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Verónica Forqué y lo que sufrió al separarse de su marido

Uno de los episodios personales más trágicos de Verónica Forqué fue su separación de Manuel Iborra.

Uno de los episodios personales más trágicos de Verónica Forqué fue su separación de Manuel Iborra.
Verónica Forqué y Manuel Iborra | Contacto Photo

La muerte de Verónica Forqué, según todos los indicios, es consecuencia de las depresiones que padecía desde unos años atrás. Varias circunstancias le sucedieron a la gran actriz pero el mayor dolor sufrido provenía de su infelicidad matrimonial, que acabó con la separación de su esposo, el director cinematográfico Manuel Iborra, con quien convivió desde 1981 hasta 2014. Tuvieron una hija, María, hoy con treinta y un años, también actriz, que ha sido para su madre el mayor apoyo que tuvo en su ionfortunada vida. Pero Verónica Forqué, ni siquiera pensando en aquella, ha podido superar el infierno de su descontrolada mente.

Había ganado cuatro premios Goya. Tenía una biografía artística consolidada. Sin embargo, su pasado sentimental no fue como ella quería. No se le conocían esos amores, muchas veces de corto recorrido, que otras actrices exhiben en las revistas del corazón y los programas rosas de la televisión. Si los tuvo en su ambiente, no trascendieron. La única amistad masculina que, tras rastrear su ayer, he podido encontrar como novio o amante fue el actor Joaquín Kremel. Galán catalán de comedias que estuvo casado antes de salir con Verónica con la cantante E.B., boda celebrada en El Paular en la que firmé como testigo por invitación de la novia. Pero aquel idilio duró también poco tiempo, el verano de 1980, y ya Victoria se fue a vivir al año siguiente con el ya citado Manuel Iborra, el amor de su vida, que después le causaría también la mayor decepción de su corazón roto.

Habían sido ¡treinta y tres años de convivencia marital! Esto es, entre otras confesiones dramáticas, lo que contó Verónica sobre lo sucedido con Manuel Iborra, su marido, tras su ruptura definitiva en 2014: "No sentía nada por él. Dejé de quererlo. Se acabó ¡y se acabó! Yo parecía una vieja de ochenta años a su lado, porque era un aburrido de la vida. ¡Y no lo podía soportar! Pero al separarme sufrí una depresión muy grande y lo único que me quedó fue una hija maravillosa".

Haciendo memoria, recordando su pasado, Verónica Forqué hurgaba en los tiempos que quiso independizarse de la casa familiar, como tantos jóvenes hacían. "Salí de la vivienda de mis padres cuando tenía veintiún años. Siempre he vivido con alguien, desde que me fuí con el padre de mi hija hasta que me separé. Nunca había probado la libertad, y así llegué a los cincuenta y nueve años. Y es que me he pasado la vida pidiendo permiso a los demás. Se lo conté a mi psicoanalista. Y entonces quedé liberada al estar de nuevo sola. Y el teatro me devolvió la vida. En las dos horas de cada función me olvidaba de cuanto me había pasado, de mis desgracias".

Pero la soledad que tuvo que arrastrar Verónica tras separarse le fue pasando factura. Sus citas con los médicos que la iban tratando eran cada vez más frecuentes. No quiso tener ningún amor más. Sólo su hija, insistimos, le servía de consuelo, como un remanso de paz. Aunque a veces tardaban en verse, cuando ella, independizada, volaba por su cuenta. No tenía ya a José María, su padre, al que echaba de menos. Seis meses después de dejar a su marido, Verónica tuvo otro duro mazazo, cuando a temprana edad se murió su hermano Álvaro, director de cine, al que mucho quería. Su depresión se le agudizó. Y en 2018 falleció su madre, la escritora Carmen Vázquez-Vigo. Más tristeza, más dolor.

¿Cómo combatía Verónica Forqué esas ausencias? Dado que no bebía alcohol, se fue refugiando en alguna droga blanda. No tuvo inconveniente en hacerlo público. Tomaba "María", como algunos llaman a la marihuana, a la mandanga. Y entonces, confesaba encontrarse mejor. La verdad es que esa apología no podía ser aceptada por muchos que escucharon la confidencia. Pero ella, ¡ay!, estaba por encima del bien y el mal: "A mi edad, sesenta años, puedo hacer lo que quiera. No molesto a nadie". Y así iba pasando los días, cumpliendo algún contrato o simplemente descansando en su piso de la zona norte de Madrid. Un vecino, que ignoramos cómo pudo enterarse, dio la alarma a la policía. Que inmediatamente se trasladó a esa dirección encontrando el cuerpo sin vida de la actriz. Llegaron en seguida los servicios de urgencia del Summa 112. El forense cumpliría después con su labor. Y en poco tiempo la noticia se supo en toda España. Verónica Forqué decía que era muy querida por la gente. Los de su profesión fueron reaccionando, entre pena y elogios. Porque, ciertamente, quien ha dispuesto así del final de su vida, era una extraordinaria actriz.

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