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EDITORIAL

La mentira disfrazada de optimismo

Ante semejante panorama, la afirmación de Vegara de que el Ejecutivo "no trabaja con la hipótesis" de una recesión, más que una muestra de injustificado optimismo, lo es de una pasmosa irresponsabilidad.

El debate sobre la mala salud de la economía vuelve a acaparar la actualidad política. De nuevo, el Gobierno da muestras de su nula capacidad, no ya para aplicar una cura adecuada, sino también para describir en toda su gravedad los síntomas del paciente. Buena muestra de ello es el injustificado "optimismo" demostrado el miércoles por el secretario de Estado de Economía, David Vegara, quien ha afirmado, sin apenas inmutarse, que "España resiste mejor que el resto en un entorno no favorable" y que el Gobierno descarta que el crecimiento económico se torne negativo.

Ni que decir tiene que semejantes aseveraciones contradicen todos los datos y análisis comparativos nacionales y extranjeros, y que no tienen más fundamento que las propias mentiras defendidas por el presidente Zapatero. De hecho, Vegara ha tenido la desfachatez de afirmar que el Gobierno "no trabaja con la hipótesis" de una recesión el mismo día en que el INE confirmaba los datos adelantados respecto al crecimiento económico en el segundo trimestre, fijado en el 0,1 por ciento del PIB, y al mismo tiempo que la agencia de calificación de riesgo Standard & Poor's hacía público un informe en el que se prevé que la economía española comience a contraerse en los próximos trimestres. Ante semejante panorama, la afirmación de Vegara de que el Ejecutivo "no trabaja con la hipótesis" de una recesión, más que una muestra de injustificado optimismo, lo es de una pasmosa irresponsabilidad.

Por otra parte, un informe de la Federación Hipotecaria Europea señala que los tipos de interés aplicados en España son los segundos más caros entre los grandes países europeos, y un estudio de Banesto Bolsa alertaba también el miércoles de que el sector inmobiliario, cuya valoración bursátil registra en algunos casos pérdidas de hasta el 90 por ciento, está "herido de muerte", por lo que recomienda a sus clientes vender los títulos de las empresas de ese sector.

Por mucho que el Gobierno coloque paños calientes tanto a la descripción como a la solución de la crisis, la realidad es la que es, y la gente no va a dejar de percibirla. Por ajenos que a veces resulten los datos macroeconómicos y por reiterativa que sea la optimista y engañosa propaganda del Gobierno, el ciudadano no va a dejar de sufrir en sus carnes el incremento de las hipotecas y del precio de la cesta de la compra, la destrucción de empleo y la caída del valor de unas acciones en las que millones de pequeños inversores han colocado sus ahorros.

No sería la primera vez que los ciudadanos se muestran más sensibles a la propaganda de los políticos que a sus propios bolsillos. Y a eso lo apuesta todo un Gobierno que ha hecho del optimismo la mayor de las mentiras.

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