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Del Zangarrón al Apalpador: las tradiciones que reivindican la verdadera identidad española

España celebra su Navidad más allá del Belén con figuras como el Olentzero o el Apalpador, rescatando mitos que definen la identidad de cada pueblo.

España celebra su Navidad más allá del Belén con figuras como el Olentzero o el Apalpador, rescatando mitos que definen la identidad de cada pueblo.
Un caganer catalán en el escaparate de un comercio durante la Navidad. | Cordon Press

La Navidad en España suele asociarse a la lotería, las uvas, el Belén y la Cabalgata de Reyes. Sin embargo, la geografía española esconde un catálogo de tradiciones que, para muchos, resultan totalmente desconocidas. Desde duendes que bajan del monte hasta troncos que "regalan" dulces, nuestra cultura navideña es un testimonio vivo de historia y mitología.

Aunque cada región tiene su matiz, el esqueleto de la Navidad española se divide en hitos claros: la Nochebuena (24 de diciembre), la Navidad (25 de diciembre), la Nochevieja (31 de diciembre), el Año Nuevo (1 de enero) y el broche de oro con los Reyes Magos el 6 de enero. No obstante, el ambiente festivo comienza mucho antes, permitiendo que tradiciones locales muy específicas cobren vida en días señalados.

Tradiciones por regiones: Identidad y folklore

  • Zamora (Zangarrón): En Sanzoles, al inicio del año, un personaje con máscara de cuero negro y nariz roja recorre las calles pidiendo aguinaldo, haciendo sonar cencerros y persiguiendo amistosamente a los vecinos.

  • Cantabria (La Vijanera y el Esteru): En Silió se celebra el primer carnaval del año para ahuyentar malos espíritus con personajes como los zarramacos. Además, el Esteru, un leñador bonachón, baja con su burro para traer regalos.

  • Cataluña y Aragón (Tió de Nadal y Caganer): El Tió es un tronco al que los niños alimentan para que, tras ser golpeado en Nochebuena, "cague" dulces. En el Belén, nunca falta el Caganer, símbolo de fertilidad y fortuna.

  • País Vasco y Navarra (Olentzero): El carbonero mítico que baja de las montañas el 24 de diciembre para repartir ilusión y regalos en cada hogar.

  • Galicia (Apalpador): Un gigante carbonero que baja en Nochevieja para palpar las barrigas de los niños, asegurándose de que han comido bien y dejándoles castañas.

  • Asturias (El Guirria y el Angulero): Mientras el Guirria es un duende que salta por las calles de Ponga el 1 de enero, el Angulero representa al lobo de mar que llega en Nochebuena a los pueblos marineros.

  • Madrid (La Pastorela de Braojos): Una danza pastoril del siglo XV realizada dentro de la iglesia durante la Misa del Gallo, con música en directo y trajes tradicionales.

  • Cáceres (Las Tablas): En Albalá, los jóvenes procesionan el 25 de diciembre portando sobre sus cabezas tableros decorados con flores, frutas y bollos.

  • Albacete (El Blanco): En El Ballestero, el 28 de diciembre, una persona vestida totalmente de blanco recorre el pueblo en silencio, tocando una campanilla y pidiendo por las ánimas.

La importancia del legado cultural

Estas celebraciones, que van desde el chapuzón mañanero en el Mediterráneo en Almuñécar (Granada) hasta los Ranchos de Pascua en Canarias, demuestran que la Navidad en España no es uniforme. Son ritos que hunden sus raíces en el ciclo agrícola y la supervivencia, ofreciendo una visión que va mucho más allá de los estándares comerciales.

En un mundo globalizado, estas fiestas locales viven un renacimiento. Los ciudadanos buscan en el Zangarrón, el Apalpador o la Pastorela una conexión real con su pasado, manteniendo viva la llama de una identidad que se niega a desaparecer entre luces LED y escaparates.

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