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Las cinco mujeres y siete hijos que tuvo Pablo Milanés

El cantautor cubano Pablo Milanés, fallecido en Madrid, tuvo una activa vida familiar y profesional.

El cantautor cubano Pablo Milanés, fallecido en Madrid, tuvo una activa vida familiar y profesional.
Pablo Milanés. | Cordon Press

Desde que se ha conocido la muerte de Pablo Milanés en Madrid se han ido acumulando los análisis rigurosos sobre su obra musical, parte de la cuál la realizó en defensa de la ideología castrista que, hace ya medio siglo, acabó defraudándole. Y sin dejar su postura revolucionaria, prefirió componer otro tipo de canciones en las que predominaba la poesía y el eterno dilema del amor y el desamor. Él mismo fue un hombre enamoradizo y a esa parcela íntima de su existencia dedicamos en buena parte el presente escrito, insistiendo en lo que él mismo declaró hacía varias décadas: "Ya no hago canciones panfletarias".

Fue un artista autodidacta al margen de que cursara estudios musicales, con Leo Brouwer y otros profesores, que alentaron su capacidad tanto como compositor e intérprete asimismo dotado de una voz versátil. Demostraría ese talento a lo largo de toda su vida a través de distintos géneros, pero partiendo de lo que en su Cuba natal se ha llamado siempre "filin", así escrito, respecto al original inglés. De ahí que al principio de su carrera se dedicara a cantar boleros, con ese estilo, expresando los sentimientos "que le salían del alma". Luego ya se enroló en varios conjuntos hasta ser uno de los fundadores de la Nueva Trova Cubana, especialmente junto a Silvio Rodríguez. En muchas de sus biografías se hurtó a la curiosidad pública sus pasos juveniles cuando fue apresado y permaneció en una cárcel de Camagüey, donde sus guardiones le leían la lección todos los días acerca de las "bondades" del régimen castrista. Así es que al quedar en libertad se prometió abrazar los dictados de Fidel Castro y sus esbirros. Se cuenta que durante el año que estuvo en aquella dependencia conoció a la hija de un capitán de la policía de Castro, que lo encandiló de tal manera que se casó con ella. No hemos averiguado quién era, cómo se llamaba. Podría ser Olga Ayoub, con quien etuvo casado nueve años y le dedicó algunas canciones.

La táctica amorosa de Pablo Milanés era esa: dedicaba lisonjas, palabras románticas a cada una de las mujeres que conquistaba, y a quienes iba dedicándoles sucesivas canciones. Tampoco nos ha sido posible contrastar con cuáles de ellas se casó y las que sólo fueron sus amantes. Porque en su vida nunca le faltó compañía femenina. Desde luego, la que más le inspiró componiendo, a partir de 1969, fue Yolanda Benet, productora de televisión, con la que tuvo tres hijos. Rompieron en 1973. Pero el nombre de Yolanda quedó grabado siempre entre sus mejores recuerdos sentimentales. Y en los de muchos de los admiradores del cantautor de Bayamo. Porque la canción que más veces interpretó y nunca pudo destarrarla de su amplio repertorio era "Yolanda". Hermosísima pieza. Tal vez la segunda más escuchada sería "Yo no te pido". Y después, docenas más.

El sitio que dejó libre Yolanda en el corazón de Pablo Milanés lo llenó una modelo y fotógrafa, Zoe Álvarez, que le dio una hija. Después, el seductor cubano atrajo la curiosidad de una pintora, Sandra Pérez, con la que tuvo un hijo. Finalmente llegó a su vida Nancy Pérez, creo que de nacionalidad española, madre de dos mellizos con él. Posiblemente hubo más mujeres en esa biografía íntima de Pablo, aunque de ser así, no debieron influirle tanto como el quinteto mencionado. Descendencia que convirtió a Milanés en abuelo, al menos de nueve nietos. Entre los golpes duros que sufrió jamás pudo borrar de su memoria el que le causó la muerte de una de sus hijas, Suylén, una de las que nació en el seno hogareño con Yolanda. Precisamente, durante una larga temporada, Suylén al lado de sus hermanas Lynn y Haydée, acompañaron a su progenitor como integrantes de ese coro familiar.

Pablo Milanés padeció muchos años un variado surtido de enfermedades, algunas de largo recorrido, que le causaban inaguantables dolores en sus huesos. Y hasta le trasplantaron un riñón. La donante fue su última mujer, Nancy. "Fue un verdadero acto de amor", diría el trovador cubano. Y desde entonces no dejó de vigilar su estado físico, sometiéndose a mensuales reconocimientos médicos.

Vivían en Cuba, pero a España viajaban con cierta frecuencia. Milanés, estando un día en casa de su buen amigo Luis Eduardo Aute conoció a Joaquín Sabina, fue al edificio de este último, aledaño a la madrileña plaza de Tirso de Molina, comprobando que en un bajo quedaba libre una vivienda, que nada más verla, compró. Con ambos colegas cantó y grabó canciones, y también junto a Joan Manuel Serrat, , Ana Belén, Victor Manuel, Caco Senante, Ismael Serrano… Los recitales que Pablo ofreció en escenarios españoles, con muchos de los citados y en solitario lo convirtieron posiblemente en el artista cubano más querido entre nosotros, el más asiduo. Escucharlo era una delicia: la inspiración no le faltó en sus últimos años. Abominaba de la mala música, del reguetón, el rap… "Vivimos un ciclo de horror con esos engendros". Sin embargo sus fieles no sólo eran gente madura: sabía llamar la atención de los más jóvenes también. Lejana ya su etapa panfletaria llegó a esta conclusión cuando amanecía el presente siglo: "No son los mejores tiempos pero trato de expresar un aliento de espiritualidad en mis creaciones".

Se ha marchado uno de los grandes. Le faltaban tres meses para ser octogenario. Lo de siempre en necrológicas parecidas de genios de la música, en este caso popular y romántica: nos quedan sus centenares de canciones para recordarlo.

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