Hugh Grant ha estado unos días en la Costa del Sol rodando un episodio de la nueva serie de la productora Netflix titulada Kaos. El argumento gira en torno a Zeus, el dios del Olimpo que interpreta el ya veterano actor británico, que en un arranque de furia, al verse preterido, quiere arrasar la Tierra. Grant, permaneció unos días en Marbella y después en Málaga, capital donde en algunas calles, cerradas al tráfico urbano, figuraban en las paredes unos "grafittis" con el rostro del protagonista convertido en Zeus. La proliferación de esas imágenes alertó a muchos curiosos, quienes no obstante no pudieron acercarse mucho al lugar de la filmación. Tampoco la prensa logró facilidades, aunque los reporteros lograron fotografiar a Hugh Grant, bañándose. Éste siempre ha tenido animadversión hacia ellos.
Se recuerda cómo en Nueva York el actor la emprendió con uno a base de patadas, hasta que consiguió zafarse de él. Otro salió malparado, pues Hugh le arrojó un bote de judías, que por poco lo desgracia. Ese mal carácter le viene desde lejos: le irritaba que lo persiguieran cuando acompañaba a algunas de sus conquistas femeninas. Canalla y mujeriego fue definido en los tabloides británicos, apoyándose en cuantos ligues se han sucedido en su vida. Tampoco sus amantes se muerden la lengua, al coincidir que es a veces una especie de ogro que las amedrenta con su habitual ira. Eso sí, también alaban su habilidad sexual.
Hugh Grant nació en Londres hace sesenta y un años en el hogar de un escocés, vendedor de alfombras, y una profesora. Tuvo una infancia y adolescencia sin problemas, decidiendo al comienzo de su juventud estudiar Arte Dramático. Acudió a unas pruebas cinematográficas con la fortuna de verse elegido para la película Cuatro bodas y un funeral, en 1994. A partir de su estreno, su carrera en la pantalla fue imparable, colocándose en cabeza de los más atractivos galanes británicos. En Notting Hill formó una romántica pareja junto a Julia Roberts, en 1999, taquillera película que lo encumbró todavía más. Quizás esos triunfos modificaron la idiosincrasia de Grant, tornándolo en un tipo soberbio y desagradable, todo lo contrario a los simpáticos personajes que encarnaba en sus comedias, pícaro, irónico, sarcástico, que suscitaba la admiración femenina. Según él, el cine sólo era un trabajo para ganarse la vida. El caso es que fue galardonado con importantes premios: el Globo de Oro, el Bafta, el César…
Su relación con España fue precisamente a comienzos de su carrera, cuando el guionista, productor y director asturiano Gonzalo Suárez lo eligió para que personificara a lord Byron en su película Remando al viento. Por entonces, año 1987, era un perfecto desconocido, al menos aquí. Y ya ven a lo que ha llegado, si repasamos su filmografía, donde por ejemplo, hay títulos muy taquilleros, como El diario de Bridget Jones, de 2001. Con frecuencia aparece en las páginas de espectáculos, aunque uno diría que todavía más en las de sucesos. Se recuerda el escándalo que organizó cuando encontrándose en Estados Unidos promocionando su película Nueve meses la policía lo detuvo cuando fue sorprendido al volante de un coche, estacionado, que les llamó la atención. Los agentes se asomaron a una de las ventanillas, encontrándose a una pareja fornicando. Al identificarla, resultó como decíamos que él era Hugh Grant y ella la prostituta Divine Brown. El actor armó una considerable bronca, acabó en comisaría, pasó unas horas enjaulado y al día siguiente la prensa internacional daba cuenta del suceso.
Claro está que en Gran Bretaña estaban acostumbrados a los líos de su compatriota. Casi siempre relacionándolo con su vida de crápula. Llegó a compartir duraderas relaciones con dos mujeres a la vez, la recepcionista de un restaurante chino de Londres, Tinglan Hong y la productora de la televisión sueca Anna Elisabet Eberstein. Con la primera tuvo dos hijos, tres con la segunda. Alternativamente vivía con ambas, unos días con una, otros con la otra. Se ha publicado que el actor compaginaba esos amores sin que tuviera dificultad con ninguna de sus amantes. Y también que se comportó siempre como un padrazo. Esto último lo dudamos, porque en una de las pocas entrevistas que ha concedido en su vida, la revista norteamericana People publicaba en 2015 estas declaraciones suyas: "No me gustan los bebés, a lo sumo estoy con ellos unos minutos… Como tampoco creo en el matrimonio".
No obstante, después de varios años unido a la antes citada Anna Elisabet Eberstein, consideró que debía casarse con ella, lo que ocurrió en 2018. Desde entonces siguen juntos, aunque tratándose de un seductor nato no pondríamos la mano en el fuego para mantener su fidelidad. Porque por sus brazos han pasado muchas mujeres. Hay constancia del nombre de algunas: la periodista Jemina Khan, una funcionaria de la ONU llamada Kasia Komorowicz, la diseñadora Catherine Fulmer, otra de nombre Diane Sainsbury…, cuya identidad nada nos dice. Sí desde luego la de Sandra Bullock, la encantadora actriz, y la controvertida Drew Barrymore, de vida algo disoluta, con quienes parece ser tuvo algo que ver.