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Los 17 años de amor de Rafa Nadal y Xisca, a la espera de su primer hijo

Rafa Nadal y Xisca Perelló siguen su relación a la espera de su primer hijo.

Rafa Nadal y Xisca Perelló siguen su relación a la espera de su primer hijo.
Rafa Nadal y Xisca Perelló. | Gtres

A la espera de que puedan confirmarlo, Rafa Nadal y Xisca Perelló sueñan con dar la noticia de que esperan su primer hijo. Precisamente cuando el tenista manacorí se alzaba con su último Gran Slam en el Open de Australia, comenzaron las especulaciones acerca de que su esposa estaba embarazada. El porqué surgieron tales rumores, principalmente, fue por la ausencia de ella en Melbourne, cuando casi siempre ha estado presente en los grandes acontecimientos deportivos en el que su marido ha tomado parte. Y no sólo eso: es que cuando Rafa regresó de su largo viaje triunfal desde la capital australiana, lo hizo solo y, en el aeropuerto de Palma, Xisca no había acudido a esperarlo. Puede que la razón estribe en que suponiendo que allí habría gran cantidad de informadores, ambos trataron de evitar el natural acoso de los fotógrafos. Él ya está acostumbrado a toda suerte de apretujones, abrazos, acoso periodístico, mas su encantadora esposa, discreta, tímida, si hay mucha gente alrededor, no acaba de aceptar tales aglomeraciones. Y mucho más si en realidad se halla en estado de buena esperanza.

Son catorce años, más o menos desde que se conocen. Paisanos, y muy jóvenes cuando iniciaron su gran amistad, propiciada por una hermana del tenista, Maribel, que los presentó, al ser íntima de Xisca. Este apelativo, por cierto, hemos sabido por la interesada, que fue cosa de unos periodistas, luego hemos sido el resto los que ya damos por hecho que es así como es tratada familiarmente. Y no es verdad. Ella tiene un doble nombre, María Francisca y en su entorno familiar es Mery. Xisca, como imaginarán, son las dos sílabas de ese segundo patronímico en el lenguaje coloquial mallorquín. Suena bien, pero a ella le apetece más seguir siendo llamada Mery, lo que sólo lo hacen los suyos, especialmente Rafa. Anecdóticamente, aunque están enamorados desde siempre, si tienen algún enfado, entonces él la nombra como María Francisca. Manera de medir ese termómetro de la convivencia.

Se casaron el 19 de octubre de 2019. La novia llegó ¡con una hora de retraso a la iglesia! Cierto es que parece ya costumbre que el novio tenga que esperar un buen rato, pensando que puede quedarse "compuesto y sin… novia", según reza el dicho popular. Pero es que ella lo hizo aposta, como "venganza". ¿Qué razones le impulsaron a ello? Que Xisca aguantó muchos plantones años atrás, pues Rafa es muy impuntual. Naturalmente recibieron la bendición sacramental, salieron del templo, olvidando esos sesenta minutos de tensa espera. Nunca ha estado más nervioso que en aquella ceremonia: ¡ni en su último partido con el ruso ése en Melbourne!

Agotados todos los posibles elogios, con adjetivos difíciles ya de superar tras su última gesta por los cronistas deportivos, y por millones incluso de españoles que no siguen el tenis, Rafa Nadal prepara sus inmediatos compromisos tenísticos cuando definitivamente ya haya superado sus últimas dolencias. Mientras tanto ya ha dispuesto en sus cuentas bancarias los casi tres millones de euros que se embolsó en esa presencia australiana. No está nada mal para desde luego su inapelable esfuerzo. Físico y de superación mental, como todo el mundo ha reconocido, menos algunos memos que han puesto en duda que merezca el tributo de admiración de casi toda España. Como Rafa proclama siempre ser español y que sus triunfos lo son del deporte español, esos separatistas le niegan el pan y la sal. Imbéciles….

Rafa Nadal tiene ahora 35 años. Nacido el 3 de junio de 1986 en Manacor. Dos más que Xisca Perelló. No puede quejarse de cómo le ha tratado la vida, reconoce. Sencillo somo siempre, dice con naturalidad que "estoy acostumbrado a ganar desde que era casi un niño". Parecería la respuesta de un pedante, lo que no lo es. Dice la verdad. Y es que con su tesón, y su inteligencia y facultades, inició a temprana edad su fulgurante ascenso, paso a paso, en todas las categorías del deporte de la raqueta. Lo que lo ha convertido en millonario con toda justicia por las cifras astronómicas de dinero que se manejan entre los tenistas de élite. Y Nadal es un número 1. Forbes calcula que su patrimonio asciende en estos días a 160 millones de euros. Sin contar que su familia, a la que ha contribuido a enriquecerse, le dobla esa cantidad.

Lo difícil es saber en qué invierte su patrimonio. Compró un barco, catamarán de veintiocho metros de eslora y doce mangas pagando cinco millones y medio de euros. Dotado de bar, spa, piscina, terraza, una docena de dormitorios más una "suite" impresionante. Ha adquirido en fechas recientes un ático dúplex en el centro de Palma de Mallorca. Y en Madrid es socio de una empresa constructora de apartamentos de lujo, situados en el barrio de Justicia, cada uno de los cuáles se vende a veinte mil euros el metro cuadrado. Hagan cuentas. Rafa y Xisca ya han elegido uno para ellos. Otra propietaria es Marta Ortega, hija de Amancio, el dueño de Inditex. Que puede permitírselo. Y también se ha reservado otro quien fuera Ministro de Asuntos Exteriores, conocido banquero mallorquín, Abel Matutes, socio de tal empresa.

De Rafael Nadal prácticamente se ha dicho ya todo. Hay siempre algún detalle nimio, que supone un toque casi infantil en la idiosincrasia de un ídolo como él. Por ejemplo, que se vuelve loco con el chocolate, pero Xisca está siempre pendiente para impedírselo. Un "vicio" que como es sabido nos pasa factura cuando nos pesamos. Otra singularidad en un tipo curtido como él en mil batallas en las pistas es que … ¡es muy llorón! A Bertín Osborne le confesaría: "Se me caían las lágrimas viendo Titanic y El Rey León. Sabido que es de lágrima fácil; cuando sea papá ya veremos quizás su rostro inundado, preso de emoción. Casi casi será como cuando en Melbourne, tras el último saque triunfal, cayó al suelo y en cuclillas miraba al cielo, a punto de sollozar, luego ya abrazado a sus familiares cercanos. Xisca estaba también llorando a miles de kilómetros de distancia, en Mallorca.

Hay peticiones de que el aeropuerto de Palma de Mallorca lleve el nombre y apellido del tenista, hijo de la isla. Y hasta un colega suyo jerezano propone que el Rey Felipe VI lo reconozca con un título nobiliario. A lo que ya hace tiempo se anticipó el gran Alfonso Ussía nombrándolo por su cuenta Duque de Manacor. Al fin y al cabo el escritor humorista desciende de familia aristocrática. En fin, que Rafa Nadal "está hasta en la sopa en las últimas semanas". Y más si de un día a otro se confirma lo que decíamos al principio. No hace falta repetirlo. Vuelvan atrás en la lectura, "porfa", que dicen los cursis modernos.

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