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El centenar de amantes, dos esposas y seis hijos de Bob Dylan

Bob Dylan, de 82 años, inicia este 7 de junio su gira española.

Bob Dylan, de 82 años, inicia este 7 de junio su gira española.
Bob Dylan y Joan Baez | Cordon Press

Inicia Bob Dylan este 7 de junio su gira por España, empezando en Madrid, donde años atrás ya actuó en varios escenarios, como el antes de- nominado Palacio de los Deportes. (Sus primeros recitales en nuestro país datan precisamente del mes de junio de 1984, cuando debutó en nuestra capital y en Barcelona). Después irá a Sevilla, Granada, Huesca, San Sebastián, Logroño y la Ciudad Condal. Un genio, poeta que transformó la música americana, influyendo por su nueva manera de componer e interpretar en los cantautores de todo el mundo. Le dedicamos ahora dos artículos, uno sobre su importante carrera y el presente acerca de su vida personal, entre el misterio, las extravagancias y una desaforada sexualidad que, según dijo alguna vez, le inspiraba. En sus canciones, aparte de contenidos filosóficos, religiosos, sociales, existen otros que van desde la poesía a sus experiencias con las mujeres.

Tiene ochenta y dos años, cumplidos el último 24 de mayo. Apenas había estrenado la adolescencia se enamoró de Echo Halstrom, una condiscípula suya cuando frecuentaban un colegio de Hibbing, Minnesota, de donde ambos eran oriundos. Transcurría 1957. Mas no se conformaba con ella, pues la engañaba con otras chicas. Novias que lo encontraban tan divertido como tierno. Pero cuando los padres de algunas de ellas se enteraron con quién salían, salió a relucir que ya jovencito el futuro cantautor tomaba drogas. Eso lo ayudaba a escribir letras románticas, la primera que se conoció fue "Song to Bonny", dedicada a Bonny Beecher. Luego resultó que la utilizaría también para expresarle a Woody Guthrie, su ídolo del folk, la admiración. Y entonces la pieza pasó a ser titulada "Song to Woody". Ya se servía Dylan de múltiples ocurrencias que adornaron su biografía.

Una de esas muchachas que conquistó, Gretel Hoffman, acabó casándose con otro al advertir que Bob ya no le hacía caso. Pero se reencontraron, ella trató de llevarlo a la cama pero no lo consiguió: "Vuelve cuando te hayas divorciado". Divertida llegó a ser su pasión por una dama mucho mayor que él, de voluminosa presencia, alta y con poderosas tetas, a la que tras una relación acabó mandándola a hacer gárgaras. Por lo visto, Bob acababa desfallecido tras yacer con la cuitada.

Quien sí acaparó su atención amorosa fue Suze Rotolo. Porque, atractivo aparte, a sus dieciocho años, le hizo comprender que en el mundo había muchas diferencias sociales, conflictos que él debía afrontar en sus letras. Esa influencia determinó que Bob eligiera una portada singular de su álbum de 1963, "The Freewheelin" en la que aparecen juntos, ella abrazada a él, con la cabeza apoyada en los brazos del cantante. Suze lo animaba a que leyera, por ejemplo, las obras de Bertold Brecht. Dejaron de estar juntos en 1964, cansada Suze de que la mintiera constantemente con sus líos de faldas.

Pero ocurrió que Bob la echaba de menos, pensando que se le había escapado el amor que hasta entonces no había conocido, y eso lo refería en su composición "Down the highway". La buscó por todas partes, sin hallarla y eso lo llevó a escribir otra pieza acordándose de un ligue de años atrás, cuando estaba en el colegio: "Girl of the North Country". Poco a poco, tras unos años en varias bandas, Bob Dylan fue afianzando su carrera como solista, aunque de vez en cuando se uniera a otros colegas veteranos para actuar. No cuidaba Bob ni su vestuario ni tampoco su aseo. Cuando la todavía prometedora intérprete de folk Joan Báez lo conoció dio en compararlo con un vagabundo. Más o menos uno cree que Bob Dylan fue a lo largo de su vida un bohemio extraño con el que no era fácil congeniar. En las mujeres sobre todo buscaba sexo urgente. Ello nos remite a parafrasear el título de una película, en su momento transgresora, aplicada a él por cuanto deseaba: sexo, drogas, folk y rock and roll. A Bob "le iba" bastante consumir LSD, el ácido lisérgico que causaba atracción (y muerte) entre los jóvenes. Corría la primera mitad de los años 60. Bob y Joan actuaron juntos, intercambiaban canciones propias y ella, incluso, le suministró muy notables temas de su autoría. En 1963 se emparejaron en el escenario del Newport Folk Festival, que es el inicio de su popularidad, repitiendo en otros escenarios. De la admiración musical mutua, pasaron a encamarse. Y dos años después, rompieron.

En 1983 Joan Báez actuó en el Palacio de los Deportes madrileño. Eran las dos de la madrugada cuando enhebré un corto diálogo, a mi pesar pues ella me resultó encantadora, preguntándole por Bob. A lo que respondió: "Él no es una persona normal". No especificó por qué. Pero conociendo lo que muchas de sus amantes han dicho sobre Dylan, podemos hacernos idea de que ha sido siempre un tipo independiente, que ha ido siempre a lo suyo en esas cuestiones sentimentales, entre mentiras, traiciones, infidelidades constantes, causas que lo llevaron a ser a veces un solitario que se creía incomprendido por ellas. Soberbio y egoísta. Y como a menudo ocurre, aunque una mayoría coincida en juicios similares, siempre puede haber alguien que piense lo contrario, como sucedió con la bella y popular cantante británica Marianne Faithfull, quien tras relacionarse íntimamente con Dylan lo definió como un hombre muy dulce y algo retraído, tímido. En Inglaterra precisamente, donde realizó un par de giras, se desbordó su pasión sexual. De sus amantes entonces, destacó la vocalista de Velvet, Nico, con quien hizo buenas migas; al fin al cabo se juntaban dos seres individualistas y raros. Se encontraron varias veces hasta el día que Nico no quiso verlo más por lo drogado y guarro que estaba. A Bob "le ponía" acostarse con mujeres que tuvieran unos pechos potentes. Elegía a la primera que se le ponía a tiro con esas condiciones físicas.

Volvía a acordarse de "la Rotolo", de los tiempos en los que le recomendaba leer las poesías del francés Rimbaud, y pensando en ella le surgió una de sus mejores creaciones, "Blonde on blonde". Las rubias eran también su perdición. Quizás harto un día de tantas mujeres que pasaban por su vida sin proporcionarle alguna estabilidad, algo difícil sabiendo como era habitualmente, quedó flipado al dar con una espectacular modelo, que alardeaba de aspiraciones artísticas, y se ganaba la vida vestida de conejita de la revista Playboy. Lo chusco es que esta Sara Lowndes, nada más conocer a Bob, le preguntó que a qué se dedicaba. ¡No tenía la más remota idea de quién era Dylan, ya muy conocido por entonces! ¡Pues se casaron, sí, señores", de manera fulminante, al poco tiempo de salir unas cuantas semanas. La boda fue en 1965 y duraron como matrimonio hasta 1977 después de haber tenido cuatro hijos más una niña que Bob adoptó, hija de su mujer de una anterior unión.

Durante ese largo periodo él tuvo ocasión de dedicarle más de una canción: que sepamos, hubo una que tuvo buena difusión, la titulada "Sara", incluida en el álbum "Desire", donde Bob expresaba la nostalgia de un amor de ayer. A lo largo de esos doce años de convivencia Dylan atravesó por momentos felices en el hogar, aunque de él recogemos esta frase que lo dice todo sobre su manera de ser y pensar: "La felicidad no está en mi lista de prioridades. Yo afronto la vida día a día. Me atrae más la autodestrucción". Y Sara, llegó el momento en el que ya no lo aguantaba, aunque lo perseguía por los sitios donde actuaba. En el juicio del divorcio ella sostuvo que su marido no le hacía el mínimo caso en los últimos años, ni se ocupaba de la parentela, hacía caso omiso de sus hijos. Llegó un día, ya en 1983, seis años después de irse cada uno por su lado, que Bob quiso celebrar otra boda con Sara y ésta, naturalmente, lo mandó a freir puñetas. Bastante lo había soportado, sabiendo que en esa última etapa de su matrimonio la había engañado con una tal Ellen Berstein. Otra, llamada Stephanie Buffington, que encima no le gusta mucho, fue su siguiente querida. La sustituyó con la profesora de sus hijos, Faridi McFree. Y, de la noche a la mañana, como si hubiera recibido una llamada divina, entró en una fase mística, como se desprendía a partir de 1978 en sus canciones.

Fue otra mujer de paso en su vida, corista de profesión, Helena Springs, quien lo fue ilustrando en lecturas bíblicas. No le importaba nada ese interés repentino cuando continuaba con sus aventuras sexuales. Dejó a Helena, se fue con la actriz Mary Alice. Para engañarla con otra, la cantante Clydie King, una negra gordinflona. Acabaremos con un suceso que nunca había vivido Dylan con sus amores. Fue cuando la actriz Ruth Tyrangiel lo demandó en 1994 exigiéndole cinco millones de dólares, en concepto de haber convivido con él diecinueve años sin percibir ni un céntimo por cuanto lo ayudó como secretaria, enfermera, ama de casa… y amante, por supuesto. Sentimos no conocer cuál fue la solución del caso.

Esta lista de amores de Bob Dylan sería interminable, como una antigua guía telefónica, por lo que no añadimos ningún nombre más. Se le calculan por lo menos un centenar de amantes. No son las tres mil de las que se pavoneaba nuestro Julio Iglesias, pero esa cifra nos parece más que elocuente.

Sólo se casó otra vez nuestro admirado personaje. Fue en 1986 con la corista Carolyn Dennis. Padres de una hija. Pero esa nueva boda fue tan secreta que hasta 2001 no se enteró nadie. Y fue así por empeño de descubrirlo uno de sus biógrafos. Una rareza más de nuestro amigo. Quien hasta nuestros días no ha perdido comba en esa tradición suya de ir tras unas faldas constantemente. Claro que ya, a sus ochenta y dos años, parece que sus ardores sexuales han ido aplacándose.

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