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Análisis de 'Assassin's Creed: Valhalla'

Los vikingos alcanzan la cima de la franquicia de los asesinos en el ocaso de una generación.

Los vikingos alcanzan la cima de la franquicia de los asesinos en el ocaso de una generación.
Nueva entrega de la familia 'Assassin's Creed'. | Ubisoft

Valhalla puede considerarse como la culminación del proceso evolutivo de la franquicia Assassin's Creed desde el lanzamiento de Origins a finales de 2017. De Egipto, pasando por Grecia y plantando pie en tierras nórdicas y británicas, la serie de Ubisoft se ha transformado en las últimas entregas, adaptándose, buscando y aplicando referencias, tanto de su propia historia como de otros éxitos. Y el viaje de Eivor corona todo este trabajo.

Asaltar las islas británicas

Cualquier jugador con unos mínimos años de experiencia se ha cansado de Assassin's Creed en algún momento, principalmente debido a sus repetitivas misiones secundarias. Pero incluso, esto ha mejorado mucho. Ahora, los objetivos tienen mayor importancia y sentido, ya sea al hilo de la historia principal, que se centra en Eivor, o como parte de la trama que toca a la propia Hermandad. Esta conexión incluso añade un elemento místico, con la relación entre Eivor y Odin, y una forma muy interesante de desarrollar el conjunto. En consecuencia, en términos lúdicos, con el jugador buscando alianzas con personajes clave de reinos cercanos, o en la propia narrativa, la producción ofrece una sensación de robustez inapelable.

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Las aventuras se trasladan al norte de Europa.

La historia sigue a Eivor, protagonista masculino o femenino, (dependiendo de la elección del jugador), que lidera un clan vikingo en busca de asentamientos en el Reino Unido del siglo IX. Huyendo de una Noruega sacudida por las guerras y la escasez, Eivor es una leyenda vikinga que navega con su clan hasta Inglaterra en busca de un nuevo hogar. Allí, les espera una resistencia feroz, y Eivor tendrá que hacer frente a sus enemigos, pero también a conflictos internos.

En Valhalla los diálogos son importantes, y especialmente nuestras decisiones, ya sea en conversaciones simples o decidiendo qué hacer en una misión o en el resto del mundo abierto que sirve como extraordinario telón de fondo, puesto que nos permite disfrutar de un mundo exuberante tanto a nivel visual como en términos de juego. Las incursiones, ya sea en pequeñas aldeas o en grandes fortificaciones, son increíbles. Nuestra tripulación atraca el karve (pequeñas embarcaciones vikingas) y toca llamar a las tropas a invadir, saquear y destrozar todo lo que encuentren en su camino. También puedes optar por lo contrario y adoptar el sigilo como arma para tomar las localizaciones por sorpresa. No es tan divertido, pero es algo que cada jugador debe decidir. Lo mismo que con el rango de dificultad y el género del personaje: ¿Mujer? ¿Hombre? ¡No hay problema! ¿Quieres un sistema de exploración más sencillo, pero exigente en combate? También es posible.

Una entrega por encima de sus congéneres

Con todas estas características funcionando en comunión, Valhalla brilla por encima de sus congéneres, tanto en exploración como en combate. Son varios los recursos que Eivor tiene a su disposición, para recolectar elementos, realizar mejoras en su equipo e incluso enriquecer las condiciones del emplazamiento donde vive su gente. Nada realmente innovador, pero muy bien implementado en este capítulo de la serie. Y, por supuesto, Eivor también puede montar, nadar, escalar, saltar desde lugares absurdos... Todo lo que estás acostumbrado a ver en Assassin's Creed.

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Los vikingos llegan a la saga 'Assassin's Creed'.

Solo que esto también se aplica al lado negativo de las tradiciones: los errores de inicio se repiten de una entrega a otra, por ejemplo, personajes y elementos de los escenarios que desaparecen, fallos de colisión, tasas de imágenes por segundo que caen, falta de sincronía entre audio y movimiento de la boca... todo, como también es tradición, se irá solucionado con los posteriores e inevitables parches.

Conclusiones

Assassin's Creed: Valhalla es un capítulo que entrega lo mejor que la franquicia puede ofrecer: una historia muy interesante, nuevas posibilidades de juego (con sus misiones más significativas y sus objetivos secundarios menos inspirados), un nivel sobresaliente de personalización, un nivel gráfico impactante y una clase maestra en el arte de la ambientación.

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Llegan los vikingos a la saga 'Assassin's Creed'.

No es difícil entender porque esta franquicia tiene tanto éxito y no solo en la industria del entretenimiento interactivo, también se extiende a libros, cómics, cine (aquí no tanto) y está a punto de convertirse en serie de televisión bajo el amparo de Netflix. La relación entre futuro y pasado, las referencias históricas y las narrativas plagadas de giros y traiciones, la construcción del personaje… todo juega a su favor y Assassin's Creed: Valhalla, es un título más robusto que Origins y Odyssey en términos de personalización y jugabilidad, mejorando lo que funcionó y aportando nuevos elementos de cara a lo que no terminó de convencer.

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