Menú

La viuda e hijas de Carlos Cano reclaman medio millón de euros

La familia del cantautor ha denunciado a quien fuera su abogado por apropiación de su herencia.

La familia del cantautor ha denunciado a quien fuera su abogado por apropiación de su herencia.
Carlos Cano | Corbis Images

Las herederas del recordado Carlos Cano, fallecido el 19 de diciembre de 2000 han demandado al que fuera abogado del cantautor granadino, José María Rosales de Angulo, al que acusan del delito de apropiación indebida en la gestión de su herencia. El Juzgado de Instrucción número 2 de Granada ya ha resuelto la apertura de juicio oral contra el mencionado abogado, que será juzgado en la Audiencia Provincial de Granada. La Fiscalía solicita para quien fuera exdecano de los abogados de esa ciudad dos años de prisión, más una multa y la indemnización de medio millón de euros.

Es la cifra aproximada que las demandantes estiman pudo quedarse el señor Rosales de Angulo, que cifran exactamente en 480.563 euros. El abogado era el único que podía operar en las cuentas bancarias de las herederas de Carlos Cano y quien administraba los bienes del autor de "Habaneras de Cádiz". Los familiares del cantante empezaron a desconfiar de las gestiones del abogado cuando en una gestión fueron a comprobar el dinero que les quedaba en el banco y según parece se encontraron con la desagradable sorpresa de que no había fondos.

Inmediatamente tras pedir explicaciones al encargado de la administración decidieron cesarlo en sus funciones en abril de 2005. Luego lo demandaron y ahora están a la espera de que se celebre esa vista judicial. Carlos Cano tenía registrada una sociedad, Dalur, que se ocupaba de sus contratos y derechos de autor, que luego derivó en otra, Carlos Cano Producciones.

Carlos Cano tuvo una vida amarga, dura desde su infancia. Nacido en Granada el 28 de enero de 1946 –hubiera cumplido, por lo tanto ahora, setenta años- se confesaba descendiente de una familia represaliada en la guerra civil. Su padre dejó el hogar cuando Carlos sólo contaba tres años. Por propia voluntad. Y ya no quiso saber nada ni de su mujer ni de sus tres hijos. Cuando Carlos Cano ya era un cantautor de reconocido prestigio, a su progenitor no se le ocurrió otra cosa que aparecer en las páginas del semanario Diez Minutos pidiendo ser perdonado por su hijo, al que demandaba un encuentro para abrazarlo. En la suposición de que verdaderamente fuera ése el padre desaparecido, supimos que era un bohemio vejestorio que actuaba en un espectáculo como artista de magia anunciándose El Gran Richard. Ninguna mención conocemos hiciera Carlos Cano de aquel reportaje, sabiéndolo poco amigo de ser noticia en las revistas del corazón. De lo que no tenemos duda es que nunca se reencontró con su padre.

Llevaba en su memoria y en su lastimado corazón la pena infinita del tiempo que creció junto a su madre, Dolores, su abuela, y sus dos hermanos, pasándolas canutas; sufriendo grandes dificultades económicas para ir viviendo lindando en la pobreza. Tal vez esa tristeza que dejaba escapar en su rostro fueran las huellas de aquella ausencia del padre, la miseria en que quedó su familia, y la lucha que de adolescente y joven tuvo que arrastrar.

Conocida es en su biografía su estancia en el extranjero, en el triste papel del emigrante que tenía que salir de España para ganarse los garbanzos, trabajando de camarero y limpiando habitaciones. Estuvo en Francia, Alemania, Suiza… Quiso estudiar electrónica, pero lo dejó. Hasta el día que se le ocurrió escribir canciones con la idea de publicarlas, de que las cantaran otros, porque a él le daba vergüenza sólo pensar en salir a un escenario. Cambió su suerte a base de tesón, con su evidente talento, el acento de sus canciones críticas sobre la realidad sociopolítica española del final del franquismo. Y luego, el aire renovador de sus coplas, las suyas propias, o las versiones que hizo del repertorio de Concha Piquer y los artistas más grandes del género.

De la vida privada de Carlos Cano se supo siempre poco, o casi nada. Tenía su propio grupo de amigos, encabezados por el lorquiano Juan de Loxa, excelente poeta. No se le conocían ligues femeninos hasta que conoció a una valenciana, Alicia Sánchez, con quien tuvo dos hijas, Paloma y Amaranta (que son sus herederas, las que han demandado al abogado que creen las ha estafado). Aquella unión resultó un fiasco y después el cantante se emparejó con una sevillana, curiosamente también con el primer apellido idéntico al de su primera mujer, Eva Sánchez Martínez, fruto de cuya relación nació Pablo. Imaginamos que en la herencia de Carlos Cano estos últimos también obtendrían sus derechos correspondientes, aunque ahora no figuren como acusación en la demanda de la que les hemos informado.

En Chic

    0
    comentarios