
El sector veterinario en España arrastra desde hace años una situación de sobrecarga emocional, desgaste psicológico y dificultad para pedir ayuda, según coinciden tanto los datos de un estudio reciente impulsado por la empresa Gosbi como las advertencias reiteradas de expertos en salud mental del ámbito sanitario. Lejos de tratarse de un fenómeno puntual, se trata de una crisis estructural que afecta al ejercicio profesional y al bienestar personal de miles de veterinarios.
Los datos del estudio: agotamiento generalizado
Realizado entre profesionales veterinarios en activo, dibuja un escenario de agotamiento emocional casi universal. El 94,05 % afirma haberlo sufrido en el último mes y más de la mitad lo experimenta de forma frecuente o constante. A ello se suma una pérdida de motivación que alcanza al 85,14 % de los encuestados.
La carga de trabajo aparece como el principal factor de estrés: el 71,29 % señala el exceso de horas, seguido de la burocracia administrativa (62,38 %) y la falta de reconocimiento social (52,48 %). El 34,65 % realiza guardias o turnos nocturnos y el 77,23 % reconoce que no consigue desconectar del trabajo fuera del horario laboral.
En el plano económico, el 76,24 % considera que su salario no se corresponde con la responsabilidad y la carga emocional del puesto, un desajuste que alimenta la frustración profesional.
Ansiedad, insomnio y riesgo extremo
Los problemas de salud mental son ampliamente prevalentes. El 92,08 % ha sufrido ansiedad relacionada con el trabajo, el 85,15 % insomnio y el 63,37 % síntomas depresivos. Uno de los datos más graves es que el 11,88 % reconoce haber tenido pensamientos relacionados con el suicidio.
Pese a ello, el acceso a apoyo psicológico es limitado: el 70,29 % afirma contar con pocos o ningún recurso en su entorno laboral y casi la mitad no se siente cómoda solicitando ayuda.
Una realidad conocida por los expertos
Esta situación no sorprende a quienes trabajan desde hace años con la salud mental de los profesionales sanitarios. Toni Calvo, psicólogo y director de la Fundación Galatea, lleva tiempo alertando de que el colectivo veterinario es especialmente vulnerable.
Según diversos estudios internacionales citados por Calvo, los veterinarios presentan el riesgo más alto de suicidio dentro del ámbito sanitario: 1,6 veces superior al de la población general, y 2,4 veces en el caso de las mujeres. Una realidad que, en su opinión, sigue siendo poco visible.
"Cuidarse no es una opción, es un imperativo ético y deontológico", recuerda Calvo, que subraya que muchos veterinarios posponen pedir ayuda hasta que la situación es crítica.
La resistencia a pedir ayuda
Uno de los rasgos diferenciales del colectivo, según la Fundación Galatea, es su resistencia a solicitar apoyo psicológico. Calvo lo explica por un factor estructural: muchos veterinarios son propietarios de su clínica y ejercen al mismo tiempo como empresarios y profesionales de la salud.
"Cuando necesitan parar para tratar un problema de salud mental, aparece el dilema de cerrar la clínica y quedarse sin ingresos. Eso hace que vayan dilatando la situación y buscando soluciones por su cuenta", explica.
Esta dinámica, advierte, cronifica el malestar y agrava los cuadros de ansiedad, depresión o agotamiento extremo.
Vocación, pero no a cualquier precio
Esta advertencia ha llegado también a las aulas. En el inicio del curso 2025-2026, la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona acogió una jornada de bienvenida a los nuevos estudiantes en la que participó Toni Calvo. Su mensaje fue claro:
"La vocación no es suficiente para mantener la salud emocional; incluso puede tener el efecto contrario".
Ante futuros veterinarios, insistió en la necesidad de ajustar expectativas, practicar el autocuidado y asumir que "uno no puede cuidar sin cuidarse". Para ello, defendió la creación de lo que denomina un Equipo de Protección Emocional, basado en autoconocimiento, regulación emocional, trabajo en equipo y acceso a recursos profesionales.
Un problema estructural que cuenta con respuesta específica
Los problemas de salud mental que afectan al colectivo veterinario no responden únicamente a factores individuales, sino que están profundamente relacionados con condiciones estructurales de la profesión. Así lo reconoce el Colegio Oficial de Veterinarios de Barcelona (COVB), que desde 2011 mantiene un convenio con la Fundación Galatea para desarrollar el Programa Assís, un proyecto pionero de atención psicológica, confidencial y gratuita, dirigido específicamente a los veterinarios colegiados.
Este programa ofrece asistencia a través del teléfono directo 660 509 582 o el número general de la Fundación (935 678 856) y aborda tanto trastornos mentales como adicciones, además de malestar emocional vinculado al ejercicio profesional. Entre los factores de riesgo identificados por el COVB están la presión asistencial, la toma de decisiones complejas —muchas veces relacionadas con la vida o la muerte de los animales—, la necesidad de formación constante, la gestión de equipos multidisciplinares y el funcionamiento en entornos organizativos complejos.
Todos estos elementos, si no se abordan de forma adecuada, pueden derivar en estrés emocional, síndrome de agotamiento, depresión u otros trastornos psicológicos.
Además de la asistencia clínica a través de la Clínica Galatea, el programa incluye líneas de prevención y promoción de la salud que revisan las condiciones de trabajo y los estilos de vida de los profesionales, con el fin de diseñar intervenciones específicas para mejorar su bienestar y prevenir riesgos.
Con el respaldo del Servei Català de la Salut (CatSalut), el Consejo de Colegios de Médicos de Cataluña y entidades como Almirall o la Fundación para la Protección Social de la OMC, la Fundación Galatea impulsa un modelo único en Europa centrado en proteger la salud de quienes cuidan de los demás.




