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¿Cómo detectar una neumonía con sus primeros síntomas?

La neumonía es consecuencia del invierno, pero no exclusivamente. Hay alguna manera de detectarla a tiempo y prevenirla.

La neumonía es consecuencia del invierno, pero no exclusivamente. Hay alguna manera de detectarla a tiempo y prevenirla.
Persona tosiendo y expandiendo su virus. | Pixabay/CC/mohamed_hassan

En invierno, es bastante típico padecer de tos o una infección de las vías respiratorias superiores. La mayoría de las veces uno se recupera rápidamente, pero, a veces, este tipo de enfermedades pueden convertirse en neumonía, una infección pulmonar especialmente peligrosa para los adultos mayores.

Para hacerse una idea, en un año normal, alrededor de 1.5 millones de personas acuden a las salas de emergencias con neumonía, y más de 40.000 personas mueren a causa de esta enfermedad, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Hay que tener especial cuidado porque la neumonía puede convertirse en una enfermedad grave en personas de cualquier edad, pero los niños menores de 5 años y los adultos mayores son los más vulnerables.

La neumonía es una infección muy común entre la población que es fundamental detectar a tiempo para evitar complicaciones graves. Por ello, es importante prestar atención a ciertos síntomas, tanto respiratorios como otros más inespecíficos, para iniciar el tratamiento cuanto antes.

En la actualidad, las neumonías se dividen en aquellas que se adquieren en la comunidad y las relacionadas con la asistencia sanitaria (NRAS). Estas comprenden la neumonía adquirida en el hospital (nosocomial), la asociada a la ventilación mecánica y las relacionadas con la asistencia sanitaria que se contraen fuera del hospital.

Sobre las neumonías comunitarias, diversas bacterias, hongos, virus y parásitos pueden ocasionarlas. La bacteria más común que produce esta afección es la Streptococcus pneumoniae (neumococo). En cambio, la neumonía en personas ingresadas en centros hospitalarios, conocida como neumonía nosocomial, está producida por otro tipo de bacterias poco comunes en la comunidad. A pesar de que todo el mundo es susceptible a sufrir neumonía, hay dos picos de incidencia en niños menores de cinco años y en adultos mayores de 65. Además, existen personas que presentan mayores factores de riesgo:

  • Fumadores y/o personas con adicción al alcohol
  • Pacientes con enfermedades crónicas pulmonares como EPOC, así como cardiacas o renales
  • Inmunodeprimidos (VIH, trasplantados o con cáncer)
  • Personas con ausencia de bazo

¿A qué señales de alerta hay que prestar atención?

Las neumonías suelen presentarse junto a fiebre y síntomas respiratorios como tos, expectoración, dolor torácico y disnea. Además, suelen ir acompañadas de signos como malestar general, confusión, deshidratación y empeoramiento de enfermedades crónicas. Hay que tener en cuenta que en el paciente anciano, los síntomas son más inespecíficos y pueden cursar con síndrome confusional agudo o bajo nivel de consciencia.

Sobre las señales más alarmantes, hay que prestar cierta atención a aquellos síntomas que comprometen la función pulmonar y, en consecuencia, la oxigenación de la sangre. La dificultad al respirar y la elevación de la fiebre suelen alertar de una mala evolución. Por tanto, hay que prestar especial atención a:

  • Tos productiva

La neumonía hace que los alvéolos de los pulmones se llenen de líquido, por lo que casi siempre va acompañada de tos, generalmente productiva. Además, esta tos productiva normalmente va acompañada de una secreción desagradable cuyo color puede ser amarillento, verdoso o grisáceo.

  • Fiebre o temperatura corporal muy baja

La neumonía suele ir acompañada de fiebre y escalofríos, un signo de que el cuerpo está luchando contra la infección, sin embargo, es importante saber que la ausencia de fiebre no descarta la neumonía, especialmente en las personas mayores de 65 años.

A veces, los adultos mayores que padecen neumonía presentan una temperatura corporal baja en lugar de una temperatura corporal alta. Esto tiene que ver con la forma en que el sistema inmunitario responde a la infección. El motivo es que en las personas de edad avanzada, que suelen tener un sistema inmunitario más débil o que están inmunodeprimidas, en lugar de reactivar el sistema inmunitario, la infección puede provocar temperaturas bajas.

  • Dificultad para respirar

Cuando los alvéolos de los pulmones están infectados, el cuerpo tiene que esforzarse más para que el aire entre y salga de los pulmones, por tanto, es posible que cueste recuperar el aliento, que se tenga sibilancia o que parezca que se respira más rápido de lo normal.

  • Dolor de pecho

Otro síntoma de un caso grave de neumonía es el dolor torácico o de pecho. A diferencia del dolor de un ataque cardíaco, el dolor de pecho asociado a la neumonía suele describirse como "agudo o punzante" y suele ser más doloroso al respirar de forma profunda o toser.

  • Mareos o delirio

Un síntoma más sutil de la neumonía, que suele manifestarse en los adultos mayores, es un cambio en la cognición o lucidez. Este es un signo de que el cuerpo está enfermo, y eso hace que el cerebro se estrese. De hecho, si alguien llega al hospital y dice que su ser querido está confundido... eso es una señal de alarma para que se empiece a buscar una infección.

Por qué es importante detectar a tiempo la neumonía

Diagnosticar la neumonía a tiempo resulta fundamental para prevenir complicaciones que puedan poner en riesgo la vida del paciente. Entre ellas, hay que destacar las siguientes:

  • Insuficiencia respiratoria, sobre todo en individuos con patologías cardiacas o respiratorias previas. En estos casos, se puede precisar de oxigenoterapia.
  • Bacteriemia. Esto significa que los gérmenes pasan al torrente sanguíneo, lo que puede derivar en un shock séptico.

Medidas preventivas contra la neumonía

Hay pocas medidas para evitar la aparición de una neumonía. Puesto que muchas de ellas comienzan tras un proceso viral o gripal, sin embargo, la vacunación anual antigripal es recomendable en todas aquellas personas con mayor riesgo (mayores de 65 años, enfermedades bronquiales o pulmonares crónicas, enfermedades renales, cardiacas o hepáticas crónicas).

Asimismo la vacunación con vacuna antineumocócica evita la aparición de neumonías con bacteriemia causadas por neumococo. Su uso es recomendable en personas mayores de 65 años o mayores de 2 años con enfermedad cardiovascular o pulmonar crónica, alcoholismo, enfermedad hepática crónica, ausencia de bazo por cirugía o traumatismo, o pérdidas de líquido cefalorraquideo, así como personas con inmunodeficiencias, cáncer generalizado, insuficiencia renal crónica o quienes han recibido un trasplante. Pero no solamente la vacuna es importante sino el hecho de llevar unos buenos hábitos de vida y, entre otras cosas:

  • Evitar el consumo de tabaco
  • Mantener una buena higiene dental y bucal, así como lavarse las manos varias veces al día
  • Fortalecer el sistema inmunitario con ejercicio diario, una dieta saludable y un buen descanso

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