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Rosa Belmonte

Mujeres fantasmagóricas

Serena Williams suele aparecer en las listas de tenistas más antipáticas.

Serena Williams suele aparecer en las listas de tenistas más antipáticas.
Serena Williams | Facebook

Menos mal que Flavia Pennetta acabó en la final del US Open con su compatriota Roberta Vinci, que me estaba cayendo fatal desde que eliminó a Serena Williams. Por eliminar a Serena y por esos gestos al público para que se reconocieran sus méritos frente a la número uno. Que a nadie le importa, claro, si a mí me cae bien o mal. Porque también me cae mal la madre Teresa de Calcuta, y no porque haya sido abducida por Christopher Hitchens y su demoledor libro The Missionary Position: Mother Teresa in Theory and Practice, que no entiendo por qué no está traducido al español. Antes de enfrentarse a la italiana, Serena fue a la obligatoria rueda de prensa al final de su jornada y un periodista le preguntó que por qué no sonreía. Williams le contestó que eran las once y media de la noche, que preferiría estar en su cama en lugar de aguantar las mismas preguntas de siempre (más los ridículos bonus track). Lo mejor de todo fue que, tras responder a ese bobo, la tenista se echó a reír. Como Lola Gaos. En una entrevista en TVE, a la legendaria actriz valenciana la llamaron "mujer fantasmagórica". Fue la única vez en que se la vio reír con ganas, como recuerda Francisco Bejarano en Soñar despiertos (perfiles de cine).

Hace unos años se publicó un estudio de la investigadora valenciana Empar Pons y la noruega Ellen K. Nyhus que aseguraba que las mujeres antipáticas cobraban más (Lola Gaos no, desde luego). Que en el caso de las mujeres, la empatía era una penalización. En una entrevista con Esteban Mercer, Marina Castaño reconocía que se había ganado parecer una mujer antipática, pero que fue premeditado. "He tenido que protegerme de determinados medios y personas que no respetan mi privacidad [qué horrible palabro; ¿tanto cuesta decir intimidad?]. He tenido que hacerme respetar poniendo cara de perro, pero era la única opción que tenía. Los que me conocen sabe que mi imagen pública no se corresponde con mi imagen privada". Como Castaño he conocido yo en estrados a muchas jueces jóvenes, obligadas a poner cara de perro para que no se les suban a la toga. Lo mismo a Tania Sánchez le pasa algo así.

En los carteles (parezco Juanita Reina), en los carteles electorales de Ciutadans para las catalanas, digo, tanto Albert Rivera como Inés Arrimadas sonríen muchísimo. Ambos guapos, ambos con la apariencia de tener más dientes que los homologados.

Hace tres años, el Magazine de El Mundo hizo una encuesta para preguntar por los personajes más antipáticos y simpáticos de España (los simpáticos eran Rafa Nadal y, amárrame los pavos, Iker Casillas). La segunda clasificada como antipática era Belén Esteban. Y el ganador, Josep Lluis Carod Rovira. Ya decía yo que echaba a alguien de menos en esta campaña.

Serena Williams suele aparecer en las listas de tenistas más antipáticas, aunque siempre superada por la israelí Shahar Pe’er, la francesa Marion Bartoli o la italiana Schiavone. Entre las modelos de siempre, Naomi Campbell y Kate Moss también andan en listas similares. De esta dijo Marc Quinn, el artista que le hizo una metafórica escultura de hielo, que estaba en todas partes, que nunca hablaba en público y que su mutismo permitía a la gente proyectarse en su imagen. Cuando hace tres años vino a un sarao de Mango, Marta Sánchez le pidió hacerse una foto. "No, sorry", le dijo. Y la cantante española escribió en su Twitter que la británica era una antipática. Bastante tenía con tener que fotografiarse con Isak Andic y Carolina Herrera. Se fue de la cena antes de que sirvieran el último plato. Kate Moss es de esas que ganan dinero sin tener que desperdiciar sonrisas de chica. Qué tía.

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