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Víctor Llano

¡Noooo, mi Reina!

Y ya no están para muchos más retos. No sabrían morir sin enemigos. Preferirían que Obama llegase después de sus funerales. A Hart le consta que mientras vivan necesitan de la trola del embargo que jamás existió.

Según asegura Pilar Urbano en su último libro, la Reina de España le contó que cuando le preguntó a Fidel Castro: "¿Por qué no abres un poquito, un poquito, sólo un poquito...?" Éste le contestó: "¡Noooo, mi Reina! No puedo. Si abro un poquito enseguida querrán un muchito. Eso ya lo hará mi sucesor". Lo que no sabemos es cómo continuó la conversación. Ignoramos si Doña Sofía le recordó los Derechos Humanos o si prefirió preguntarle por la salud de Alicia Alonso. En cualquier caso, salvo en lo que hará su sucesor, por una vez Castro no mintió a la Corona que tanto le sonrió. Ya está muy mayor. Ni él ni sus herederos se atreven a abrir la más pequeña de las ventanas. Temen que si las abren entre un viento que les desbarate. Mejor dejar las cosas como están.

Tal vez por eso ya no estén tan convencidos de que les beneficie que Barack Obama alcance la presidencia de los Estados Unidos. ¿Qué sería de su patraña de no poder ocultarla en el supuesto odio de la supuesta potencia enemiga? ¿Dónde esconderían su fracaso? Ya no podrían asustar a sus víctimas con el hombre del saco que jamás les amenazó. A juicio de Armando Hart, tan histórico como destacado embustero del único partido que los tiranos simulan tolerar, si Obama gana las elecciones y se afloja ante la tiranía ésta estará ante "el reto inmenso de cómo enfrentar un tiempo nuevo en la lucha cultural contra el enemigo". Y ya no están para muchos más retos. No sabrían morir sin enemigos. Preferirían que Obama llegase después de sus funerales. A Hart le consta que mientras vivan necesitan de la trola del embargo que jamás existió. No olvidó lo que le reconoció a Aznar el máximo líder de los cuatreros multimillonarios.

Tras medio siglo de torturas y de patrañas no nos sorprende que los ancianos torturadores sientan vértigo ante la posibilidad de tener que morir entre cambios que nunca imaginaron. A las que no entendemos son a muchas de sus víctimas. Cuentan las crónicas que entre las más jóvenes se celebraría el triunfo del candidato que dice estar dispuesto a entrevistarse con sus verdugos. Según el corresponsal del diario El País en Miami, algunos exiliados se cansaron de "chocar contra la pared" y en contra de toda esperanza no rechazan que se dialogue con ella. No sé si son muchos o pocos los que están dispuestos a rendirse, lo que no lograrán jamás es que se olvide la lucha del mejor exilio que jamás existió. Además, si algún periodista del grupo PRISA se interesara por lo que piensan los cubanos lo que tendría que hacer es pedirles permiso a los carceleros para que le permitieran entrevistar a Óscar Elías Biscet. No le contaría chismes como los que conocemos gracias a Pilar Urbano. Los torturados no están para chismes más o menos autorizados ni se conforman con que sus torturadores "abran un poquito". De su sufrimiento aprendieron que sólo los chiflados intentar dialogar con las paredes.

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