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Cristina Losada

Los amigos de la ETA

El alcalde, Vicente Irisarri, del PSOE, tiene claro quién merece respeto y quién no. Así lo manifestaba: "Hay que tener respeto por una banda que hace un tipo de música determinada". A las víctimas del terrorismo, en cambio, que les den.

La contratación con dinero público de varios grupos musicales que se distinguen por su connivencia ideológica con ETA ha permitido echar un vistazo a la fibra moral y política de unos cuantos alcaldes y concejales que, por lo demás, permanecían en un benéfico anonimato. Benéfico para ellos, quiero decir. Su irrupción en escena a cuenta de esos conciertos o desconciertos ha mostrado hasta dónde llega la descomposición de aquella fibra. Si la cabeza está podrida, no hay que esperar mejor condición en el resto. Pero tampoco peor. Y es peor. Pues a la putrefacción de arriba se une, en esos cargos locales, la falta de habilidad para el disimulo. No suelen necesitarla, de ahí. Y valga como ejemplo el caso de Ferrol.

La AVT envió al ayuntamiento una carta en la que pedía que no actuara en las fiestas un grupo italiano que vitorea a la ETA, y el consistorio decidió no responder. Luego sabríamos por qué. Y es que el alcalde, Vicente Irisarri, del PSOE, tiene claro quién merece respeto y quién no. Así lo manifestaba: "Hay que tener respeto por una banda que hace un tipo de música determinada". A las víctimas del terrorismo, en cambio, que les den. A ser posible, en la cresta. De hecho, en el concierto en cuestión hubo voces contra la AVT. Pues a las víctimas, mientras callen y traguen se las tolera. Pero cuando protestan por un acto público de los partidarios de sus verdugos, son ignoradas y vituperadas y enviadas a la perrera de los apestados con las consabidas e infamantes etiquetas. ¡A quién se le ocurre oponerse a entregar dinero público a los amigos de la ETA! Pues esos italianos lo son y no lo ocultan. Como decenas de grupos españoles y extranjeros. Hace años que toda una constelación musical gira en torno a la banda terrorista vasca. Razón de que en el marco del Acuerdo por las Libertades los dos partidos firmantes se comprometieran a no contratar a esos satélites. Roto el pacto por Zapatero, los Irisarris actúan en consecuencia.

Y con torpeza. Argumentó el alcalde ferrolano que la demanda de las víctimas le había dado a la banda –la musical– una publicidad inestimable. Esto es, para el citado caballero, la revelación de que un grupo llama a ETA "el brazo del pueblo" y celebra sus atentados, le reporta más público en lugar de menos. No hubiera pensado yo que por Ferrol y aledaños pulularan tantos simpatizantes del terrorismo nacionalista. Ni lo pienso. Pero sí otra cosa: que los que conforman ese ayuntamiento tienen más simpatía por los amigos de ETA que por las víctimas de ETA. Entre las cuales se cuentan no pocos compañeros de partido de Irisarri. Como parece haberlo olvidado, lo recuerdo.

Tanto el alcalde como su concejala de Cultura, de IU, se han demostrado acérrimos partidarios de la pluralidad y de que todo el mundo se exprese libremente. Bravo. Pero algo nos dice que eso es cuento. Pues si no pusieran limitación alguna a la libre expresión, cualquier día contratarán para las fiestas a un grupo que dé vivas a los nazis. Conste que los métodos de amedrentamiento de la población que utilizan los proetarras no tienen nada que envidiar a las camisas pardas; que la ideología de ETA es igualmente nacionalista, socialista y totalitaria; y su inspirador, un racista consumado. Una diferencia es que la ETA impone ahora mismo el terror en una parte de España. Y otra, la esencial para el caso, radica en la rotulación. Es nacionalista y de izquierdas y para algunos, pues, de la familia.

Siempre ha habido quienes, al modo del orate Xirinacs, se declaran enemigos de España y amigos de la ETA. Lo segundo, sobre todo, en razón de lo primero. Ahora han ido a más gracias a la legitimidad que les ha insuflado la política de Zapatero.

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