feminista y euskaldún". Su secretario general, Arnaldo Otegi -el hombre que hizo un discurso por la paz, según Zapatero-, está en la cárcel por pertenencia a organización terrorista. Pese a ello, Cayo Lara consideró la legalización de este partido una "buena noticia" que ayudará a la "normalización" de la vida en el País Vasco. Y ahora pide la ilegalización y disolución de los partidos de extrema derecha…

Es indudable el éxito de la propaganda de izquierdas para asociar en el imaginario colectivo español lo ultra y lo extremo con la derecha. El extremismo verdadero es, según esta propaganda, el de la derecha; el de la izquierda es simplemente un mayor compromiso con la justicia social. La virtud, para la jurásica izquierda española, está en su lado extremo.

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