
La menopausia es un hecho biológico que se define como el cese definitivo de la menstruación una vez que los ovarios dejan de producir hormonas reproductivas. En la actualidad, los especialistas en Ginecología establecen su inicio como el momento en el que la mujer permanece un año sin menstruación. Se trata de una realidad que las mujeres experimentan alrededor de los 50 años, pero puede ocurrir en cualquier momento desde los 40 hasta los 60 años.
La menopausia se asocia comúnmente con síntomas como sofocos, sudores nocturnos, cambios de humor y sequedad vaginal, entre otros, que pueden afectar a la calidad de vida de la mujer, pero que la doctora Clotilde Vázquez Martínez, jefa del departamento de Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz y especialista de Quirónprevención, se apresura a desmitificar: "La menopausia es un hecho que vivimos el 100% de las mujeres y lo que hay que hacer es controlarla, determinar su intensidad y repercusiones a corto, medio y largo plazo, y tomar las medidas correctoras".
La menopausia es un hecho natural, pero ¿no hay que hacer nada?
La presbicia o vista cansada, o las cataratas por ejemplo, son una consecuencia natural del paso de los años, y nadie se alarma por ello, ni se resigna a esa limitación: se pone gafas y continúa con su vida como si nada.
Con la menopausia, en cambio, no sucede lo mismo. Existen prejuicios respecto a ella porque se asocia a la pérdida de atractivo de la mujer, al inicio de la vejez, y porque algunos de sus síntomas y signos, como los sofocos o los cambios físicos, han sido objeto de burla y menosprecio, lo que ha provocado en las mujeres sentimientos de humillación.
Más que un momento puntual, la menopausia es una transición hormonal que transcurre en tres etapas. La primera etapa se caracteriza por la disminución, a veces muy brusca, en la producción de las hormonas ováricas, y los cambios y oscilaciones en las hormonas hipotalámicas e hipofisarias. Estas oscilaciones y cambios producen en muchas mujeres -ni en todas, ni con la misma intensidad- alteraciones en el estado de ánimo, sofocos, insomnio, inestabilidad emocional y pérdida de energía. Muchas mujeres experimentan sequedad vaginal, aumento de grasa abdominal, dolores articulares, ansiedad y pérdida de libido.
Esta etapa tiene una duración muy variable: entre dos y cinco años. A medida que pasan los años, en la postmenopausia, estos síntomas y signos están muy atenuados, pero pueden aparecer las consecuencias del déficit de estrógenos: se debilitan los huesos, con el consiguiente riesgo de fracturas y poliartrosis, aparece incontinencia urinaria, infecciones, prolapsos, o, a nivel cardiovascular, situaciones de hipertensión, angina de pecho o infarto.
Vigilancia permanente
El único síntoma normal de la menopausia es la desaparición de la menstruación. Cualquier otro que pueda aparecer en ese momento debe ser analizado y diagnosticado por los especialistas. "En todo caso, todas las mujeres debemos acudir cada año a revisión ginecológica, pero en época de transición hormonal esta visita se debe compartir con otras especialidades: endocrinología, cardiología, etc.", recalca la doctora Vázquez
El abordaje de la mujer en esta etapa requiere una evaluación hormonal y metabólica. Por eso los endocrinólogos lo centramos en un diagnóstico personalizado. ¿En qué momento hormonal está? ¿Cuál es la salud metabólica, cardiovascular y ósea de la mujer en el momento de la transición? ¿Qué repercusiones tiene a corto plazo? ¿Cuál o cuáles de ellas afectan a la calidad de vida y con qué severidad? ¿Qué repercusiones a largo plazo se prevén y conviene evitar?
Los sofocos más o menos intensos no son la medida de la severidad de una menopausia ni la pauta para tratar o no tratar. Hay que hacer un estudio ginecológico, hormonal, metabólico, óseo, psicológico y de salud en general para determinar causas que pueden girar en torno a algunos desajustes durante el proceso. La edad o la condición de salud previa al comienzo de la menopausia pueden ser factores determinantes.
Cada caso debe ser tratado de manera personalizada y desde una perspectiva multidisciplinar. Y siempre con el enfoque en el mantenimiento de la salud a los 60, 70 y más años. La menopausia no es un drama, sino uno más de los jalones de la vida -en este caso de la vida de la mujer- que hay que vigilar con naturalidad, sin alarmismos y, sobre todo, sin mitos.
