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Cuando El Juli jugaba al béisbol en una película

Se espera que El Juli concluya su última tarde en los ruedos este domingo y afronte un futuro tranquilo y feliz junto a su gente.

Se espera que El Juli concluya su última tarde en los ruedos este domingo y afronte un futuro tranquilo y feliz junto a su gente.
El Juli y Rosario Domecq | Cordon Press

El Juli se retira del toreo este fin de semana. En la tarde del 30 de septiembre en la Monumental de Las Ventas, en Madrid y al día siguiente, domingo día 1 de octubre en La Maestranza, de Sevilla. Lleva toreando desde que empezó con sólo ocho años. Un cuarto de siglo ha cumplido como matador de toros. Al respecto, el diestro ha declarado que quiere dedicarse por entero ahora a la familia y cuidar de su ganadería. Pero deja en el aire la posibilidad de reaparecer cuando estime oportuno. Es una de las figuras más importantes del último medio siglo. Y en su biografía, muy conocida por los aficionados, existe un capítulo singular del que quizás muchos de ellos no tengan noticia: en sus primeros pasos de novillero en México, siendo adolescente y sin poder reglamentariamente hacer el paseíllo en España en novilladas con picadores, rodó una película donde, aparte de intervenir en algunas plazas también, por necesidades del guión, hubo de aprender a jugar al beisbol, lo que no lo hacía mal. Es ahora millonario y disfruta de un matrimonio feliz, con tres hijos.

Julián López Escobar nació el 3 de octubre de 1982 en la madrileña clínica de San José, calle de Cartagena, 28 (donde don Juan Carlos de Borbón fuera atendido tras su accidente de caza en Botswana), y es erróneo que viniera al mundo en otro lugar como aparece en algunas biografías. La familia, con tres hijos, habitó en un par de barrios madrileños para después radicarse en la localidad de Velilla de San Antonio (donde falsamente algunos le atribuyen su nacencia). Su padre fue un modesto novillero sin suerte. Con su esposa, bordadora, montaron un taller en el barrio de la Concepción.

El día de su primera comunión Julián pidió a sus progenitores que le permitieran tentar un becerro. Le concedieron ese ruego. Como asimismo el de ingresar en la Escuela de Tauromaquia de Madrid, situada en El Batán, en plena Casa de Campo. Allí dio rienda suelta a su afición, aprendiendo de las lecciones que le impartían dos maestros de la Tauromaquia, los matadores de toros ya retirados Gregorio Sánchez y Joaquín Bernadó. No por ello dejó El Juli sus primeros estudios, que cumplió hasta culminar el sexto curso de la EGB en el colegio Casa de la Virgen, del antes mentado barrio de la Concepción, donde una monja que le impartía la asignatura de Religión se convirtió en su primera gran admiradora, al tanto de sus correrías taurinas.

Llegado a sus catorce años, habiendo demostrado sus aptitudes como novillero, no pudo exhibirlas en novilladas con picadores pues la ley imperante en España se lo impedía, hasta no cumplir al menos los dieciséis. No obstante se saltó esa prohibición vistiéndose de luces en un festejo picado sin tener la edad reglamentaria. Fue en el ruedo de Villamuelas, pueblo toledano del que es originaria su madre. Por cierto, ésta acudía a menudo a ver torear a su hijo, lo que haría en adelante ya siendo incluso matador de toros.

En vista de esas dificultades para ser contratado en España El Juli viajó con su padre a México. Hay versiones de que ya tenía contratados dos festejos. Fuera o no eso cierto lo que sí les pasó es que tuvieron muchas dificultades para abrirse camino. Penalidades diarias para su subsistencia. En esos predios aztecas, toreando en cosos pequeños pero también en la Monumental de México. También allí, por su corta edad, Julián hubo de recurrir a servirse de un pasaporte falso, para que ninguna autoridad le causara problemas. El Juli tuvo la oportunidad de ser protagonista de una película, "Sueño de luces", en la que aparte de torear aprendió a jugar al béisbol, actividad deportiva ajena al diestro madrileño, pero que en México goza de muchos seguidores. Una manera de que ese filme tuviera buena aceptación en taquilla tanto para amantes de los toros como de esa otra modalidad. Y si ante los novillos El Juli fue convirtiéndose en ídolo del público mexicano era asimismo diestro en su otra repentina afición deportiva, que nunca más, en España, volvería a practicar. La cinta se estrenó en 1998 y en formato vídeo aún puede verse, consultando Internet. No siendo de gran calidad, al menos es un documento fílmico de interés, al contener imágenes de aquellos comienzos de El Juli en los ruedos.

Tras dos años largos en México, donde llegó a indultar un novillo, El Juli pudo ya obtener la autorización precisa para torear en las plazas españolas. Y en Madrid se encerró con seis novillos, cortando un par de orejas, lo que le facultó su salida en hombros. Fui afortunado espectador esa tarde, en vísperas de que el 18 de septiembre de 1998 tomara la alternativa en Nimes, convirtiéndose en el matador de toros más joven de toda la historia. Le faltaban dos semanas para cumplir dieciséis años.

A partir de ese día hasta el presente El Juli ha llegado a hacer el paseíllo en alrededor de dos mil corridas. Con un abrumador número de trofeos. Indultó a una treintena de reses. No siendo un espada muy castigado por los toros, ha sufrido una veintena de percances, el más importante en Sevilla, en 2013. Una cornada gravísima que lo tuvo a las puertas de la muerte: fue operado tres veces. Confesaría ser consciente de que podía haberse ido de este mundo. Pero es el riesgo al que cada tarde se enfrentan los toreros. "Las cornadas me hacen sentirme orgulloso como torero y como hombre".

Variado con la capa, en México aprendió vistosos pases y él mismo creó un par de ellos, bautizados con sus apellidos, la lopecina y la escobarina. En sus primeros años de matador solía banderillear, lo que dejó de hacer unos años después de recibir la alternativa. Se convirtió en uno de los líderes de la fiesta, rivalizando con Enrique Ponce, Rivera Ordóñez, José Tomás… Es el único diestro que ha salido en hombros en siete ocasiones por la Puerta del Príncipe, de la Maestranza. Con los años ha depurado su estilo, cada vez más profundo y clásico.

Su padre fue lógicamente el primero en estar a su lado, dándole consejos, aunque El Juli, por su carácter independiente, casi siempre se ha salido con la suya. El joven ha sido respetuoso con su progenitor. Cuando era chico e iba del brazo de éste trataba de palpar la chaquetilla de algún torero si le era posible. Soñaba con ser uno de ellos algún día. A Las Ventas iban a localidades baratas, grada o andanada. Los padres no son precisamente los que tras el burladero prestan mejor servicio a sus hijos toreros. Y El Juli impuso en el transcurso de su carrera varios apoderados, entre ellos Victoriano Valencia y Roberto Domínguez. Así, Julián López senior, se vio desplazado en esa labor, aunque pudiera estar pendiente de su hijo tras el burladero.

Siempre le ha importado triunfar en Madrid, su ciudad natal, y en Las Ventas ha dejado la impronta de su toreo, como una inolvidable tarde también en Vista Alegre, la de la retirada de Curro Vázquez que tuve la suerte de presenciar entre otras de El Juli; éste realizó una de las mejores faenas de su vida. En general de esos dos mil festejos de su carrera, hay que decir que muy pocos fueron fracasos. Tanto en el ruedo como en su vida personal, El Juli es un torero muy responsable. Decían de él al principio que era un niño prodigio; otros, que un superdotado. Sin caer en ninguna frase grandilocuente, es bien probado que comenzó tempranamente a destacar en una profesión tan difícil, cuando aún era casi un niño, a las puertas de la adolescencia. Lo veíamos siempre serio, que no triste; con una leve sonrisa, de aire infantil. Con resabios de viejo siendo un imberbe. Los rasgos de quien se sale de lo normal: un elegido.

Jamás ha cedido a dar facilidades a la prensa del corazón, sin prestarse a reportajes familiares. Reconocía haber salido con chicas, pero sin comprometerse con ninguna. Hasta que llegó a su vida Rosario Domecq Márquez, hija de un ganadero y una aristocrática dama de origen vasco. Fueron novios durante siete años. La familia de ella nunca aprobaba esa relación, hasta que cedieron. El Juli estaba en la cima de su carrera, era millonario y los padres de Rosario nada podían temer por el futuro económico de su hija si se casaba con el torero. Éste, se apuró en "caer" bien a sus suegros y aprendió a jugar al polo en Sotogrande, donde el padre de Rosario es un acreditado caballista, ganador de muchas jornadas practicando ese deporte tan del gusto de los ingleses, frecuentes turistas en esa zona sureña.

La pareja ha tenido tres hijos: dos mellizos, Rosario y Fernando, nacidos en 2011, e Isabel en 2014. Estuvo en el parto de todos. El Juli posee la ganadería de El Frixo, y alguna vez ellos han llegado a colocarse ante alguna becerra que no les inspirara peligro alguno. Ahora bien, Julián no quiere que ninguno de ellos, ni siquiera el varón, sea torero. Bastante ha sufrido él, entre peligros y encerronas, zancadillas en los despachos de empresarios y bastantes ingratitudes. Sabe que su mundo está lleno de vividores, de falsos amigos. De ahí su carácter concentrado, levemente ceñudo, siendo desde luego afable y cortés con quien se le acerca. Soy testigo de cómo trata a cuantos le piden un autógrafo o "selfie".

Reparte su residencia entre su piso de Madrid y la finca de El Frixo, sita en Olivenza (Badajoz). En verano, cuando más torea, el refugio de los suyos es el de un chalé en Sotogrande (Málaga). El núcleo familiar ha sido siempre para El Juli importantísimo. Con sus dos hermanos está muy unido: la primogénita, Manoli, es bailaora profesional e Ignacio, que estudió Empresariales, siempre pendiente de los avatares taurinos de aquel, ayudándolo en la administración de los bienes.

A estas alturas de su vida, muy pocos días antes de cumplir cuarenta y un años, el día 3 de octubre, El Juli ya hace tiempo que, teniendo la vida resuelta, con un vasto patrimonio que ha sabido invertir en provechosos negocios, afirma que no piensa en el dinero: "He toreado por otras satisfacciones, he vivido por todo lo que ofrece el triunfo, toda vez que he cumplido cuantos caprichos y deseos haya podido tener".

Le espera cuando concluya su última tarde en los ruedos este domingo, un futuro tranquilo y feliz junto a su gente, el centro de su vida.

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