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Katy Mikhailova

30 días con arrugas por 3 euros

Probamos la crema de tres euros que, según un estudio, es la mejor del mercado.

Probamos la crema de tres euros que, según un estudio, es la mejor del mercado.
¿Cuál es el mejor cosmético? | Cordon Press

Nos pasamos horas observándonos en el espejo. Cada detalle, cada mancha, arruga, grano, ojera. Cuando paseamos por el Carrefour de Las Rozas cerca del corner de Olay, sus amigables trabajadoras te acorralan para hacerte un test de piel determinando qué va a ser de tu cara dentro de diez años. Te recomiendan unas 4 cremas: una de noche, un serum, para limpieza facial, tónico y otra crema de día con protector solar para hidratar y protegerte del sol. Te encasquetan Nivea, quizá la propia Olay, a lo mejor Garnier, o si te ven con mucho poder adquisitivo terminas comprando Helena Rubinstein.

Si todas creíamos que lo barato sale caro, aparecía un estudio de lo más sorprendente. Y hoy ha pasado un mes desde que me hice con la crema ya que la repusieron en el supermercado. Recordemos que hace medio año la Organización de Consumidores y Usuarios daba a luz un estudio que asegura que la "mejor crema antiarrugas" es la crema de Día Q10 de Lidl por 2,99 euros. Y hace tan sólo 4 semanas se conocía que el supermercado alemán incrementaba en un 20% la venta del cosmético, agotándose tal producto en tan solo unas horas. Yo fui una de esas que ha comprado la crema y que, una vez testada en mi piel, puedo asegurar que los resultados son nulos. Pero evidentemente, al tener 24 primaveras, no sé si quizá mi piel precisaría de otro tipo de crema.

El debate social abarcaba prácticamente todas las posturas posibles, en aquellos "estados" de mi Facebook. Algunas no terminaban de aceptarlo, porque aseguran que la calidad es cara; otras, se lanzaban a arremeter contra las principales firmas de lujo, porque es el márketing lo que encarece el precio final de las cremas de alta gama. Y los hombres no dudaban en mofarse de todo esto, afirmando que no hay nada como la cara lavada y que "el maquillaje se ha inventado para las feas". Aunque yo considero que los cosméticos están para hacer lo que Dios no pudo.

Y ya la semana pasada escribía para otro medio acerca de los muchos fallos de tal estudio. Entre los cuales destacaría el testar el producto en mujeres cuya edad va de los 30 hasta los 60. Por eso, y tirando piedras contra mi propio tejado, no encajo en ese "público objetivo" del cosmético, y he sido consciente en todo momento. Sin embargo, mi curiosidad me ha empujado a usar con perseverancia tal crema.

Pero la tendencia es que el 'low cost' está moda. Carmen Lomana no deja de defender la "bisuta" y Pablo Iglesias alardea de comprar en Alcampo sus camisas. Las celebridades portan vaqueros de Zara. Pero, ¿no podría ser marketing puro y duro? Y es que el índice de venta de barras de labios, como reflejo de la situación económica -en época de crisis, se venden más barras-, demuestran una vez más que los cosméticos son un "lujo accesible". ¿Lujo y accesible? ¿Paradoja? No. Se trata de productos de firmas de lujo que se pueden adquirir por 30 euros, por ejemplo. Quizá las consumidoras se han cansado: compran y compran, pero los resultados son mínimos, cuando no inexistentes. Y ya puestos, si se malgasta el dinero, que sea poco. ¿Pragmatismo? ¿Innovación? ¿Desesperación? ¿Salario bajo o situación de desempleo que obliga a reducir los gastos? ¿O mera moda "impuesta" por los líderes de opinión? En Francia la italiana Kiko le roba clientela a L’Oreal y Sephora. En tan sólo cuatro años, en el país galo, la firma ‘low cost’ cuenta con más de 100 establecimientos. Lo que explica la caída de ventas de las compañías de lujo en 1,5% de en 2013 respecto al mismo periodo de 2012. En España, las grandes firmas pelean contra Mercadona, a pesar de que hace más de año y medio retiraba once de sus productos estrella debido a que podían producir una sustancia inductora de tumores cancerígenos. Pero nos olvidamos de que la arruga es bella, como decía el eslogan de Adolfo Domínguez, y que al final somos lo que comemos y lo que pensamos, y eso se refleja en la cara, y no hay crema que lo compense.

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