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Los detalles de la boda (con sustancioso talón) de Rocío Carrasco

Su tío Amador, al que tanta inquina tiene, no ha sido invitado.

Su tío Amador, al que tanta inquina tiene, no ha sido invitado.
Rocío Carrasco | Cordon Press

Rocío Carrasco Mohedano se casa este 7 de septiembre con Fidel Albiac, el hombre que ha ocupado su corazón desde que se conocieron hace dieciséis años en Chipiona. Es la segunda boda de la única hija que tuvieron Rocío Jurado y Pedro Carrasco. La presente se nos antoja espectacular, "por todo lo alto". Tendrá lugar en una finca toledana, "Valdepalacios", donde se ubica un hotel de cinco estrellas gran lujo. Exactamente han sido doscientos treinta invitados los que han recibido el tarjetón correspondiente para asistir al evento, que durará ¡tres días! A saber: llegada la víspera de la boda de esos dos centenares y pico de familiares y amigos, que festejarán la despedida de los novios; ceremonia nupcial la jornada siguiente y a la tercera, adiós de los recién casados para emprender viaje nupcial, con otro festorrón. Bien surtidas esas celebraciones de apetitosos manjares y no menos exquisitas bebidas. Y música sin parar a todas horas.

Todos esos detalles los ha desvelado la revista ¡Hola!salvo el secreto bien guardado, como es tradición, del vestido de la novia, del que sólo se sabe lo ha confeccionado Hannibal Laguna. Se ha filtrado que de la familia de Rocío, asistirán su tía, Rosa Benito, y su prima Chayo, no así el exmarido y padre, tío de la novia, Amador Mohedano, a quien ella tiene verdadera inquina, no sabemos si justificada o no. ¡Hola! ya se ha encargado de anunciar que tendrá la exclusiva de esas tres jornadas antedichas. E imaginamos que también la de la luna de miel. Lo que unido al reportaje de hace semanas, cuando anunciaron el enlace, forma el "paquete" por el que Rocío y Fidel percibirán un sustancioso talón bancario, con el que harán frente a los cuantiosos gastos de la boda. Y aún les quedará para otros caprichos. Negocio para la pareja, y negocio para la publicación de la familia Sánchez. Nada que objetar, faltaría más.

Nació Rocío Carrasco hace treinta y nueve años en Madrid, en la cínica Nuestra Señora de Loreto (donde vinieron también al mundo los tres retoños de los Reyes don Juan Carlos y doña Sofía). Se cuenta que el padre, Pedro Carrasco, quería asistir al parto, pero desistió de ello al sufrir una inesperada crisis nerviosa. ¡El campeón de boxeo que se había enfrentado a durísimas peleas…! Bautizaron un mes después a la pequeña en la iglesia de Nuestra Señora del Rocío, en Huelva, con una concha de plata del siglo XVII perteneciente a la iglesia de Chipiona. La niña recibió una esmerada educación, iba a buenos colegios. Siendo adolescente ya se mostraba ufana de ser hija de quién era, como me confiaba una sobrina mía que fue condiscípula suya. Un tanto mimada, Rociíto (como era llamada, y a veces con el diminutivo escrito como si fuera japonesa, Roci-Hito), fue creciendo en ausencia de su madre, que viajaba a menudo a Hispanoamérica cuando no estaba de gira por toda España. Pedro, su padre, se ocupaba cuanto podía de su hija pero quien en verdad hizo de padre-madre, cuidando de su alimentación, de sus vestidos, de su comportamiento en general fue Juan de la Rosa, un manchego de Hellín que desde mediados los años 60 hasta su muerte, fue secretario de Rocío Jurado.

La niña, pizpireta, dicharachera, que se conocía los nombres de algunos de los reporteros que frecuentaban la amistad de su mamá, sintió en alguna ocasión la necesidad de salir al escenario con ella. Lo que sucedió al menos una vez en Madrid en 1982, teniendo la susodicha sólo cinco años, como final de una actuación en el teatro Alcalá Palace que iba a emitirse luego por Televisión Española. "Se muere de ganas por salir conmigo ante el público y ya no quiere luego marcharse. Me hace pasar unos apuros tremendos", diría la artista chipionera sobre su jovencísima émula, que en adelante fue perdiendo las ganas de ser artista. Tampoco en edad de estudiar una carrera universitaria se decidió a ello. Y fuera de su amplia cultura general, nada la acercó a ninguna disciplina u oficio concreto. Con el tiempo, sabido es que ofició de modelo, de presentadora televisiva y tertuliana, como hace ahora en el programa "Hable con ellas". No se le da mal esta última ocupación, para la que tiene suficiente soltura y verborrea.

La inesperada separación de Rocío Jurado y Pedro Carrasco supuso un duro golpe para el hogar de la chipionera: "En los peores momentos de mi vida, que han sido bastantes –me confesó ella- he seguido adelante gracias a mi hija". Estaban muy unidas cuando ella le confesó estar enamorada de un guardia civil llamado Antonio David Flores. Fue inútil cuando intentó disuadirla de que no era el hombre que le convenía. Cumplidos los dieciocho años, siendo mayor de edad, nada le impedía a Rocío Carrasco Mohedano hacer lo que le viniera en gana. Y eso es lo que hizo: contraer matrimonio el 31 de marzo de 1996. Malpensados, aviesos cronistas de la prensa rosa, aventuraron a que la novia estaba embarazada. El caso es que siete meses después Rocío Jurado se convirtió en abuela de una niña, a la que impondrían su mismo nombre, y para diferenciarla de madre e hija, sería llamada "Ro", que vino al mundo exactamente el 13 de octubre de aquel 1996. Aquella boda de Rocío Carrasco, a sus recién cumplidos dieciocho años con el guardia civil que tenía dos más, se celebró en la capilla de la finca "Yerbabuena", en Castillblanco de los Arroyos, que era propiedad de José Ortega Cano, quien el año anterior, en el mismo lugar, había contraído matrimonio con Rocío Jurado. Puede que hubiera tensiones antes del enlace de Rociíto, pero se convino, civilizadamente, que su padre, Pedro Carrasco fuera su padrino de boda. A la que asistió en primera fila Rocío Jurado del brazo de su flamante marido, el torero de Cartagena. Éste, era buen amigo del boxeador, por lo que no hubo en aquella ceremonia roce alguno de mal gusto.

Cuando murió de repente Pedro Carrasco, José Ortega Cano asistió a sus exequias, visiblemente conmovido. A esa primera boda de Rocío Carrasco acudieron personajes muy populares: no faltaron las omnipresentes María Teresa y Terelu Campos. La juerga que siguió al enlace fue de época y duró hasta altas horas de la madrugada, cuando José Ortega Cano, muy animado por sus libaciones, se arrancó con un cante muy suyo, que remató así: "¡Estamos tan a gustito…!", lo que pasaría a la posteridad, registrado hoy en YouTube, harto repetido en las televisiones, hasta convertirse en frase muy repetida entre la cofradía de los que levantan más de la cuenta el codo. El segundo hijo de Rocío y el guardia civil (que terminó por dejar el Cuerpo), sería un varón al que impusieron el nombre de su progenitor. Unos meses después las tensiones acumuladas por la pareja, objeto de frecuentes chismes en tertulias de programas televisivos, culminaron en la definitiva separación de Rocío y su marido. Quien en adelante tendría ocasión de "hacer caja" en esos espacios dedicados a las miserias ajenas y propias para contar su vida de casado y de separado, desvelando detalles de su vida en la familia Jurado. Su suegra, al ver tan desconsolada a su hija, movió Roma con Santiago –nunca mejor dicho- para conseguir la nulidad eclesiástica del matrimonio de Rociíto y el exguardia civil. El Tribunal Interdiocesano de Segunda Instancia de Sevilla consideró nula aquella unión porque "Rocío y Antonio desconocían las obligaciones del matrimonio y que se casaron sin la mayor preparación". A los ojos de muchos católicos aquello pareció algo que no obtenían otros matrimonios cerca de la Sagrada Rota. Rociíto no se recató en declarar que no había tenido ningún trato de favor. Pero su madre se movió lo suyo. ¡Vaya si se movió para tener solterita a su querida hija…!

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Albiac y Carrasco | Cordon Press

Muy poco después, sería 1998, cuando en Chipiona Rocío Carrasco se quedó prendada de un joven de veintiséis años llamado Fidel Albiac de la Torre. Un año más tarde ya eran novios formales. Y desde entonces, su inseparable pareja. Con la que vivió en febrero de 1999 un serio accidente cuando viajaban en un "Mercedes" por las inmediaciones de la sierra madrileña, en Rascafría. Pudo costarles la vida, sobre todo a ella. Ya repuesta, la convivencia entre ambos continuó felizmente. Fallecida Rocío Jurado, Rociíto recibió la mayor parte de la herencia, como así había dispuesto testamentariamente la estrella de la canción. En estos dieciséis años de vida en común, ni Rocío ni Fidel han realizado declaraciones de ningún tipo, comportándose discretamente, alejados de cualquier contacto con los medios de comunicación. Únicamente ella, como queda dicho, se ha asomado a las televisiones (Telecinco es su preferida por su amistad con las Campos) aunque nunca para hablar de su intimidad. Lo que se ignora es a lo que se dedica el guapo Fidel, del que sólo recordamos tuvo un negocio de hostelería hace más de diez años en Sevilla. Que por fin Rocío Carrasco se haya decidido a casarse es una noticia feliz. Se supone que acudirán los dos hijos de su primer matrimonio, aunque "Ro" ya manifestó hace tiempo que con quien quería vivir era con su padre, lo que la ha distanciado de su mamá. Les deseo toda clase de venturas, que coman perdices… y que la exclusiva sustanciosa de "¡Hola!" les colme de dicha en su cuenta corriente.

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