Menú
Raúl Vilas

Cayos y centellas

Mucho me temo que los grandes triunfadores de las próximas citas electorales serán Izquierda Unida y sus suburbios ideológicos.

Mucho me temo que los grandes triunfadores de las próximas citas electorales serán Izquierda Unida y sus suburbios ideológicos, vestidos de verde o de bolivariano-complutense. La hegemonía de la izquierda, en sus versiones cada vez más extremistas y liberticidas, entre las generaciones más jóvenes es aterradora. Con esto sucede lo mismo que con el nacionalismo. La clave de su éxito está en la incomparecencia del rival. Obviamente, no se debe al vigor de su discurso ni al magnetismo irresistible de sus líderes. Hasta un marciano recién aterrizado convendría en que tipos como Cayo Lara o José Luis Centella son lo que son. No hace falta ni decirlo.

En cuanto a la ideas anticapitalistas, baste con la imagen que nos ha dejado este Primero de Mayo para comprobar que no se compadecen con la realidad. En la España de la pobreza extrema y los niños malnutridos –según la pintan algunos–, la oprimida clase obrera ha colapsado las carreteras para irse de puente, mientras los sindicatos vociferaban ante cuatro gatos contra los malísimos empresarios. Esto no quiere decir que no haya mucha gente que lo esté pasando mal ni que la situación económica sea buena, pero lo cierto es que, a pesar de padecer consecutivamente a los dos peores Gobiernos de Europa y estar sometida a un saqueo fiscal confiscatorio, la clase media resiste, a duras penas pero resiste, a la crisis. Y eso es gracias al esfuerzo del sector privado, de las empresas y los trabajadores autónomos. Los únicos sectores productivos, de los que el Estado no es más que un parásito. O sea, gracias al capitalismo.

¿Cómo es posible entonces que el anticapitalismo tenga cada vez mayor predicamento? Es cierto que demonizar al rico, el resentimiento social y la demagogia igualitarista son argumentos populistas de muy fácil digestión. Pero el verdadero problema está en la derecha oficial, política y mediática. Es, sin duda, lo peor de España. Llevan décadas rehuyendo el combate ideológico. Han entregado a la izquierda las dos armas más eficaces para el adoctrinamiento: la educación y los medios de comunicación. Ni siquiera en los tiempos, tan añorados hoy, del aznarismo se hizo nada para revertir la situación, y se podían hacer muchas cosas, vaya si se podía. Recuérdese cómo Esperanza Aguirre fue apartada del Ministerio Educación cuando intentó una auténtica reforma del sistema; el incumplimiento de la sentencia del Antenicidio o la bajada de pantalones del Gobierno tras la fracasada huelga general del 2002, cuando retiró una reforma laboral que habría salvado muchos puestos de trabajo años después, al estallar la crisis.

Con personajes tan nefastos como Rajoy y Soraya, los males de la derecha han llegado al paroxismo: complejos y cobardía moral frente a la izquierda y un ejercicio despótico del poder con los propios. ¡Cuidado, que vienen los nuestros! Quien, desde los medios, se ha salido de este guión ha sido sometido, por la propia derecha, al linchamiento público y condenado a la muerte civil. Lo del nacionalismo ya no tiene remedio y esto va por el mismo camino. Ahora, sin poder, Cayo y Centella pueden parecer personajillos divertidos. Pero cuando lo tengan veremos caer auténticos rayos y centellas sobre nuestras cabezas. Y maldita la gracia.

Temas

En España

    0
    comentarios