
Las torrijas ya están aquí. Y con ellas, toda la magia de la Semana Santa. Ayer fue Viernes de Dolores y el penúltimo viernes de 2023 sin carne para los católicos (apostólicos y romanos). Viernes de cuaresma, de pescado y verduras. No sé cuántos lo han cumplido, pero, acabada la Semana Santa, la dieta regresará a las vidas de los españoles; sobre todo para aquellos (aquellas) que se enfundarán en un vestido para la tan deseada Feria de Abril. El resto, aguardará más tiempo para el momento-bikini.
Quien ama a la mujer debe amar la celulitis. Con o sin cuaresma. Con o sin torrijas. Quien ama la cerveza, también debe asumirlo. Por algo se llama tripa cervecera. Cada pecado tiene su penitencia. Weleda, por ejemplo, ha lanzado un aceite de abedul para eliminar la celulitis (al igual que cientos y miles de marcas en todo el mundo). La pregunta que nos hacemos es si realmente existe una crema que elimina (o reduce) la piel de naranja y parecidos.
Y es que esto viene al hilo del post en Instagram de la cantante Lele Pons, mujer del mediático reguetonero Guayna. Lele publicaba estos días una fotografía con 2 amigas en donde se aprecia una clara celulitis que no quieren esconder. La finalidad es normalizar la imperfección y ayudar a que la aceptemos. Pero la otra cara de la moneda es que la gente sigue aspirando a la belleza perfecta.
En qué punto nos encontramos en Occidente cuando convivimos con ese dilema moral y estético de parecer perfectos o escoger la apología de la imperfección.
Lo primero viene impuesto por los cientos de estímulos recibidos en redes y prensa: ayuno intermitente, dietas keto, gimnasios en casa, cremas adelgazantes, serum para eliminar arrugas, intervenciones quirúrgicas para aumento de pecho, y un eterno etcétera. Lo segundo, por contra, se resume en mantras del tipo de "quiérete como eres", "acepta tu cuerpo", "la arruga es bella", "la belleza no está en la talla"; o fotos y post reivindicativos para compartir con el mundo entero ese defecto o imperfección que nos acompaña.
Adónde nos dirigimos y en qué punto de vida estamos. Por qué retroalimentamos estos mensajes tan contradictorios que devoramos sin darnos cuenta. Dónde comienza la libertad de cada persona cuando su criterio viene delimitado por este tipo de "inputs" mediáticos. Y, acaso, no estamos agotando nuestro espíritu con tanta banalidad en vez de centrarnos en lo que verdaderamente importa?
Las cofradías han empezado a salir por toda Andalucía y parte de España. Los pasos de las procesiones ya están montados y en las calles ya suena a sinfonía. Huele a renacer. A primavera. A Resurrección. Huele a vida. No es este, quizás, el aspecto de la belleza que más deberíamos cultivar y que, sin embargo, estamos descuidando? Cuando adquirimos neófitos como si fueran perros de sustitución y llenamos los vacíos emocionales empachándonos con campañas para hablar de sexo, estamos demostrando que, como sociedad, vamos de camino al abismo moral. Lo que otros llaman degradación moral de Occidente. Por suerte siempre nos quedará la primavera en el sur, que ahonda en nuestras raíces tanto que uno parece no creer que es verdad. Larga vida a los que aceptan su cuerpo, su pueblo y sus cosas.
