
El olfato nos permite conectar con momentos, personas y lugares a través de los olores. Además, nos permite recordar tiempos pasados o nuestra comida favorita. También, hay que tener en cuenta que, con el paso de los años, el cuerpo humano atraviesa distintas transformaciones que afectan la percepción de su propio olor. Desde el olor fresco de un bebé hasta los cambios en la adolescencia, marcados por un aumento en la sudoración y acidez, el cuerpo evoluciona constantemente. Sin embargo, con el envejecimiento, la piel experimenta modificaciones químicas que generan el característico «olor a viejo». El motivo es que la química del cuerpo se modifica a medida que envejecemos por el aumento o disminución de hormonas, entre otras razones.
Pero, ¿qué es el olor a viejo realmente? Se trata de un aroma algo rancio que desprenden algunas personas mayores y que se suele asociar a la falta de aseo. Recordemos que son los cambios hormonales que se producen con el paso de los años los que producen este olor. Además, de manera paralela, se va reduciendo nuestra capacidad antioxidante natural y el resultado es que aumenta exponencialmente la peroxidación y el cuerpo huele cada vez peor.
¿A qué edad comienza?
Generalmente, el "olor a viejo" comienza a desarrollarse alrededor de los 40 o 50 años, pero se vuelve más perceptible después de los 70 años. Su aparición está vinculada a cambios en la piel y en el metabolismo. Pero, hay que tener claro que puede empezar a notarse a partir de los 30 años. ¿Por qué aparece?
Los cambios hormonales de la madurez traen como consecuencia un aumento en la producción de lípidos en la superficie de la piel y se va reduciendo nuestra capacidad antioxidante natural. Ante esta situación, lo lógico es pensar que con una buena ducha podemos deshacernos de este olor. Pero no es así ya que los lípidos no son solubles en agua. De ahí que el mal olor relacionado con los ácidos grasos sea tan complicado de eliminar. Esto también quiere decir que el olor no tiene ninguna relación con el sudor u otros fluidos corporales.
¿Por qué ocurre?
Este peculiar olor se debe a una molécula en particular, el 2-nonenal. Esta es una molécula que se genera en la piel al oxidarse de forma natural los ácidos grasos de la barrera lipídica (...). El 2-nonenal huele realmente mal. Además, con la edad, la piel produce menos antioxidantes, lo que favorece la acumulación de este compuesto, que tiene un olor ligeramente rancio o grasoso. Además, otros factores pueden intensificar este olor, como:
- Disminución de la producción de aceites naturales: La piel se seca más con la edad, alterando su equilibrio químico.
- Cambios hormonales: Afectan la producción de sudor y aceites cutáneos.
- Alimentación y medicamentos: Algunos fármacos y dietas pueden influir en el olor corporal.
- Menor renovación celular: La piel tarda más en eliminar células muertas, lo que puede generar un aroma particular.
¿Se puede evitar o reducir?
Si bien el 2-nonenal es parte del envejecimiento natural, su impacto se puede minimizar con buenos hábitos, como una higiene regular con jabones suaves y esponjas exfoliantes. Una hidratación adecuada para mantener la piel en buen estado. Una dieta equilibrada, rica en antioxidantes como vitamina C y E. Y una buena ventilación en la ropa y el hogar para evitar que el olor se impregne.
La pérdida de capacidad olfativa nos impide notar el olor
Si se está preguntando qué hace la naturaleza para advertirnos de que nuestro cuerpo empieza a exudar 2-nonenal, la respuesta es bastante desalentadora. El motivo es que, a medida que envejecemos, vamos perdiendo capacidad olfativa y, por ello, no percibimos el olor del vecino, de la comida más apetitosa del mundo o de las flores del jardín en primavera.
En concreto, a partir de los 70 años la pérdida es tan notable que casi somos tan inmunes al mal olor como los niños menores de 8 años. Científicos galeses lo explican por la pérdida de fibras olfativas y la muerte de las neuronas encargadas de procesar las fragancias.