
La cena de Nochebuena es el momento de mayor identidad cultural en el mundo hispanohablante si hablamos de las fiestas navideñas y sus diferentes tradiciones... Sin embargo, lo que para un madrileño es un menú de lujo, como un besugo o un cordero, para un latinoamericano sería una mesa incompleta.
De hecho, al otro lado del Atlántico, la Navidad no se sirve necesariamente en fuentes de plata, sino que a menudo llega envuelta en hojas vegetales y nace de una preparación colectiva que dura días. Cuando uno lo vive desde el otro lado del mundo, lo que más descoloca al comensal europeo es encontrar un "paquete" atado sobre su plato. No olvidemos que esta técnica ancestral concentra los sabores mediante la cocción en hojas. ¿Cuáles son los platos más llamativos?
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Hallacas en Venezuela: Una obra de orfebrería que envuelve un guiso complejo de carnes, aceitunas, alcaparras y pasas en masa de maíz. La mezcla dulce-salado es una explosión inusual para el paladar del Viejo Continente.
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Tamales en Mesoamérica: En Costa Rica el tamal tico o México, la masa de maíz blanco se combina con arroz, zanahoria, carnes y ciruelas pasas, demostrando la versatilidad de un ingrediente sagrado.
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Pasteles de hoja en el Caribe: Muy populares en Puerto Rico y República Dominicana, mantienen la esencia de la masa rellena y protegida por la hoja de plátano.
Sabores típicos por países
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Argentina: En pleno verano austral, la parrilla es la reina. Sorprende el Vitel Toné que consiste en ternera con salsa de atún y anchoas, un plato italiano de verano que en el Cono Sur es el símbolo irrenunciable de la Navidad.
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México: Destacan los Romeritos que son quelites con mole, camarones y nopales y el Bacalao a la Vizcaína, que aquí muta con chiles güeros y acitrón, volviéndose irreconocible para un español.
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Colombia: Los buñuelos de maíz y queso costeño, fritos en esferas perfectas, son el bocado de cualquier hora, acompañados siempre de natilla casera.
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Cuba: El banquete se centra en el lechón asado lentamente durante horas, servido con arroz, frijoles negros y plátano.
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Venezuela: Además de la hallaca, el Pan de Jamón que es básicamente pan dulce con jamón, aceitunas y pasas, es un invitado obligatorio que fusiona sabores opuestos con éxito.
Pero es que además, la sobremesa latina ofrece texturas y temperaturas que rompen los esquemas europeos. Por ejemplo está el ponche de Frutas que se toma en México, este se sirve caliente, hervido con tejocote, guayaba, tamarindo y caña de azúcar, a menudo con un "piquete" de licor. Luego está la Cola de Mono de Chile, que es un licor único a base de aguardiente, café, leche y especias que define la Navidad chilena. Y, por último la ensalada de Nochebuena que también es tradicional en México, consiste en una mezcla de remolacha, jícama y cacahuetes que, por su dulzor, funciona casi como un postre de color púrpura vibrante.
Una cocina de comunidad
Más allá de los ingredientes, lo que realmente asombra es el carácter social de la preparación. Mientras en Europa la cena suele recaer en una sola persona, en Latinoamérica existe la "tamalada" o la "hallacada". Es una línea de ensamblaje familiar donde abuelos, hijos y nietos participan en la limpieza de hojas, el extendido de masa y el atado de hilos. Es una gastronomía de unión que convierte el proceso de cocinar en una fiesta tan importante como la cena misma.

