
Libertad y violencia son, por definición, opuestos. Ergo, la libertad es una condición necesaria y suficiente para la paz, permítanme insistir, necesaria y suficiente. Precisamente, la razón filosófica, metafísica, última -que nadie aborda- por la cual la falta de libertad es negativa se debe a que es efectivizada por la coacción, la violencia (del monopolio que pretende ejercer el Estado) y ésta es siempre destructiva. O sea, la falta de libertad implica violencia y esta destruye. Destruye porque supone la desviación del desarrollo espontáneo del orden natural.
No existe sociedad con mayor vocación por la paz que la de un mercado libre donde todas las acciones son, necesariamente, el resultado del acuerdo y cooperación voluntarias para el mejoramiento de todas las partes involucradas. Por caso, el vendedor de frutas acuerda con el comprador entregar una cantidad de mercadería, que el comprador necesita para alimentarse, a cambio de dinero que el vendedor precisa para sostener y, eventualmente, mejorar su negocio. Si no hay acuerdo por el precio, la acción no se realiza.
