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Para gustos, toallas

Nunca antes una toalla había sido cotizada tan alto. Balenciaga lo ha vuelto a hacer.

Nunca antes una toalla había sido cotizada tan alto. Balenciaga lo ha vuelto a hacer.
Balenciaga | Balenciaga

El mundo de las toallas, los baños de agua, con champú y champagne, es más mundo -primero y sin vías ni desarrollo- cuando uno puede permitirse superar el escalón de Oysho, Zara Home e Ikea para secarse aun sin haberse mojado. Secarse con lujo en cuerpo es más agradable, y las depresiones en un yate siempre se ha dicho que son más llevaderas. Y tanto que lo son. Que se lo digan a Lady Di, a propósito de la nueva temporada de The Crown, en la que la princesa se pasa el día en un yate. Pero esto es otra historia.

Nunca antes una toalla había sido cotizada tan alto. No, si es además convertida en una pieza para la vestimenta. Semejante locura sólo puede ser un invento (o reinvento) de una marca que aboga por vender lujo a precio de polémicas. Y sí, señores, Balenciaga lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a dejar el legado, el nombre y la historia de un genio de la moda, a la altura del betún, o de la alfombrilla de baño.

De los creadores de las horripilantes cangrejeras o la bolsa de lujo (inspiración absoluta en las de Ikea), ahora llega esta prenda de vestir (o de bañar) por 695 euros, a partir de una toalla de rizo en un color gris oscura: la falda toalla.

Aunque no fuera presentada en París, Balenciaga cuenta con tal legión de forofos dispuestos a pagar cualquier precio por cualquier prenda que no me extrañaría que se agotara en horas o días. Como sin logo no hay paraíso, sobre todo para los nuevos ricos (que serán, al final, y al principio, las víctimas idóneas para esta ‘prenda de bañar y rebañar’), esta falda sí cuenta con logotipo en una esquina.

El humor, las críticas, los memes, las polémicas y los haters se juntan por una causa, y tampoco tardan demasiado las redes en arder por frivolidades de este tipo. Un usuario escribía en estos días en el ‘antiguo Twitter’: "Hay que recordar que alguien propuso esta idea, los jefes estuvieron de acuerdo, alguien la fabricó, alguien diseñó el marketing, alguien la subió a la página web y aun así nadie pensó que era una mala idea".

Sorprende, al hilo de este tuit en X (que ahora se llama así por gusto de Elon Musk), que una idea tan absurda pase por tantas manos y cerebros en una multinacional que pertenece a un conglomerado de lujo y que mueve anualmente cifras estratosféricas. Pero comprendo que debe de ser ya filosofía asentada en la marca para ganar titulares a costa de "brillantes ideas" para después vender humor, toallas y ceros a la derecha. Todo muy aspiracional.

En materia de toallas, y nunca mejor dicho, no es descabellado este presupuesto por una falda si tenemos en cuenta, por ejemplo, que un albornoz de Versace cuesta 390 euros o una toalla de playa de la marca italiana está a 340. Loewe las tiene por 450, Giorgi Armani por 390, Celine por 350 y Hermés por 445.

Bendita etimología que nos sitúa en el origen de todas las palabras y nos recuerda que la palabra toalla tiene sus cimientos en el vocablo bárbaro denominado entonces ‘tualia’. Entonces eran meros trozos de lienzos que se usaban para secarse las manos o incluso como mantel para mesas. Hoy la toalla ha pasado a mejor vida y ha aterrizado para quedarse. Que Dios nos pille confesados y duchados.

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