Una vez leído "Reconciliación", el libro de memorias o desmemorias de Juan Carlos I, donde hay casi más olvidos que recuerdos y más crítica que autocrítica, pienso que su título debería haber sido "revancha", "reproches", o "resentimiento".
Con un tono excesivamente melancólico e intenso y un victimismo impropio de quien ha sido Jefe del Estado, las reticencias, justificaciones y quejas son constantes. Un libro que es un compendio de alguien que es capaz de decir una cosa y la contraria y donde la autocrítica queda relegada a frases muy genéricas.
Llama la atención la condescendencia con la que habla de la reina Sofía, llamada en este libro, Sofi, y que conociendo como conocemos el historial de mujeres y las revelaciones de algunas de ellas, resulta casi ofensivo, por no decir molesto. También, la falta de comprensión de lo sucedido en los últimos años de su reinado que provocaron el grave deterioro de la institución que tanto dice defender y de la que fue responsable.
Aunque no aporta novedades que no supiéramos, llama la atención cómo deja en mal lugar a su hijo, Felipe de Borbón, al presentarle como una figura desagradecida e implacable que le ha tratado sin la menor compasión. Le define como "un buen rey" aunque lamenta haber sufrido su "insensibilidad", asegurando que su hijo le dio "la espalda por sentido del deber" cuando, tras un pacto con él y con el Gobierno de Pedro Sánchez, se fue de España en 2020. Deja claro que tienen personalidades muy distintas y que no se entienden: "Está claro que no se nos da muy bien comunicarnos. Como si esquivarnos pudiera resolver los problemas". Afirma que el discurso de Felipe VI el día de su proclamación lo discutieron y revisaron muchas veces juntos. No quiso participar en esta ceremonia para no hacerle sombra, porque Felipe debía ser el único protagonista.
Es injusto con Felipe VI cuando le echa en cara haber excluido de la Familia Real a sus hermanas las infantas Elena y Cristina. Se ve que la memoria es frágil porque olvida que él hizo lo mismo con sus hermanas las infantas Pilar y Margarita.
También hay críticas para la reina Letizia, desde el famoso incidente a la salida de la catedral de Palma hasta la crítica de que parece que la reina trabaje solo en "horario de oficina" cuando Juan Carlos I asegura: "No podemos decir: Trabajo hasta las nueve de la noche y luego ya no soy Rey, vuelvo a ser una persona privada, un ciudadano español". Además de afirmar que la entrada de Letizia no ayudó a la cohesión "de nuestras relaciones familiares", da a entender que también influyó en que Felipe VI se alejase de sus antiguas relaciones, de sus amigos de la infancia, de sus padres e incluso de sus hermanas.
Sin duda, sus críticas a la reina Letizia, a la que acusa de ser un factor de discordia en la familia, no le van a granjear las simpatías de sus nietas la princesa Leonor y la infanta Sofía, de quienes lamenta no haber podido salir por Madrid con ellas o no verlas más a menudo.
Comenta que sabe que Letizia y Felipe "educan maravillosamente a sus hijas", que son "muy graciosas y simpáticas", aunque los principales halagos son para su nieto Felipe Juan Froilán, a quien dedica 4 páginas de su libro, y a sus nietos Urdangarin, al calificarles como "maravillosos, inteligentes, alegres, deportistas, emprendedores, solidarios y guapos"…
Y aunque admite en el libro que "Un rey no debe tener una ideología política", confiesa el buen feeling que tuvo con Felipe González, de quien afirma "era consciente de los beneficios que aporta la Corona", y que su gran decepción fue el nacionalismo catalán a quien "había que ponerle límites firmes". No faltan las críticas al gobierno actual al que acusa de "alegrarse" de los "ataques" que recibe; a "determinados miembros de mi familia para quienes ya no importo"; a los amigos "que le traicionaron"; a Corina Larsen, a quien califica de "antigua relación" o a Jaime Alfonsín, leal y eficaz servidor público que en estos años ha actuado con inteligencia al servicio de la Corona, y que también es blanco de sus críticas.
También habla de la justicia, y alude al caso Noós, que terminó enviando a su entonces yerno, Iñaki Urdangarin, a prisión, y sentando a la infanta Cristina en el banquillo, de quien afirma que fue también imputada por "el juez que buscaba deliberadamente notoriedad y se empeñó en convertir el caso en ejemplarizante". Un caso que afectó a la familia: "Este juicio tuvo consecuencias desafortunadas para la corona y para nuestra familia. Ya la relación que yo mantenía había ocasionado grandes tensiones con mis hijas, pero esta vez estábamos llegando a un nivel de disensión sin precedentes". A pesar de todo, no habla mal de Urdangarin, todo lo contrario con Jaime de Marichalar a quien culpa de la etapa complicada de Froilán por su "falta de autoridad parental". Para don Juan Carlos, "tenía yernos simpáticos que se llevaban bien con todo el mundo. Eran apreciados por la opinión pública y se mostraban a la altura de las responsabilidades que se les imponían"...
Si con este exhibicionismo emocional y esta sobreexposición mediática quería recuperar el prestigio perdido, está claro que este no es el camino.

