
Este viernes arranca la decisiva fase de las pruebas periciales del juicio contra Pablo Antonio S.H, conocido como El Chiqui, acusado de doble homicidio por las muertes del guardia civil, Pablo Alfonso Casado, jefe de la Unidad Especial de Intervención (UEI) y de Dionisio A.P. Los hechos ocurrieron en la madrugada del 1 de julio de 2022 en en Santovenia de Pisuerga (Valladolid), donde el Chiqui mató de un tiro a su vecino y luego, tras atrincherarse en su casa, disparó al jefe de la UEI en la cabeza a través de la puerta.
En la jornada del juicio celebrada este jueves, los Agentes de la Unidad Especial de Intervención de la Guardia Civil desplegados aquella noche advirtieron que la munición de guerra usada por el criminal hacía inservible cualquier blindaje de protección, ya que, todos iban provistos de chalecos y cascos antibalas, y el material no pudo frenar el disparo intencionado y certero que depositó una bala en la cabeza de Perico –Pablo Alfonso Casado–.
Si en la jornada anterior ya testificaron más integrantes de dicha unidad de élite, especializada en casos de secuestro y operaciones de asalto, este jueves otros tres compañeros de la UEI, precisamente quienes aquella madrugada estuvieron más próximos a la puerta del piso bajo B donde el Chiqui se había hecho fuerte y, presuntamente, mantenía como rehén al entonces novio de su hijastra, han explicado que el viejo rifle Mauser al que se enfrentaron iba municionado con balas del calibre 7.62, uno de los de mayor tamaño, considerado de guerra.
Los agentes detallaron que los equipo de protección que portaban estaban compuestos por chalecos y cascos antibalas, con un peso de entre 40 y 50 kilos, y además contaban con un escudo y una manta balísticos, pero según aseguraron dicho material no habría evitado un fatal desenlace en caso de recibir el impacto del proyectil, como así ocurrió al teniente coronel y jefe de la UEI.
"No hay ningún caso en el mercado que detenga ese calibre", señalan los tres agentes, debido al efecto destructor de una munición que incluso, como así explicaron gráficamente, es capaz de atravesar una o dos paredes, "tal y como están hechos actualmente muchos pisos".
De ahí las extremas medidas de protección que los agentes de la UEI tomaron aquella madrugada cuando se apostaron en el rellano del portal ante la puerta del piso ocupado por el Chiqui, al que, al igual que en la jornada anterior dijeron otros compañeros, acusan de disparar de forma intencionada tras la puerta buscando causar la muerte de quienes se encontraban al otro lado.
Y es que los guardias civiles, cuya intervención pudieron observar en el juicio los miembros del jurado mediante la proyección de las imágenes de seguridad del edificio, corroboran que el acusado efectuó un tiro oblicuo a la puerta hacia la derecha, precisamente hacia el lugar "donde estaba escuchando ruido procedente del lugar en el que se hallaban el negociador hablando y, a su lado, Perico, el jefe de la unidad.
"Si hubiera querido asustar habría tirado al aire o al techo", alegó uno de los agentes, quien también advierte de que el Chiqui no cesó de amenazarles, antes y después del fatídico disparo. "¡El primero se paga, el resto sale gratis!", es la frase que también han puesto los agentes en boca del acusado antes de que éste cumpliera su amenaza.
La novia del rehén niega el secuestro
La jornada que se sigue en la Audiencia de Valladolid por estos hechos desde el pasado viernes ha contado, entre otros, con el testimonio de la hijastra del Chiqui y entonces novia de Iván V. cuando sucedieron los hechos, el joven a quien el acusado mantuvo, presuntamente, secuestrado y utilizó como escudo durante horas para evitar la entrada a la fuerza en el piso por parte de la Guardia Civil.
En su declaración, Ainara acusa a su ya exnovio de fingir su secuestro, tal y como asegura que Iván le confesó al día siguiente de lo ocurrido. La testigo ha recordado que su pareja le explicó que "había estado en todo momento tranquilo y que incluso había estado fumando y bebiendo unas cervezas" con el Chiqui porque, como así ha añadido Ainara, Iván había asumido el papel de defensor de su familia y se había quedado por voluntad propia en el piso con el fin de protegerlo".
Para tratar de acreditar esta versión, la joven contó que horas antes de lo ocurrido el vecino del tercero y más tarde fallecido de un tiro en el estómago, Dionisio A.P. –Dioni–, había amenazado a su padrastro con quemar la casa, de ahí que este e Iván, este último por voluntad propia, optaran por permanecer en la vivienda para responder ante una posible represalia.
Amistad rota por las mujeres
Durante su declaración, la joven también explicó que su padrastro y Dioni habían sido muy amigos hasta que se produjo una trifulca entre sus respectivas mujeres por un lío de cuernos. Según desveló, el enfado tenía su origen en las acusaciones que la mujer de Dionisio hacía contra su madre, por supuestamente haberse acostado con su marido, de ahí que los amigos pasaron a llevarse "fatal".
El juicio entra este viernes en la decisiva fase de las pruebas periciales y, en principio, está previsto que el próximo lunes la nueva jornada quede reservada para la exposición de los informes de las partes.
Con carácter provisional, el encausado se enfrenta a condenas que oscilan entre los 84 años de cárcel por dos asesinatos, tentativa de asesinato, secuestro y tenencia ilícita de armas que solicita la viuda e hijas del agente y los 58 y 59 que, respectivamente, piden la fiscal del caso y la acción popular ejercida por la Asociación Víctimas.

