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Pío Moa

Una vergüenza de Madrid

"Viene la policía municipal con la grúa y retira mi coche, que estaba bien aparcado, porque necesitaban hacer no sé qué obra de una o dos horas. En vez de devolverlo luego a su sitio, lo depositan en el aparcamiento de Barceló, y cuando quiero llevármelo me dicen que tengo que ir a un lugar, al otro lado de la ciudad, para que me den un papel diciendo que el coche no tiene cargos y autorizándome la retirada. Ni los individuos de la grúa ni los guardias me permiten ir simplemente y retirar mi vehículo. Esto me supone perder la mañana, gastarme dinero en taxis y aplazar un viaje, todo por un enredo ¡que han armado ellos! Telefoneo a unos y a otros. No hay manera. Es como chocar contra un muro. Te invocan no sé qué ordenanzas o normas, y ya no hablas con servidores públicos, sino con adoquines. Una guardia de la porra me dice que no puedo hablar con su superior, porque está de patrulla y no vuelve hasta horas más tarde, y que la policía no tiene medios porque no quiere dárselos el Ayuntamiento. ¿Faltan medios o falta vergüenza? La sensación de impotencia, de sufrir una completa falta de respeto como ciudadana, la rabia, puedes imaginártela".

Coincido con mi amiga. La policía municipal, maleada por los ayuntamientos socialistas, sigue siendo una de las vergüenzas de Madrid.. Hace poco, grupos de esos guardias hicieron una manifestación ilegal, y la policía nacional, lógicamente, les sacudió la badana. La reacción de sus representantes, absolutamente golfa, fue mostrar su indignación por haber sido golpeados "por unos compañeros". En cuanto les dejaran, establecerían una solidaridad mafiosa "entre compañeros", y contra el ciudadano, saltándose las leyes. Una tendencia sumamente peligrosa y que no ha recibido suficiente crítica. Al día siguiente, en venganza, los municipales retiraron vehículos de la policía nacional, según informó la prensa. ¿Es que estaban mal aparcados, y que por "compañerismo" les permiten aparcarlos mal normalmente? ¡Qué alarmante impresión causan estas cosas!

Podría contar numerosas anécdotas, propias y ajenas, sobre la prepotencia, inepcia y falta de espíritu de servicio al ciudadano por parte de estos policías, cuya actitud trasluce a menudo el deseo de cabrear a la gente contra el Ayuntamiento que les quitó algunas prebendas abusivas otorgadas por las autoridades anteriores. Como siempre, no se puede decir que todos sean así, y seguramente hay guardias excelentes, pero a menudo uno saca la conclusión de que los que "son así" son también los que "cortan el bacalao" y dan una pésima imagen de todo el cuerpo. No sólo de él, sino también del Ayuntamiento, el primer responsable, en definitiva, de tales actitudes y de mantener normas burocráticas absurdas.

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