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John Stossel

Por qué EEUU puntúa bajo en las clasificaciones de la OMS

Hay que ser muy crédulo para escuchar que Estados Unidos está lejos de los primeros puestos y tragárselo sin más. Los enfermos vienen a este país en busca de tratamiento.

El New York Times afirmaba recientemente que "la preocupante verdad (...) es que los Estados Unidos es un país rezagado y no un líder a la hora de proporcionar una sanidad de calidad". Como de costumbre, los editores del Times se equivocan.

Sus pruebas son una clasificación del año 2000 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 191 naciones y un estudio del Commonwealth Fund sobre la sanidad de los países ricos difundido el pasado mayo. En el primero, Estados Unidos acabó en el puesto 37, por detrás de naciones como Marruecos, Chipre o Costa Rica. En primer y segundo lugar estaban Francia e Italia. Michael Moore se vale de esto en su película Sicko. El Commonwealth Fund, por su parte, examinó a Australia, Canadá, Alemania, Nueva Zelanda, el Reino Unido y los Estados Unidos y colocó a este último en el peor lugar o casi en todos los criterios menos en uno.

De modo que el jurado ha deliberado y ya tenemos veredicto. El tan cacareado sistema sanitario norteamericano es uno de los peores. El problema es que estos estudios son mucho menos complicados de lo que parece a simple vista. Miden algo distinto a la calidad de la sanidad. De modo que decir que los Estados Unidos quedan por detrás de esos otros países es algo engañoso.

Reconozcamos en primer lugar que el sistema sanitario norteamericano tiene problemas serios. Pero su origen se encuentra en el abandono de los principios del libre mercado. El sistema está infectado por la manipulación fiscal, costosas regulaciones de los seguros e interferencias burocráticas. Lo más importante, 6 de cada 7 dólares en atención médica son pagados por terceras partes, lo que significa que la mayor parte de los consumidores no tiene ninguna conciencia del gasto. Como siempre señalaba Milton Friedman, nadie gasta el dinero de los demás tan cuidadosamente como el propio.

Incluso siendo conscientes de todos estos problemas, hay que ser muy crédulo para escuchar que Estados Unidos está lejos de los primeros puestos y tragárselo sin más. Los enfermos vienen a este país en busca de tratamiento. ¿Cuándo fue la última vez que supo de alguien que abandonara Estados Unidos para recibir atención médica? El caso célebre más reciente que puedo recordar es Rock Hudson, que se fue a Francia en los años 80 a buscar tratamiento para el sida.

De modo que, ¿en qué están equivocados los estudios de la OMS y el Commonwealth Fund? Veamos.

La OMS juzga la calidad sanitaria de un país en función de la esperanza de vida. Pero ésa es una forma pésima de medir la calidad de un sistema de salud. Hay muchas cosas que provocan una muerte prematura y que no tienen nada que ver con la sanidad. Por ejemplo, tenemos muchos más víctimas mortales de accidentes de tráfico que otros países. Ese no es un problema sanitario. Del mismo modo, nuestra tasa de homicidios es 10 veces superior a la del Reino Unido, 8 veces más alta que la de Francia y 5 veces mayor que en Canadá. Cuando usted ajusta estas tasas de "muertes por lesiones", la esperanza norteamericana de vida es realmente superior a casi cualquier otra nación industrializada. Por otro lado, la dieta y la falta de ejercicio también rebajan la esperanza de vida media.

Otro motivo de que Estados Unidos no saliera bien parado en las listas de la OMS es que somos menos socialistas que otras naciones. ¿Qué tiene esto que ver con la calidad de la sanidad? Para los autores del estudio, es crucial. La OMS no evalua los países según la calidad absoluta de la atención médica, sino según la "justicia" con que se "distribuyen" los cuidados médicos. El problema aquí es obvio. Según ese criterio, un país con elevada calidad de la atención médica en general pero con una "distribución desigual" aparecería por debajo de un país con calidad inferior pero una distribución más equitativa. Es cuando se tiene en cuenta esta presunta "justicia", un rasero altamente subjetivo, cuando las evaluaciones de los Estados Unidos pierden puestos.

La posición de Estados Unidos en la lista se ve fuertemente influenciada por la cifra de personas –45 millones– sin seguro médico. Como comenté en columnas anteriores, nuestro Gobierno agrava ese problema encareciendo artificialmente el seguro con, por ejemplo, legislaciones para una cobertura que muchas personas no elegirían, o prohibiéndonos comprar pólizas a compañías de otros estados.

Hasta con estas intervenciones la cifra de 45 millones es engañosa. El 37% de ese grupo reside en hogares que ingresan más de 50.000 dólares al año, según la Oficina del Censo de los Estados Unidos. El 19% vive en hogares que ingresan más de 75.000 dólares al año, el 20% no son ciudadanos norteamericanos y el 33% son aptos para programas gubernamentales sanitarios, pero no están dados de alta.

Con todos sus problemas, Estados Unidos aparece a la cabeza de la calidad de la atención y la innovación sanitaria, incluyendo el desarrollo de medicamentos que salvan vidas. Sólo "vacila" cuando el criterio es lo cerca que se encuentra de una medicina socializada. En una próxima columna hablaremos del Commonwealth Fund.

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