
La dermatitis atópica o eczema es una afección cutánea crónica que se caracteriza por una inflamación crónica y sequedad de la piel. Por norma general afecta a personas con rinitis alérgica o asma o que tienen familiares con dichas enfermedades. Quien la padece tiene zonas de su piel con extrema sequedad y una picazón molesta y, en ocasiones, dolorosa.
Hay que destacar que no es una enfermedad contagiosa, aunque sí es más probable padecerla si algún familiar directo la tiene, con lo que en parte puede ser hereditaria. Además, normalmente no se produce en una zona específica del cuerpo, sino que un episodio o brote se puede manifestar en cualquier parte del cuerpo, apareciendo principalmente en el cuerpo cabelludo y las articulaciones. Detectar la dermatitis atópica puede ser crucial para iniciar un tratamiento temprano y mejorar la calidad de vida de quienes la padecen.
¿Qué es la dermatitis atópica?
Aunque es habitual que esta enfermedad se encuentre en niños, lo cierto es que puede padecerla cualquier persona a cualquier edad, pero en algunos niños y niñas, los síntomas se minimizan o desaparecen de forma natural cuando empiezan la pubertad. Sin embargo, hay casos en los que la afección se vuelve crónica y los síntomas se siguen manifestando incluso en la edad adulta.
Hay que tener claro que no es una enfermedad cuyos síntomas sean continuos y regulares, sino que pueden manifestarse en periodos concretos de tiempo y de forma intensa. Los episodios de picazón son especialmente molestos durante la noche. Es fácil detectar la enfermedad, ya que se producen manchas de un color rojizo y, en las zonas donde se padece, la piel suele ser más seca de lo habitual, incluso agrietada. Las áreas afectadas pueden incluir pliegues de la piel, como detrás de las rodillas o en los codos, así como el cuello, las manos y el rostro. Aparecen parches escamosos que, en ocasiones, pueden generar pequeñas ampollas o costras debido al rascado constante.
La dermatitis atópica es uno de los trastornos cutáneos más frecuentes, sobre todo en niños que viven en zonas urbanas o en países con ingresos elevados. Cada año, se diagnostican de dermatitis atópica hasta el 10% de los adultos y el 20% de los niños. Hay que destacar que la mayoría de las personas desarrollan la enfermedad antes de los 5 años, y muchas antes de alcanzar 1 año de edad. Pero, ¿Por qué se produce la dermatitis atópica? La dermatitis atópica es debida a un defecto genético de la barrera cutánea que predispone a la piel a la inflamación. A menudo es hereditaria y muchas personas o sus familiares afectados de dermatitis atópica también tienen asma, fiebre del heno o ambos.
Causas de la dermatitis atópica
No se ha identificado una causa única que provoque la dermatitis atópica, sin embargo, la genética suele influir en su manifestación. También existen otros factores relacionados con su aparición, por ejemplo se ha observado que suele aparecer en personas que padecen o que tienen antecedentes familiares de alergias, rinitis alérgica o asma. En los niños, también se observa que las alergias a diferentes alimentos pueden incidir en la dermatitis atópica y otros tipos de eczema.
Cuando la piel se encuentra sana protege de diferentes factores ambientales como alérgenos e irritantes que pueden desencadenar los síntomas de la dermatitis atópica u otros tipos de eczema. No obstante, la dermatitis atópica está relacionada con una variación genética que influye en la habilidad de la piel de ofrecer esta protección. Más allá de este factor genético, los principales factores que pueden causar o exacerbar un brote de dermatitis atópica son:
- Las alergias a los ácaros del polvo, al moho, a los animales o al polen, entre otras.
- Las rutinas de higiene que afectan la barrera cutánea. Estas incluyen la higiene excesiva de la piel, así como el uso de jabones o detergentes fuertes.
- Los períodos o episodios de estrés emocional.
- Los cambios inmunológicos, como aquellos causados por los resfriados o gripes.
- La sequedad o irritación en la piel.
- El contacto de la piel con sustancias químicas o irritantes.
- Diferentes factores medioambientales, como el clima excesivamente seco, las temperaturas muy calientes o frías o los cambios drásticos de temperatura.
- La sudoración excesiva.
Síntomas de la dermatitis atópica
- Picazón que puede llegar a ser grave, incluso afectando la calidad del sueño
- Sequedad en la piel
- Manchas en la piel. Estas suelen ser de color rojo a marrón grisáceo y afectan principalmente la parte interna de los codos, las rodillas, las manos, las muñecas, los pies, los tobillos, los párpados, el cuello y el pecho
- En los bebés, también se observan manchas en el rostro y en el cuero cabelludo
- Pequeñas protuberancias en la piel. Si estas se rascan, pueden supurar y formar costras
- Sensibilidad en la piel
- Piel agrietada o escamosa
Los síntomas tienden a empeorar durante los brotes y pueden estar asociados con factores como alergias, estrés o cambios climáticos. Además, la dermatitis atópica es más común en niños, pero puede persistir en la edad adulta. Pero esta no es una enfermedad permanente sino que aparece en brotes o momentos ocasionales. Además, la clave para manejar la dermatitis atópica radica en establecer una rutina de cuidado de la piel, evitando irritantes, utilizando productos hipoalergénicos y manteniendo una buena hidratación.
12 recomendaciones para pieles atópicas
- Realizar duchas cortas que no superen los 10 minutos, una vez al día con agua tibia, evitando baños largos o con agua caliente.
- Utilizar jabones suaves, preferiblemente neutros, con alto contenido en aceite y sin perfumes.
- Evitar la fricción excesiva o el uso de esponjas ásperas.
- Hidratar la piel a diario mediante la aplicación de cremas hidratantes, preferentemente tras la limpieza de la piel, con la piel húmeda.
- Cortar bien las uñas y procurar mantenerlas limpias para evitar infecciones por el rascado.
- Usar preferiblemente ropa de algodón o de fibras naturales.
- Evitar cubrir excesivamente la piel, ya que el sudor puede empeorar los síntomas.
- Evitar el uso de detergentes, suavizantes y otros productos irritantes.
- Utilizar guantes para realizar las tareas domésticas.
- En los bebés, cambiar los pañales cuando estén húmedos.
- No es necesario restringir alimentos. No hay ningún alimento contraindicado en la mayoría de los casos. No obstante, si se nota un empeoramiento tras comer algún alimento, es importante consultarlo con el dermatólogo.
- Evitar el exceso de calor y los cambios bruscos de temperatura. La temperatura ideal está alrededor de los 20ºC.