
Camilo Sesto murió el 8 de septiembre de 2019 en un sanatorio madrileño, víctima de insuficiencia renal, dos semanas antes de cumplir setenta y tres años. El cantautor alcoyano había sido objeto de un trasplante de hígado en 2001, a consecuencia de una implacable hepatitis. Otras dolencias acentuaron sus males en los meses previos a su fallecimiento.
Dejó un vacío en la música pop melódica de España e Hispanoamérica. Fue un ídolo indiscutible en el periodo comprendido entre 1970 y 1987, tanto por sus grandes condiciones vocales como por la calidad de sus números musicales, más de una veintena de los cuáles alcanzaron el número 1 en las listas de éxitos. La crítica, a tenor de su extraordinaria carrera, consideraría a la hora de su obituario que su mayor triunfo fue el estreno en Madrid de la ópera-rock Jesucristo Superstar, la noche del 6 de noviembre de 1975 en el teatro Alcalá-Palace.
En un delicado momento de la vida española, en las vísperas de la muerte de Franco dos semanas después. Facciones ultras de la Iglesia católica la emprendieron con la sede de aquel espectáculo, promoviendo escándalos y altercados a las puertas del coliseo, en protesta por el contenido de la obra. Original del letrista Tim Rice con partitura de Andrew Lloyd Weber, se había estrenado primero en Broadway, Nueva York, en 1971, un año después en Londres, llevada al cine en 1973 y finalmente, como queda dicho, dada a conocer en la capital de España. Por absoluto deseo de Camilo Sesto, que se empeñó en ello, a costa de invertir una importante cantidad: doce millones de pesetas. En modo alguno, frente a la intransigencia de aquellos radicales católicos, podría considerarse irrespetuosa o sacrílega
Un Camilo Sesto barbado y con túnica blanca aparecía majestuoso en el escenario, emocionando con su magnífica voz de elevado registro a través de hermosas canciones que reflejaban los pasajes de la vida y muerte de Jesús. Ángela Carrasco, en el papel de María Magdalena, Teddy Bautista como Judas y otros actores-cantantes dieron vida a sus personajes con indiscutible acierto. El musical influyó en el futuro de un género que, hasta entonces, sólo se representaba en Inglaterra, Francia y Estados Unidos. Y ese hito histórico hay que agradecérselo a Camilo Sesto.
Precisamente dentro de algo más de un par de semanas va a darse a conocer una serie de Atresmedia, con igual título, Jesucristo Superstar, en el Festival de Cine de San Sebastián, aún sin fecha que sepamos para su difusión en la pequeña pantalla. Quien ha asumido el mismo protagonismo que Camilo Sesto se llama Alejandro Jato, y está acompañado por Adrián Lastra, Eugenia Silva, Elena Rivera y un extenso elenco.
La figura de Camilo Sesto, un tanto olvidada aunque parte de su repertorio musical no se haya apagado del todo, resultará así reivindicada en su justa medida. En 1987, tras diecisiete temporadas sin desmayo, optó por descansar un tiempo. En adelante, su carrera fluctuó ya con menos intensidad, muy irregular, prefiriendo en general actuar más en Hispanoamérica, sobre todo en México y Argentina. Padre en 1983 de Camino Michel, ese muchacho de vida errante y absurda, sin oficio, que está esquilmando la fabulosa fortuna que heredó de su padre, al que tanto costó conseguirla.
Camilo Sesto, entre luces y sombras, fue un cantante excelente, un compositor destacado. En cuanto a su biografía íntima, llena de claroscuros. Sus amores se repartieron entre los dos sexos. Pero salvo sus más allegados, nunca el gran público conoció sus relaciones homosexuales. Jamás se publicó nombre alguno de ninguna de sus parejas masculinas. Si bien en buena parte de su tiempo la censura no lo hubiera permitido en la prensa. El caso es que él se protegió de cualquier escándalo que lo señalara como gay. Lo era. Pero también gozó con algunas mujeres del mundo del espectáculo, entre ellas la intérprete ye-yé italiana Laura Casale; Rosetta Arbex, hermana del líder de Los Brincos, a quien dedicó una canción con su nombre; la cantante argentina Marcia Bell; la actriz Maribel Martín (que acabó luego conviviendo con Julián Mateos); Blanca Estrada, que de azafata en televisión llegó al cine; Andrea Bronston, hija del gran magnate del cine que se arruinó por sus costosas producciones, quien formaba parte del trío coral que acompañaba a Camilo en sus actuaciones.
Pero la mujer más importante de su vida fue Lucía Bosé. El hijo de ella, Miguel y Camilo fueron íntimos amigos: Camilo le produjo los dos primeros discos que grabó con más pena que gloria, y pasaron inadvertidos para la crítica y público, desde hace tiempo un par de "singles" cotizados para los coleccionistas. De tanto frecuentar el chalé de los Dominguín-Bosé, Camilo y Lucía pasaron a ser amantes.
Camilo la recordaba siendo niño, de alguna película, por ejemplo Muerte de un ciclista, la primera que Lucía rodó en España, en el tiempo que conoció al torero Luis Miguel Dominguín. Ya separado de él, la estrella italiana fue presentada a Camilo Sesto en 1971, a través de un relaciones públicas de discotecas, Nacho Angulo. El cantante alcoyano recordaba así su apasionada relación: "Nos hicimos amigos íntimos muy pronto, de una intimidad total, absorbente, irrepetible… No podíamos estar el uno sin el otro: juntos a todas horas, en todas partes, en su casa, en la mía de doctor Fleming, 31. Rara era la tarde en que no se presentaba en aquella casa y después de satisfacer nuestra mutua pasión, nos poníamos a investigar en cuestiones artísticas".
En la intimidad, Camilo la llamaba ‘Tusa’. Exactamente el mismo nombre que la madre le ella le adjudicó de niña. Viajaron juntos a Londres, en donde él tenía que grabar un álbum, una de cuyas canciones llevaba letra de ella y música de él: "Amor, amar". Sería un título habitual luego en su repertorio: "Amor, si tu dolor fuera mío / y el mío tuyo, / que bonito sería / amor, amar…". Más adelante, en 1974, Camilo le grabó otro poema de Lucía, que musicó asimismo: "Mi verdad", acompañado por la Orquesta Sinfónica de Londres.
Aquel amor fue desvaneciéndose, aunque duró largo tiempo. Viajaban juntos. En Buenos Aires fueron muy felices. Y aunque dejaron ya de amarse, lo que jamás terminó fue su amistad, que mantuvieron hasta el final de sus vidas.



