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El triste confinamiento de Antonio Banderas: sin Nicole, película ni Semana Santa

Antonio Banderas pasa el aislamiento sin su pareja, Nicole Kimpel, a la que no ve desde hace mes y medio.

Antonio Banderas pasa el aislamiento sin su pareja, Nicole Kimpel, a la que no ve desde hace mes y medio.
Banderas y Nicole Kimpel en Málaga | Gtres

Llevan separados ocho semanas, que a Antonio Banderas se le están haciendo larguísimas, teñidas de tristeza, por no tener a su lado a Nicole Kimpel, su último gran amor. Separados… por culpa de la maldita pandemia. Resulta que en febrero ella le comentó que debía desplazarse a Ginebra para ver a su padre, y viajó junto a su hermana gemela hasta la capital suiza. A los pocos días la alarma mundial por el coronavirus las confinó en el hogar paterno, imposibilitadas para volar a Málaga, donde venían residiendo gran parte del año. Esta ha sido la única vez en la que Antonio y Nicole se han visto obligados a sobrellevar esa distancia, pues cuando Antonio tenía que rodar fuera de España alguna película, Nicole solía acompañarlo si las sesiones lo ocupaban varias semanas fuera del hogar. El "skype" alivia la pena de la pareja, que utilizan a diario varias veces para saber el uno del otro. Antes de estos sucesos, hacía tiempo que no se le veía al actor tan feliz.

Como a todo el mundo, la desgracia le está pasando factura. De manera emocional, su presencia en la Semana Santa malagueña, al no poder desfilar con la Hermandad de la que es cofrade señalado. O siquiera con Nicole presenciando alguna de las impresionantes procesiones desde un balcón privilegiado de la populosa calle de Larios. Y en el aspecto profesional, el internacional galán ha visto retrasado "sine die" el rodaje de la película Competencia oficial, que había empezado en la localidad madrileña de San Lorenzo de El Escorial, diez días antes de que se declarara el estado de alarma. En esta película Antonio Banderas y Penélope Cruz por primera vez, eran protagonistas. Dirigidos, no por Pedro Almodóvar sino por una pareja de argentinos, con un guión que enfrenta a ambas figuras del celuloide en los papeles de un galán sometido al dictado de una excéntrica directora. Es decir: Antonio Banderas sujeto a la arbitrariedad tras las cámaras de una un poco enloquecida Penélope Cruz. Insistimos que siguiendo el argumento.

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Banderas en Semana Santa | Archivo

Aunque se da la circunstancia de que la actriz de Alcobendas viene desde hace tiempo albergando la ilusión de firmar un largometraje, detrás asimismo, pero no en la ficción de ahora, de las cámaras y no delante, cuando se lo proponga alguna productora. Recordemos que hace un par de años estrenó un documental referido a los niños que padecen leucemia. La recaudación obtenida por la exhibición fue a parar a un centro dedicado a la investigación de esa enfermedad que afecta a los más pequeños. A propósito de ello, Penélope dijo entonces: "De no haber sido actriz me hubiera dedicado a alguna profesión relacionada con la infancia".

Hemos indicado que Antonio y Penélope habían iniciado su primera cinta como protagonistas, precisamente convocados por Almodóvar. Figuraron en los créditos de dos de sus producciones, pero en circunstancias especiales. En Los amantes pasajeros, con apariciones asimismo pasajeras, en plan especial cameo; y en Dolor y gloria, el reciente filme de Pedro, pese a que ambos no coincidieron en ninguna secuencia. Sí desde el escenario de los Óscar del año 2000, ambas estrellas se encargaron de entregar la dorada estatuilla a su admirado director. De una manera u otra, los dos actores siempre han tenido contacto, manteniendo una amistad que se reforzó cuando ella y su marido, Javier Bardem, se instalaron en Los Ángeles, donde ya hacía largo tiempo vivía el malagueño, ahora ya residente en Londres, con escapadas cada vez más frecuentes a la capital andaluza de su nacencia y amores. Por su amor a la tierra que lo vio nacer, Antonio se empeñó en construir un teatro, el Soho, que se ha llevado un buen pellizco de sus elevados ahorros.

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Banderas, con Nicole y su hija Stella del Carmen | Archivo

Allí puso en escena hace unos meses, finales del pasado año, la versión española de la comedia musical A chorus line. Su estreno en la capital de la Costa del Sol fue espectacular. Pensaba llevarlo a varias capitales españolas, incluso a Nueva York: había contratado un gran local de Broadway y hubiera significado el primer estreno español de un musical en el epicentro de los mejores teatros del mundo. Noventa bailarines, cantantes y demás elenco de ese musical, tuvieron que abandonar en su mayoría Málaga. Los millones perdidos y dejados de ingresar también suponen un traspiés económico para el generoso empresario con su ciudad natal. Pero él, que empezó desde abajo en el mundo de la farándula para llegar a lo más alto, no ha perdido la esperanza de recuperarse cuando como todo el mundo repite "haya pasado esto". Y lo primero que Antonio Banderas espera es que autoricen a volar a los pasajeros del aeropuerto de Ginebra para que en el de Málaga pueda abrazarse con más calor que nunca a su querida Nicole Kidman.

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