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EDITORIAL

Lluvia de millones para los titiriteros

En este final de legislatura ha estado presente en la tribuna del Congreso el autor del término "cordón sanitario", junto a otros actores y titiriteros varios. La razón era que en esta última sesión se votaban dos leyes de importancia crucial para ellos.

Zapatero ha anunciado lo que todos sabíamos gracias al exceso de locuacidad de Carme Chacón, que las próximas elecciones generales se celebrarán el 9 de marzo, dos días antes del cuarto aniversario del atentado que lo llevó al poder. Anuncia así el fin de la legislatura más convulsa de la democracia, en la que se han roto los consensos más básicos, los que conforman la Nación española, con el claro objetivo de impedir que la derecha vuelva al poder, por más que gane las elecciones, gracias a esa alianza de socialistas y nacionalistas que han hecho de la rapiña de lo público razón más que suficiente para rodear al PP con un "cordón sanitario" que le impida tomar decisión alguna.

Y precisamente en este final ha estado presente en la tribuna del Congreso el autor del término "cordón sanitario", junto a otros actores y titiriteros varios. La razón era que en esta última sesión se votaban dos leyes de importancia crucial para ellos. Ya escribió Bastiat hace más de siglo y medio, con su genialidad habitual, que "el Estado es la gran ficción a través de la cual todo el mundo trata de vivir a costa de todos los demás". Nuestro colaborador Carlos Rodríguez Braun, el gran divulgador de la ciencia económica de nuestros días, precisó aún más esta observación indicando que "la redistribución no es de ricos a pobres sino de grupos desorganizados a grupos organizados". Y no hay en España un lobby mejor organizado que el de los artistas, como hoy ha quedado bien claro en el Congreso.

La primera, y más comentada en estas páginas, de las prebendas con las que el PSOE y sus socios se han ganado el apoyo de los titiriteros a costa de los demás ciudadanos ha sido el rechazo a la enmienda que suprimía el canon digital. Los nacionalistas que apoyaron la eliminación de este diezmo en el Senado se han abstenido en el Congreso, mostrando que su preocupación en este asunto no es más que otra mentira más, con barretina o chapela, eso sí. Aunque en este trance quien ha quedado peor ha sido Izquierda Unida, que después de años oponiéndose al canon, punto que incluso llevaron en su programa electoral de 2004, cuando ha llegado la primera votación que podía eliminarlo de verdad se ha echado atrás, dejando en evidencia que los ciudadanos les importan un pimiento, algo que no debería sorprender a nadie que conozca qué es realmente el comunismo y el legado que ha dejado al mundo.

La segunda es un proyecto que ha pasado más de puntillas, la Ley del Cine. Una normativa que incrementa el intervencionismo en el sector y le echa una mano –al cuello– a esta industria. El PP debería llevar en su programa la eliminación de cuotas de pantalla y subvenciones al cine español, como por fin se ha decidido a hacer con el canon. Las razones son similares. El cine de nuestro país debe convertirse en una industria, y para hacerlo debe competir no por las prebendas del Estado sino por los gustos del público. La única manera efectiva de hacerlo, como puede comprobarse en cualquier otra industria, es obligándolo a competir con el del resto del mundo.

Visto desde una óptica más electoral, está claro que al PP le interesa un sector más dedicado a intentar ganarse a todos los espectadores, porque de ello depende su supervivencia, que uno al que no le importa atacar incesantemente a la mitad de los españoles que votan a la derecha porque tiene su sustento garantizado por el Estado. Sin embargo, los populares han respaldado una ley que perpetúa el intervencionismo en el sector y las prebendas a los mismos artistas que los denigran constantemente. Tanto Rodríguez Salmones como Federico Luppi se han mostrado satisfechos. Algo, sin duda, falla.

De lo que no cabe duda es que esta sesión plenaria ha sido un broche perfecto para la legislatura de Zapatero. Estos cuatro años se han caracterizado por un continuo desprecio a la mayoría mediante la adulación constante a diversas minorías, como los nacionalistas o los pedagogos, mientras se criminalizaba a los ciudadanos corrientes mediante leyes como la del tabaco o la que impone penas de cárcel por infracciones de tráfico. Que se cierre la legislatura con el apoyo a una ley que considera a los compradores de nuevas tecnologías delincuentes a priori, y que junto a la del cine le otorga privilegios a una minoría a costa de todos los demás, es un buen resumen de la política que ha llevado a cabo Zapatero estos cuatro años.

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