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La guerra familiar por la herencia de Ángel Nieto en medio del nuevo juicio por su muerte

Se celebra un nuevo juicio por la trágica muerte de Ángel Nieto. Llega en el peor momento familiar.

Se celebra un nuevo juicio por la trágica muerte de Ángel Nieto. Llega en el peor momento familiar.
Ángel Nieto y Belinda Alonso | Gtres

Está previsto que este miércoles, 17 de marzo, declare nuevamente en un juzgado ibicenco la mujer que provocó el accidente mortal de Ángel Nieto, la alemana acusada de homicidio imprudente. Se abren así diligencias que podrían alterar las resoluciones de un caso que parecía cerrado. La reapertura de la causa sucede a instancias de la familia del recordado as del motorismo, enfrentada por su herencia.

El accidente sucedió el 26 de julio de 2017 a las diez y media de la mañana cuando Ángel conducía un vehículo conocido como Quad: en el trayecto desde la carretera de Ibiza a Santa Eulalia, fue embestido por otro coche, a cuyo volante iba la alemana a la que nos referíamos. El campeón, tras varias jornadas hospitalizado en urgencias, falleció a consecuencia de un edema cerebral.

Tiempo después las dos familias del infortunado piloto se enfrentaron judicialmente por su herencia y aparentemente llegaron a un acuerdo, a pesar de que una de las partes no estuvo conforme y se planteó seguir pleiteando. Todo debido a que las dos mujeres del campeón y sus descendientes defendían ser acreedores a mejores derechos. Contemos de qué manera Ángel Nieto llegó a esa situación sentimental.

Ángel Nieto nació en Zamora el 25 de enero de 1947. Tenía apenas un año cuando su modesta familia se vio obligada a afincarse en Madrid en pos de una mejor fortuna que los sacara de la pobreza. Tan humilde que hubieron de contentarse con habitar una reducida vivienda en el populoso barrio madrileño de Vallecas, donde Angelito entró a trabajar de aprendiz en el taller mecánico de Tomás Díaz-Valdés, a quien conocí en el redacción del diario deportivo As, quien me presentó un día a su pupilo. Díaz-Valdés, bigotudo y orondo, lo ayudó hasta convertirlo en profesional del motociclismo y vivió toda su carrera en primera línea. Lástima que el coronavirus se lo llevara por delante el pasado año.

No obstante esa relación con Díaz-Valdés, Ángel Nieto tuvo que buscarse la vida en Barcelona, decidido a ser piloto de motos profesional, en la creencia de que en la Ciudad Condal se daban mejores condiciones que en Madrid para alcanzar esos sueños. A partir de 1970 inició esa escalada, que le iba a proporcionar trece campeonatos mundiales de velocidad, cifra que él, supersticioso, jamás pronunció, sino su equivalente: doce + 1. La última competición disputada, desde la primera en 1964, acaeció en l986, en un circuito alemán.

Ángel tenía un carácter abierto, muy madrileño con su castizo acento, divertido, se hacía en seguida amigo de quien se acercara a él, y los periodistas lo adorábamos, y no precisamente porque fuera un ídolo del deporte. La sencillez presidía su norma de vida. Tenía "gancho" con las chicas y no le fue difícil entre constantes ligues conquistar en especial a una, rubita, delgada, de mediana estatura, que congeniaba con él en cuanto a carácter y gustos comunes: Josefa (Pepi) Aguilar. Contrajeron matrimonio en 1975. Tuvieron dos hijos. Recuerdo al matrimonio con una divertida anécdota que me sucedió en el puerto deportivo de Marbella. Me permitieron, junto al compañero fotógrafo, acompañarles en la embarcación de su propiedad, un pequeño barco con el que recorrimos durante una hora la costa malagueña. En su transcurso a Pepi se le cayó la parte delantera de su biquini, dejando al aire sus pechos, momento que sin pretenderlo el reportero gráfico que iba conmigo disparaba su máquina. A Nieto le entró la risa en seguida pero a su joven esposa le supuso, avergonzada, esconder el rostro en actitud fácil de comprender. Naturalmente los tranquilizamos con nuestra promesa de que tales imágenes jamás serían publicadas. Como así fue. Después, ya en tierra, estuvimos celebrando el incidente entre bromas mientras almorzamos, invitados por el generoso Ángel Nieto.

Aquella simpática pareja se rompió un día, repentinamente, quince años después de su boda religiosa. Todo porque siempre seductor, muy enamoradizo, el piloto iba de flor en flor sobre todo en vacaciones en la isla de Ibiza, donde compró una casa y disfrutaba los veranos de sus encantos, en las locas noches de las discotecas de moda. Conoció a Belinda Alonso, una belleza mucho menor que él, Miss León, con la que se juntó para no dejarla, aunque nunca quiso separarse de su primera mujer, Pepi, y por lo cuál no acceder a un segundo matrimonio. Tendría con Belinda un hijo, Hugo.

Ángel Nieto llegó a poseer una fortuna estimada en treinta millones de euros, entre activos y numerosas propiedades, como el chalé de Ibiza, una casa de lujo frente al parque del Retiro, otros inmuebles y varios negocios. Sobre la tan traída y llevada herencia, Belinda Alonso y Hugo percibieron seiscientos mil euros de la compañía aseguradora del coche del piloto, para la madre, y trescientos mil con destino al hijo. En el aire quedó el reparto de esa importante herencia mencionada, que al parecer a día de hoy no se ha sustanciado, toda vez que en los juzgados está pendiente tras la demanda de Belinda Alonso contra los dos hijos mayores de Ángel Nieto.

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