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Científicos contra el alarmismo climático recuerdan el "terrible episodio" de lluvias durante tres meses en el siglo XV

"La causa de las lluvias de marzo es meteorológica, no climática", avisa un grupo de expertos contra los intentos de politizar las precipitaciones.

"La causa de las lluvias de marzo es meteorológica, no climática", avisa un grupo de expertos contra los intentos de politizar las precipitaciones.
Desembalse de la presa de Casasola, en Almogía, Málaga, este martes. Las intensas lluvias registradas durante la madrugada en la provincia de Málaga han provocado el desbordamiento del río Guadalhorce y el río Campanillas. La presa está al límite de su capacidad y tiene el desagüe atorado, por lo que está aliviando todo el agua que ha recibido de la lluvia. | EFE

Las intensas precipitaciones de este mes, copiosas y continuadas durante semanas y que han ocasionado crecidas extraordinarias no son achacables al cambio climático, según ha alertado un grupo de expertos ante las voces que se escuchan ya atribuyendo lo ocurrido a este fenómeno. Varios científicos agrupados en la Asociación de Realistas Climáticos han criticado las voces "poco informadas" que ya están vinculando las lluvias al cambio climático, una "socorrida excusa que vale para cualquier fenómeno meteorológico del tipo que sea, por exceso o por defecto" y aportan algunos datos que probarían que detrás de las precipitaciones sólo hay "fenómenos naturales poco frecuentes".

Así lo defiende Javier G. Corripio, glaciólogo y experto en meteorología de la asociación que insiste en que aunque sea muy poco común se trata de un "fenómeno normal". Cita al respecto un estudio de Nature que demuestra que "la precipitación en los países que bordean el Mediterráneo se caracteriza por una gran variabilidad temporal, pero no muestra ninguna tendencia desde 1871, subrayando la falta de efecto del cambio climático sobre las precipitaciones".

"Tren expreso de borrascas" contra la península

El presidente de la asociación, Javier Vinós, insiste en que "la variabilidad en las precipitaciones es muy grande y no es raro que haya meses muy lluviosos y otros muy secos". Recuerda al respecto "que en marzo del año pasado llovió el doble de la media. Y cómo tanto ese mes como marzo de 2018 "son precedentes de lluvias muy abundantes en esta época del año". "La causa de las lluvias de este marzo es meteorológica, no climática", dice el científico climático, que considera que "el debilitamiento del vórtice polar ha llevado a que se reduzca la velocidad de la corriente en chorro, lo que hace que forme meandros. En uno de ellos se instaló un anticiclón al norte de Islandia y se produjo una situación de bloqueo. Se quedó fijo en esa posición, mientras que al sur de las Azores se instaló otro anticiclón. Entre ambos se formó un canal por el que las borrascas que transitan por el Atlántico han sido redirigidas más al sur de lo habitual, como un tren expreso de borrascas contra la península Ibérica, una detrás de otra".

Mientras, Javier del Valle, especialista en hidrología, señala que marzo y abril son meses habitualmente lluviosos como consecuencia de la creciente inestabilidad de las masas de aire en primavera, y este año esa situación se ha intensificado por la situación de bloqueo mencionada por Vinós. "Aunque ha habido desgracias personales y pérdidas económicas, las precipitaciones han tenido lugar no solo sobre la vertiente atlántica, sino también la mediterránea, a lo que hay que añadir la abundante acumulación de nieve en las montañas, lo que es muy buena situación de cara al verano que siempre es escaso en precipitaciones", señala el profesor, que cree que "debe considerarse un episodio muy favorable".

Las crónicas de Juan II de Castilla

Para ejemplificar cómo estas lluvias, aunque infrecuentes, no son algo desconocido, Corripio menciona cómo en las crónicas de Juan II de Castilla aparece "el relato del terrible episodio de precipitaciones abundantísimas que tuvo lugar en España durante más de tres meses entre 1434 y 1435". Dicha crónica, recuerda, "menciona numerosos muertos en Valladolid, Medina del Campo, Madrid y Sevilla, donde muchos se refugiaron en los barcos del que por aquel entonces era un puerto importante, para salvar la vida".

"Las inundaciones destruyeron multitud de casas y se perdieron por toda España cosechas y ganado por lo que hubo una hambruna generalizada. Por aquel entonces el nivel de CO2 en la atmósfera era de tan solo 280 partes por millón, un tercio menos que el actual y el considerado "ideal" por el IPCC. Reducir nuestras emisiones es tan eficaz ante los fenómenos meteorológicos como salir en procesión o realizar sacrificios", apunta.

Por último, Saúl Blanco, profesor de ecología, señala que pese a la creencia popular, las evidencias científicas indican que no se está produciendo un aumento en la frecuencia de muchos "fenómenos extremos" relacionados con el clima (precipitaciones, incendios, sequías, huracanes…). "Es posible que algunos indicadores señalen una mayor gravedad atribuible a estos desastres naturales, en términos económicos o de número de víctimas, pero esto no se debería a su mayor frecuencia sino a los cambios en los patrones demográficos mundiales, con poblaciones cada vez más concentradas en zonas de riesgo", apunta.

En el comunicado, la ARC señala que "si el calentamiento climático actual fuera especialmente intenso, se esperarían cada vez menos huracanes y ciclones, y no más. Ello se debería a que, al disminuir el gradiente de temperatura entre el ecuador y los polos por un calentamiento mayor en estos, se crean condiciones menos propicias para la aparición de estos fenómenos atmosféricos adversos". Los profesores Blanco y Corripio recuerdan al respecto que esta es la tesis del físico Richard Lindzen, profesor de meteorología dinámica en Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachussets.

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