El final de las vacaciones de la Familia Real ha sido, como era previsible, el tema principal de la semana rosa. No obstante, no lo era tanto la manera en que lo haría. El miércoles, Iñaki Anasagasti daba a conocer en su blog el presunto destino de las vacaciones de la Casa Real, un carísimo hotel-spa en las islas Fiyi. El desmentido posterior de Zarzuela vino muy poco después, durante el mismo día, dando pie a un polémico cruce de declaraciones con el senador nacionalista, que al día siguiente continuó arremetiendo contra la Casa Real y los Príncipes.
Los príncipes retrasaron todo lo posible su regreso, que se produjo bastantes días después que el del Rey e incluso doña Sofía. Don Juan Carlos, por cierto, sigue empeñado en acaparar un gran número de actos oficiales, decisión que refuerza la impresión de que la Casa Real no se ha distanciado de Urdangarín, en la medida que el Príncipe Felipe –responsable de la política de distanciamiento del duque- ha permanecido relegado todavía a un completo segundo plano y limitada a apoyar actos filantrópicos.
Las vacaciones de la Familia Real siguieron el viernes en los titulares, esta vez de la mano de los duques de Palma y sus guardaespaldas, que según testigos presenciales se excedieron con los turistas de Biarritz, en su celo protector hacia Urdangarín, la infanta y sus hijos. Tal y como desveló Emilia Landaluce en la Crónica Rosa de Es la mañana... "todas las mañanas les acompañaba el coche de la Guardia Civil que llegaba antes que ellos y les guardaba el sitio".
Sin duda, una información que no ayudará en absoluto a mejorar la maltrecha imagen de los duques, que esta semana quisieron dar cierto ejemplo mudándose del palacete de Pedralbes en beneficio de una casa de alquiler, con todos los lujos, por supuesto. La prensa del cuore de esta semana aseguró que, no obstante, la decisión de trasladarse a España de la pareja fue obligada por la decisión de Telefónica de prescindir de Urdangarín, que dejaría de recibir su sustanciosa remuneración como consejero.
Ya en el apartado de la normalidad, cabe destacar el regreso al trabajo de la infanta Cristina a la Fundación La Caixa, donde su "indispensable" labor la reporta más de 14.000 euros mensuales, de todas formas insuficientes para sufragar Pedralbes. Mientras, Urdangarín ejerce de amo de casa y mantenido, todo ello mientras se prepara para la tormenta judicial que está a punto de sucederse. De momento, los rumores de ruptura de principios del verano se han apagado con la decisión de Cristina de Borbón de pasar las vacaciones con su marido, aunque no deja de resultar inquietante este cambio de roles y si tendrá consecuencias en la convivencia de la pareja.